Kenji Fujimori parece no estar dispuesto a perder el protagonismo que ha conseguido en las últimas semanas gracias a su enfrentamiento abierto a Fuerza Popular, aunque para ello tenga que recurrir a algo sorprendente para muchos como publicar en el semanario del periodista César Hildebrandt, uno de los mayores críticos de lo que supuso el régimen de su padre en los años noventa.
En la edición de Hildebrandt en sus Trece puesta en circulación este viernes, el parlamentario publica una columna de opinión que a partir del tercer párrafo se convierte en una carta abierta a su hermana y presidenta de Fuerza Popular, Keiko Fujimori.
"Quiero agradecer especialmente a César Hildebrandt por el espacio que hoy me permite en este semanario. Entiendo la desconfianza que pueda suscitar en los lectores de esta revista política lo que vengo diciendo. Sería tonto desconocerlo (...) No creo en los muros, creo en los puentes. He tendido puentes hacia el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski e igualmente hacia el ex presidente Ollanta Humala, hoy detenido. ¿Cómo no lo haría hacia mi propia hermana, Keiko?".
En el texto, Kenji reitera que la carta firmada por otros 23 parlamentarios fujimoristas pidiendo no sancionarlo tenía como fin "evitar que el asunto cobrara una dimensión pública políticamente dañina", pero que está intención "cayó en saco roto" y encontraron "oídos sordos". Reclama, además, el que no se haya reaccionado desde el partido condenando el "agravio" de Rolando Reátegui a Alberto Fujimori, al recomendarle que se tranquilice y tome "agüita de azahar".
"Te pregunto, entonces, ¿cuándo se entronizó la intolerancia en Fuerza Popular? El triunfo de la intolerancia siempre es una victoria pírrica, en la que a la larga se pierde más de lo que se gana. Sancionado con una suspensión arbitraria, la sentencia de que supuestamente agravié –lo que no resiste análisis– reconoce implícitamente que el partido no tiene poder sobre el congresista cuando se trata de las libertades que la Constitución le garantiza".
Finalmente, señaló que no se le podrá sacar del partido solo por expresarse libremente y que no acepta la sanción de 60 días impuesta por la bancada.
"No podrán expulsarme con el pretexto del libre ejercicio de mis derechos (...) No he aceptado ninguna sanción. Ni siquiera la amonestación verbal que algunos buenos amigos me ofrecieron considerar para calmar las aguas (...) El país necesita debatir públicamente el derecho de los partidos sobre sus representantes y, en la otra mano, el principio constitucional de que los parlamentarios no se someten a mandato imperativo alguno ni son responsables por sus votos y opiniones ante jurisdicción alguna".
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