“La Amazonía sigue caminando hacia un alto nivel de deforestación y contaminación, que puede volver incontenible e irreversible las convulsiones ambientales que tendrán repercusión en la refrigeración, calentamiento, agua, alimentos y biodiversidad del planeta”, dice la carta que firman Julio Cusurichi Palacios, presidente de la Federación Nativa del Río Madre de Dios y Afluentes (Fenamad), Lizardo Cauper Pezo, presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep) y Edwin Vásquez, coordinador general de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), y que entregarán al Papa Francisco este viernes 19 de enero, cuando se reúna a las 10:30 de la mañana con representantes de más de 100 comunidades indígenas amazónicas peruanas, bolivianas y brasileñas en el Coliseo Regional de Madre de Dios, cuna de gran diversidad biológica que alberga a diversos pueblos indígenas y una de las zonas más afectadas por la minería ilegal.
De esta manera, los representantes indígenas le dicen a Francisco que lo escrito en 2015 en su encíclica ‘Sobre el cuidado de la casa común’, si bien tuvo repercusión mediática y muy buenas intenciones, no tuvo eco en las políticas públicas de los Estados que tienen poblaciones originarias.
El Papa, los indígenas y el medio ambiente
La preocupación por un planeta con un medio ambiente sano, sostenible, con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, que mitigue y se adapte al cambio climático, y una economía que respete a las sociedades indígenas es la tendencia global actual. En esta los protagonistas son organizaciones de la sociedad civil, funcionarios gubernamentales y de las Naciones Unidas, algunos ministros del Ambiente de todos los continentes, líderes indígenas, científicos, intelectuales, activistas ambientalistas e incluso líderes religiosos, no solo católicos.
En esa coyuntura es que Francisco se manifestó en su encíclica, justo el año en el que se aprobó el Acuerdo de París, en la COP21, cuando más de 190 países firmaron un documento por el cual se han comprometido a luchar contra el cambio climático.
“Es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales. No son una simple minoría entre otras, sino que deben convertirse en los principales interlocutores, sobre todo a la hora de avanzar en grandes proyectos que afecten a sus espacios… Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino un don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores”, señaló el Papa en Laudato sí.
En las cumbres mundiales sobre el cambio climático y la diversidad biológica se ha reconocido la importancia del papel que juegan las poblaciones nativas en el cuidado del medio ambiente y se ha exigido a los gobiernos que los protejan de las amenazas de quienes deforestan, de quienes contaminan los ríos y a sus animales, y se apoye su conocimiento ancestral de la naturaleza.
“Cuando permanecen en sus territorios, son precisamente ellos quienes mejor los cuidan. Sin embargo, en diversas partes del mundo, son objeto de presiones para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres para proyectos extractivos y agropecuarios que no prestan atención a la degradación de la naturaleza y de la cultura”, continúa Jorge Mario Bergoglio.
Madre de Dios
Si bien sabemos que la trata de personas y la prostitución clandestina es uno de los principales y escandalosos problemas de la región, no es gratuito que se haya determinado que esta sea una de las tres paradas del pontífice en Perú. Madre de Dios, además del simbólico nombre religioso, es capital de la biodiversidad peruana, con una riqueza natural impresionante (áreas protegidas como Tambopata y el Manu, por ejemplo) pero que es afectada por la minería ilegal, la deforestación (según la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental más de 170 mil hectáreas de bosque se han perdido durante los últimos 17 años) y, por tanto, los derechos de los indígenas corren permanente riesgo.
Allí, de la mano con la pobreza, una presencia del Estado que debe aumentar y escasa justicia, habitan culturas indígenas como los Harambuk, Mashiguengas y Ese’eja. Además de quienes viven en aislamiento voluntario o contacto inicial que son protegidos mediante reservas indígenas.
Francisco sabe de la realidad de Madre de Dios, pero no ha escuchado directamente a los indígenas. Él sabe que la Amazonía y los pueblos indígenas que la habitan sufren, y lo ha expresado así en su encíclica Laudato Si. Por eso su interés en reunirse con ellos.
Sin embargo, cabe indicar que hasta el cierre de esta nota no se ha confirmado si los líderes indígenas tendrán el uso de la palabra durante la reunión.
“Saludamos la humildad que tiene el Papa Francisco, quien viene a dialogar con nosotros, pero queremos expresarle nuestra preocupación. Hasta el momento no estamos considerados para tener el uso de la palabra, para poder mencionar el trabajo que estamos haciendo. Eso lo vemos como una falta de respeto porque no tenemos voz”, dijo Julio Cusurichi, de Fenamad, en rueda de prensa.
