En medio de la tensión racial en EEUU, provocada por grupos neofascistas de la alt-right estadounidense, Steve Bannon, el estratega en jefe de Donald Trump y conocido agitador e ideólogo de movimientos supremacistas, dejó la Casa Blanca tras casi ocho turbulentos meses en el cargo.

La decisión fue del mismo Trump, según adelantaron medios locales, que citaban fuentes de la Administración republicana, y aunque coincide con la crisis política en el despacho oval a raíz de la tibia y ambigua respuesta del mandatario luego del ataque racista de Charlottesville (Virginia), la salida de Bannon no tiene que ver con este tema.

El fundador de Breitbart News —un medio digital que sirve de altoparlante de esos grupos ultras— estaba enfrentado hacer varios meses con buena parte del equipo de Trump, sobre todo con el yerno y asesor del presidente, Jared Kushner, un joven de 30 años de ascendencia judía. 

En realidad, Bannon nunca terminó de cuajar en el ala oeste de la Casa Blanca. De hecho, en una de las pocas entrevistas que dio, pronosticó que duraría unos ocho meses en el cargo, una marca que no alcanzó por un mes y dos días. Se le acusa de no trabajar en equipo y de promover su propia agenda, que pasaban por una lista de medidas aislacionistas, proteccionistas y antinmigrantes que llevaron a Trump a la presidencia de la primera potencia del mundo.

El polémico estratega, de 63 años, fue clave en el tramo final de la campaña del magnate neoyorquino, porque supo traducir en votos el descontento de la clase obrera blanca de EEUU, que fue determinante en la elección de noviembre pasado. 

Así, Trump puede perder una base importante de respaldo para la que Bannon era el garante de que cumpliría lo prometido:  el muro en la frontera con México, frenar la inmigración ilegal, implantar medidas proteccionistas y proceder a un repliegue de Estados Unidos en la escena mundial.

En torno a Bannon se creó una imagen como maquiavélica. Incluso, en el programa Saturday Night Live era parodiado como una suerte ángel exterminador que había despojado a Trump de su escritorio del Despacho Oval y que lo obligaba a sentarse en una mesa más pequeña, como de niño.

Pero lo que realmente habría irritado a Trump, según se comenta en Washington, fue una portada de la revista "Time" de febrero, cuando tituló una entrevista con Bannon con la frase "El gran manipulador". Esto, dicen algunos analistas, le restaba independencia y, sobre todo, protagonismo a un presidente ávido de elogios.

La estocada final de Bannon fue la llegada del nuevo jefe de gabinete, el general John Kelly, quien tiene como misión poner orden en la Casa Blanca. El agitador populista había ofrecido ya su dimisión a Trump el 7 de agosto y su salida se iba a anunciar a principios de esta semana, pero la crisis de Charlottesville lo retrasó.

Antes de llegar a la Casa Blanca, Bannon fue banquero de inversión para Goldman Sachs y antes militar, incursionó también como productor de cine, pero lo que le terminó por dar notoriedad fue su portal Breitbart, el brazo propagandístico de los movimientos radicales ultranacionalistas que abrazaron a Trump en su camino al poder y para quienes es un símbolo de la alt-right .

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