La semana pasada Colombia parecía salir del limbo político en que se encontraba desde que los colombianos rechazaron el 2 de octubre en las urnas el acuerdo inicial entre el Gobierno y las FARC, pero ahora, diez días después del anuncio de un nuevo texto, el proceso de paz tambalea en un país signado por más de 50 años de conflicto interno.

¿La razón? Hay dos factores. Primero, el repunte del paramilitarismo, el cruento fenómeno que ha vuelto a reaparecer como un fantasma en Colombia este fin de semana, con el asesinato de varios líderes sociales y defensores de los derechos humanos. A eso se suma la muerte de dos guerrilleros en un enfrentamiento con el Ejército, lo que evidencia, como la advertían en el oficialismo, la fragilidad del cese al fuego, que rige hasta fin de año.

Las FARC denunciaron el lunes que en lo que va de año han muerto 200 personas "con un total manto de impunidad" y que ahora "un nuevo genocidio está en marcha contra líderes sociales y campesinos". En una carta, la guerrilla enumeró varios casos ocurridos esta semana y que incluyen tres muertes y dos atentados. 

De hecho, el mismo presidente Juan Manuel Santos tuvo que salir a condenar este agravamiento de la violencia y reiteró la reiteró la urgencia de implementar el nuevo acuerdo con las FARC. "Estos hechos son una evidencia palpable y dramática de los riesgos que la incertidumbre nos trae sobre la implementación de los acuerdos de paz", dijo en la Casa de Nariño el mandatario, quien espera firmar con el líder de las FARC, alias Timochenko, el nuevo acuerdo de paz en las próximas horas, en un acto cuyo lugar y día están aún por concretar.

Santos se pronunció desde la casa de nariño. (EFE)

Según las FARC, en los últimos días murieron Erley Monroy, quien fue hallado herido cerca de un batallón en San Vicente del Caguán, en el departamento de Caquetá (sur), y luego falleció en un hospital, y Didier Losada, asesinado por una persona encapuchada en su casa en el municipio de La Macarena, en el Meta (centro). A estos asesinatos, la guerrilla suman el de Rodrigo Cabrera, hermano del líder de víctimas de Policarpa, en el departamento de Nariño (suroeste), y atentados contra tres personas en diferentes partes del país.

"Vamos a actuar con absoluta firmeza y contundencia frente a estos hechos, y para revisar en detalle esta situación y evaluar las medidas de choque reuní a la Comisión de Alto Nivel para la Protección de los Derechos Humanos", sostuvo Santos en la sede del Ejecutivo.

El uribismo vuelve a la carga

La segunda razón que pone en riesgo la paz en el país es el rechazo al nuevo texto negociado con la guerrilla que ha expresado el senador, expresidente y abanderado de la oposición, Álvaro Uribe, quien aprovechó el pánico que desató en Colombia el recrudecimiento de la violencia para criticar el pacto anunciado el día 12 pasado, al considerar que es "apenas un retoque del acuerdo rechazado por los ciudadanos". Además, emplazó al Gobierno a que celebre otro plebiscito y no lo tramite por el Congreso, como se tiene previsto.

Uribe leyó un comunicado en el que culpa a Santos de "negar la posibilidad de un acuerdo nacional sobre temas sustanciales". Desde el revés en el plebiscito, fueron 11 las veces en que el equipo negociador y los promotores del 'no', encabezados por el líder del Centro Democrático, se reunieron para evaluar las propuestas y los reparos de este grupo al acuerdo inicial. Pero lo cierto es que en estos encuentros nunca se llegó a buen puerto y las diferencias parecen insalvables a estas alturas.

Uribe sostiene que se tienen que se modificar algunos aspectos relacionados con las sanciones a los guerrilleros, como "la no elegibilidad [de las FARC] mientras se cumplen penas" y "eliminar el narcotráfico como conexo al delito político". Agregó que han reconocido los avances en este nuevo acuerdo, pero cuestionó que en los temas en los que plantean ajustes el Gobierno diga no son revisables. "Sin estas reformas, el nuevo texto es apenas un retoque del rechazado por los ciudadanos", insistió.

Pero el jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, fue tajante y defendió que el nuevo pacto con las FARC incluye muchas de las observaciones hechas por los opositores a este proceso de paz, todas las posibles para lograr un acuerdo con la guerrilla. "Llegó la hora de avanzar", enfatizó. "Llegó la hora de unirnos alrededor de este nuevo acuerdo, de este acuerdo mejorado y ajustado, para implementarlo, proteger lo alcanzado y avanzar hacia la consolidación del fin del conflicto y la construcción de la paz. Los colombianos no pueden seguir viviendo en la incertidumbre", agregó.

De la Calle recordó que, tras cerrarse el nuevo acuerdo en La Habana, Santos se reunió con Álvaro Uribe y habló también con el expresidente Andrés Pastrana y la exministra Marta Lucía Ramírez, los rostros más visibles de la oposición, con el fin de explicarles los alcances de lo se negoció. Incluso afirmó que se les informaba a diario del avance de los conversaciones en la capital cubana. "Ni el presidente ni nadie del equipo negociador ofreció a los voceros del 'no' la posibilidad de revisar el acuerdo antes de su cierre", aclaró, tras cuestionar que, desde que regresó de Cuba, trató de reunirse con los detractores del proceso para que les detalle todo lo acordado, pero por falta de respuesta de estos no fue posible hasta este martes. 

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