Expectativas indígenas
Por el lado de los indígenas, no es que sean católicos. Aunque la semana pasada la comunidad nativa Boca Pariamanu haya nombrado 1.800 hectáreas de sus bosques como 'Nihii Eupa Francisco' (Bosque Papa Francisco), es solo un gesto simbólico de buena amistad. Algunos son católicos, otros evangélicos y muchos más mantienen sus creencias ancestrales. Pero sí reconocen la valiosa oportunidad que representa la presencia del pontífice para visibilizar su realidad y dar a conocer sus demandas. Francisco será un aliado más, un vocero de la causa indígena (no solo de la Amazonía).
Así, se espera que el Papa reafirme su cíclica y haga un llamado al gobierno peruano, a las autoridades, empresas extractivas, a la ciudadanía y al mundo entero de la importancia de respetar a los pueblos originarios y de alejar las amenazas que se ciernen sobre ellos.
Consulta previa. En febrero de 2017, el Papa dijo que los pueblos indígenas tienen derecho al 'consentimiento previo e informado'. En otras palabras, nada debería suceder -o tener un impacto- en sus tierras, territorios y recursos, a menos que así lo acuerden.
"Los más afectados por lo que se vive en Madre de Dios son los indígenas, y el Papa lo sabe. Esperamos que dé un mensaje al país y al mundo que tenga efecto", señala Lizardo Cauper, presidente de Aidesep.
Los indígenas que se reunirán con el Papa pedirán su apoyo para fortalecer la economía indígena de 'vida plena' con el bosque en pie, "para tener una alternativa frente a las tentaciones del infierno minero; y también exigimos acción estatal eficaz para la descontaminación de mercurio de las comunidades".
Asimismo, es una oportunidad para reponer en agenda un aspecto crucial para las comunidades indígenas: la titulación de sus territorios (aproximadamente 20 millones de hectáreas en el Perú), cuyo beneficio principal será tener una "salvaguarda ante el avance destructivo de las plantaciones de agronegocios y grandes proyectos de infraestructura".
Los indígenas exigen que la titulación de sus territorios sea integral, es decir, suelos, subsuelo y bosques y que se incluya todos los recursos naturales que se encuentran dentro de los mismos.
El tema de la salud también es muy importante, si se tiene en cuenta, por un lado, que en la Amazonía hay un alto índice de malaria y VIH/sida, y por el otro los nefastos efectos de la contaminación de tierras y ríos como consecuencia de una intensa e indiscriminada explotación petroleras, así como de los continuos derrames de petróleo durante los últimos tres años.
A ello se suma la inseguridad para los líderes indígenas que cuidan los bosques. Algunos de ellos son asesinados, muchos son amenazados de muerte e incluso criminalizados debido a sus continuos reclamos en defensa de sus comunidades.
Esto no lo va a solucionar el Papa, pero se espera que se pronuncie y ayude a poner en agenda nacional estos problemas.
El Pacto de Madre de Dios
En noviembre pasado, distintas instituciones del Estado y organizaciones civiles firmaron un pacto con 10 compromisos para mejorar y promover el acceso a la justicia ambiental en el Perú, el cual será entregado al Papa este viernes 19.
Así, se espera una agilización y simplificación de los procesos administrativos en temas de justicia ambiental, así como el apoyo y orientación para plantear alternativas que permitan disminuir las agresiones socioambientales. Hay quienes consideran que el Papa verá con buenos ojos esta iniciativa en tanto tiene puntos de encuentro con su encíclica.
Los bosques y las iglesias
Uno de los planes inmediatos de Francisco es convocar a una reunión eclesiástica de alto nivel en el Amazonas en octubre de 2019. El Sínodo sobre la Amazonía convocará a obispos y cardenales para discutir cómo ayudar mejor a quienes viven allí.
Pero no solo es cuestión de católicos. En junio pasado, en Noruega se reunieron católicos, musulmanes, judíos, hindúes, budistas, taoísta e indígenas en un evento organizado por la Iniciativa Internacional para el Clima y los Bosques de Noruega, Rainforest Foundation Norway y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. ¿El propósito? Planificar una estrategia que despierte el interés de millones de personas de fe en proteger los bosques tropicales, que sufren de explotación agrícola e industrial en América del Sur, África subsahariana y Asia.
Lo del Papa no es moda, tampoco un saludo a la bandera, es un aliado importante para tomar conciencia de las causas de las distintas poblaciones indígenas. Veremos qué dice.
(Foto cabecera: El Manguaré)