El presidente Donald Trump tuvo una cena privada en la Casa Blanca con el entonces director del FBI, James Comey, el 27 de enero de 2017, una semana después de que asumiera el cargo, informó The New York Yimes. En el encuentro, el mandatario le preguntó a Comey si le iba a ser leal, pero este se desmarcó de las insinuaciones del magnate con diplomacia. 

La difusión de esta conversación ha desatado la furia del presidente, quien dejó entrever la posibilidad de poner fin a las conferencias de prensa y limitarse a los comunicados escritos para evitar imprecisiones.

Después de haberse hecho público el diálogo con Comey, el presidente Trump lanzó por Twitter una amenaza directa contra el exdirector del FBI: "Será mejor para Comey que no haya grabaciones de nuestras conversaciones antes de que empiece a filtrar a la prensa".

A través de este hecho, se muestra la presión que Trump ejerció sobre uno de los cargos más respetados del sistema estadounidense, que refrendado por el Senado y con un mandato de 10 años, al que se presupone una altísima autonomía.

En la aludida cena, Comey le respondió  a Trump que le podía ofrecer “honestidad”. En una entrevista con la NBC, el presidente se refirió de otro encuentro privado con Comey en el que este le preguntó por su continuidad en el cargo. También recordó que él mismo, preocupado por la trama rusa, le preguntó al director del FBI: “¿Si fuese posible, me haría usted saber si estoy bajo investigación?”. A lo que Comey contestó: “Usted no está bajo investigación”.

El destituido director del FIB era quien dirigía las investigaciones sobre los nexos con Rusia de Donalda Trump y su entorno hasta su salida arbitraria por decisión presidencial. La poco creíble versión oficial refiere que la decisión se tomó  luego de que el ayudante del fiscal general hubiese recomendado su destitución después de informar por escrito que en julio pasado el director del FBI había cometido un grave error al decidir por su cuenta cerrar el caso de los correos de Hillary Clinton.

Ante el pasmo de la Casa Blanca, Trump afirmó que tenía decidido despedir al director del FBI desde hacía tiempo y “más allá de toda recomendación”. Sin embargo, la oposición y la mayoría de los medios señalaron que la defenestración se debió al intento del presidente de acabar con un personaje incómodo y poco flexible, empeñado en averiguar si el equipo del republicano había coordinado en las elecciones con el Kremlin los ataques cibernéticos contra Clinton.

“Cuando decidí hacerlo, me dije a mí mismo que esta cosa rusa, este asunto entre Trump y Rusia, es una historia inventada, una excusa de los demócratas por haber perdido unas elecciones que deberían haber ganado”, alegó Trump.

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