A estas alturas que un personaje como Phillip Butters continúe demostrando falta de tino y un histrionismo machista que pretende hacer pasar como sentido del humor, no debería sorprendernos. Sus posturas extremas frente a la violencia contra la mujer o los derechos de la comunidad LGTBI han dado ya mucho que hablar, pero esta vez el conductor de Radio Capital dio una clase maestra de lo que significa superarse a sí mismo.

Este viernes en el programa que conduce diariamente en Radio Capital, Butters tuvo de invitado a Edwin Jáuregui, joven empresario conocido por ser el cerebro detrás de las populares 'cremoladas Yayo'. Una oportunidad que cualquier emprendedor desearía... aunque no para que el entrevistador se despachara reforzando estereotipos de género.

Y es que precisamente en estos días en que se pelea una dura batalla contra quienes impulsan campañas para evitar que se promueva la igualdad entre hombres y mujeres desde los colegios, y para evitar también el bullying homofóbico, Butters se despachó, casi media entrevista, sosteniendo un argumento absurdo: si comes cremolada de menta, eres gay.

Todo inició cuando Jáuregui explicaba cuáles son las cremoladas preferidas por sus clientes y las combinaciones de sabores con las que está innovando. "Hay muchachos que prefieren bastante la menta". La reacción de Butters fue inmediata.

"¿Qué cosa? ¿Cremolada de menta? ¿Eso quién? Bruno Ascenzo toma cremolada de menta. ¡Macho peruano que se respeta no come cremolada de menta! ¡La cremolada de menta es una cremolada femenina, hermano!" 

Edwin insistió e incluso alcanzó una de las cremoladas que había llevado hasta la cabina al no dar crédito a lo que estaba oyendo. "Esta es una combinación de hierba luisa, menta..."

"No, no, me la regalas te la devuelvo. No, hermano, tiene color verde kryptonita, yo soy un varón ¡odio la menta! ¡Jamás me van a ver a mí comiendo menta! ¡Tengo un trauma psicológico con la menta! Cremolada de menta, ¿qué es eso?"

Pero eso quizá no fue lo peor. Si hasta ese momento parecía que podría tratarse solo de una broma (sin ninguna gracia) del conductor, al recibir la llamada mostró al Phillip que todos conocen.

"Cuéntame una cosa, ¿cómo se llama tu esposo?. Yo te voy a decir una cosa, si alguna vez va tu esposo y pide una cremolada de menta, no tengas ninguna duda que te está sacando la vuelta con el 9 de la U, con Tejada. En ese momento lo botas de la casa. ¡Lo botas! ¡Es una loca! ¡Una loca! Te lo estoy diciendo porque te tengo estima, eres oyente de capital. Jamás a tu hijo hombre le des cremolada de menta. Tú báñate con cremolada de menta, no hay ningún problema".

No quedó allí. Solo unos minutos después, Butters inició interactuó con una de sus colaboradoras -a quien de arranque preguntó si había sido "enamorada, calentado, amante, amiga cariñosa" de alguien a quien mencionó-, siguiendo el mismo discurso. 

-Tú qué haces si sales con un chico que tiene un metro noventa, los ojos de Brad Pitt, el cuerpo de Cristiano Ronaldo, la mirada de George Cloney. Y este chico es, pues, tú te imaginas el hombre de tu vida, el papá de tus hijos, y te invita donde Yayo a comer su cremolada. Pides tu cremolada de maracuyá y él su cremolada de menta. ¿Qué haces en ese momento?

-Comparto, pues. La menta también es rica.

-No hay varón en el mundo, testosterónicamente hablando, que le guste la cremolada de menta. Hazme caso, si un pata sale y pide cremolada de menta jamás va a ser el padre de tus hijos, ¡quiere ser tu amiga!

Felizmente, aunque en clave de humor, la colaboradora  no le dio la razón con una frase que, suponemos, no le hace ninguna gracia al señor.

"Te falta barrio, Phillip".

Auch.

¿Se trata de una exageración? ¿Debería ser tomado como algo gracioso? La respuesta es no. Y para ello precisamente es que se trabaja hoy desde el Ministerio de Educación: para ponerle fin a la normalización de los estereotipos. Porque al tomar este tipo de comentarios a la ligera al aire, en una radio que tiene un alcance masivo, el oyente lo adoptará y trasladará a su entorno. Un entorno en el que siempre habrá un niño que, mañana, cuando vea a un amiguito pedir 'una cremolada de menta' no durará en señalarlo -con la crueldad inconsciente que pueden adoptar los más pequeños- y decirle "¡Macho peruano que se respeta no come cremolada de menta! ¡La cremolada de menta es una cremolada femenina".

Y dudamos que ese escenario sea el que los padres quieran para sus hijos.


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