Donald Trump parece no tener barreras. Tras destituir como director del FBI a James Comey, quien investigaba la trama del espionaje ruso en la última campaña electoral de EEUU que alcanza al presidente de EEUU y a su entorno más cercano, y amenazarlo para que no hable, el exjefe de la agencia estadounidense declinó de declarar ante el Senado sobre este tema, según el portal Politico.
"Será mejor para Comey que no haya grabaciones de nuestras conversaciones antes de que empiece a filtrar a la prensa", fue el fulminante tuit que lanzó el viernes Trump, el cual parece estar surtiendo efecto.
Pero el despido de Comey, a todas luces arbitrario, por las diferentes versiones que el mismo Trump ha dado sobre sus motivaciones, le pude costar caro al magnate. En Washington, nadie, ni si quiere sus incondicionales, ha salido a respaldarlo por haber echado al jefe del FBI, más aún luego de que el New York Times reveló esta semana una misteriosa cena privada entre Trump y Comey en la Casa Blanca, el 27 de enero pasado, cuando apenas el presidente tenía una semana en el cargo.
En el encuentro, Trump fue directo al grano y emplazó a Comey, quien por entonces era el principal encargado de la pesquisa de los supuestos nexos entre el equipo del mandatario y el Kremlin, y le preguntó si le iba a ser leal. El ahora exjefe del FBI leyó entrelíneas las intenciones de su interlocutor. Trump quería un incondicional. Comey se negó, de forma diplomática per firme. ”Seré honesto”, le contestó.
Los detalles de este encuentro que reveló el Times dispararon las alarmas en la Casa Blanca. Hasta ese momento, Comey había guardado silencio y hasta fue diplomático en su mensaje de despedida: "Siempre he creído que un presidente puede despedir a un director del FBI por cualquier motivo e incluso sin motivo. No voy a perder el tiempo en ello".
El equipo de Trump sospecha que Comey filtró la información sobre ese encuentro como respuesta a la ofensiva estaba recibiendo de Trump, quien no había dudado en llamarlo “fanfarrón” y cuestionar su gestión al frente del FBI.
El exdirector del FBI iba a declarar el próximo martes a puerta cerrada ante el Comité de Inteligencia del Senado. El tema iba ser su despido y las presiones presidenciales para bloquear la investigaciones sobre la trama rusa, pero Trump hizo lo que mejor sabe hacer: amedrentar a su estilo, como lo resumió en su libro El arte del trato: "Si alguien te ataca, le atacas de vuelta diez veces. Así, al menos, te sientes a gusto".
Comey desistió a acudir al Congreso. Los motivos no fueron explicados, lo que disparó las especulaciones y ha echado más sombras al escándalo de la trama rusa que sigue siendo el mayor dolor de cabeza de Trump.
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