El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien pasó la noche en el sindicato de Sao Bernardo do Campo, en Sao Paulo, arropado por sus aliados políticos y la militancia, quienes organizaron una vigilia durante toda noche, ahora evalúa no entregarse de forma voluntaria tras ordenarse su ingreso a prisión en Brasil

Lo que se supo es que su defensa legal negocia a la carrera cómo obedecerá la histórica orden judicial emitida por el juez Sergio Moro, que le dio un plazo para ponerse a derecho hasta las cinco de esta tarde, hora de Brasilia (4 pm de Perú), para que Lula empiece a cumplir los 12 años de cárcel a los que fue condenado por corrupción.

"No hay una definición exacta de lo que quieren hacer", dijeron fuentes de la Policía Federal a un grupo de periodistas que aguardaban en los exteriores de la sede de la insitución en la ciudad de Curitiba, en el sur de Brasil, pero los abogados de Lula por lo pronto ha presentado un nuevo recurso ante el Tribunal Superior de Justicia (STJ) para frenar el inminente ingreso en prisión del exlíder sindical, informó Efe.

Anoche, Lula realizó un breve saludo a sus partidarios desde una de las ventanas del edificio. El exmandatario dijo que está "tranquilo" y con la seguridad de que "los justos vencerán", confirmó uno de sus asesores. Pero lo cierto que el juez Moro, el implacable acusador de Lula da Silva en los últimos tres años, no pretender hacer más concesiones de las que ya hizo, como por ejemplo, que el expresidente no sea esposado, "por la dignidad del cargo que ocupó".

Simpatizantes de lula en Sao Paulo. (Efe)

En realidad, todo el proceso contra Lula fue de una celeridad inusitada en la justicia brasileña, que suele ser lenta y pasiva. Y con la misma prisa se ordenó su ingreso a prisión: solo 17 horas desde de conocida  la decisión del Tribunal Supremo, Moro ordenó el encarcelamiento del político más popular de Brasil, quien está a un paso de volver a la cárcel después de 40 años, cuando era joven dirigente sindical y fue  detenido durante la dictadura brasileña.

Su ingreso a prisión era inminente, pero los plazos legales que maneja la justicia de Brasil hacían pensar que no sucedería, al menos, hasta la próxima semana. Pero en el auto de prisión del juez Moro, este rechaza esperar cualquier recurso aclaratorio para evitar, según alegó, que la defensa del expresidente insista en su estrategia "dilatoria".

El escándalo Lava Jato, el mayor caso de corrupción en la historia de Brasil, fue lo que provocó el desenlace final de uno de los jefes de Estado más populares del planeta. En la cárcel de Curitiba, donde sería recluido, se reencontrará con otros políticos, como el expresidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha, a la sazón el mayor promotor del impeachment contra Dilma Roussef, así como  con quien fue su ministro de Hacienda Antonio Palocci, un antiguo amigo de Lula que decidió colaborar con Moro y lanzar acusaciones contra el expresidente.

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