El argumento del largometraje Canción sin nombre le vino desde el ADN a su directora y guionista, Melina León. Su padre, Ismael León fue un periodista que laboró varios años en La República y a inicios de los ochenta cubrió una noticia tan escandolosa como inquietante: el tráfico de niños.  

"Siempre pensé que había algo milagroso en esta historia.Todo comenzó cuando mi padre recibió una llamada de una mujer francesa que simplemente llamaba para agradecerle por los artículos publicados 25 años atrás. Ella era una de las bebés que habían sido robadas", dice la cineasta.

Ese fue el disparador para crear una historia cuyos protagonistas son Georgina Condori -una mujer migrante en Lima cuya bebé recién nacida desaparece de una clínica falsa - y Pedro Campos, el joven periodista que decide investigar el caso.

melina león/foto: beatriz torres

Llevar adelante una película es un camino largo, lleno de obstáculos. Es una prueba de resistencia que no todos están dispuestos a hacer. Ese no fue el caso de León. Ella escribió el guion de Canción sin nombre junto al estadounidense Michael White y durante el primer semestre del 2017 se llevó a cabo el rodaje que los llevó por el centro de Lima, Jesús María y Ventanilla. 

Canción sin nombre es una coproducción de la Vida Misma Films, MGC de España y un tercer socio que es muy especial para la cineasta. 

"Con La Mula tengo un enorme agradecimiento porque estábamos muy cerca de la producción y nos faltaban elementos. Se ha convertido en una productora asociada. Se involucró rápido con el proyecto y eso se aprecia muchísimo porque, por lo general, llegar a acuerdos de producción, es un proceso lento", nos dijo en una conversación desde nuestra redacción. 

Para su primer largometraje decidió grabar en blanco y negro, tal como lo había hecho en su cortometraje El paraíso de Lili (2009) y que se estrenó oficialmente en el New York Film Festival. "Me gusta mucho el blanco y negro porque define un estilo. Te permite concentrar la mirada. No hay muchos elementos que distraigan y es una buena aproximación para un proyecto grande", explica. 

Actuar natural y mirada antropológica

Otro detalle importante de Canción sin nombre -que se estrenará el próximo año- es el trabajo con "actores naturales" (no profesionales). Una decisión que se acomoda a su forma de trabajo: alejarse de guion e improvisar. "Encuentro una costumbre no solo del actor sino también en el técnico profesional [de trabajar pegado al guion]. No todos son así claro pero a mí me gusta improvisar", sostiene. Uno de esos actores naturales es Lucio Rojas Flores Rasu, el popular "Rasu Ñiti".

León sabe que el cine es un trabajo colectivo y se nota su satisfacción por el trabajo realizado con su equipo. Hubo, durante el proceso de rodaje, una actitud de aprendizaje que ella misma reconoce: "Si estás tratando de retratar un mundo, que de algún modo no te pertenece, más vale la actitud de antropólogo, del que observa, escucha o pregunta", reflexiona.


[Foto de portada: Beatriz Torres ]


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