Esta mañana Alberto Fujimori utilizó su cuenta en Twitter para mostrarse como el orgulloso artífice de que nuestro país sea hoy parte del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico APEC. Sin embargo, se olvidó de un pequeño detalle que lo liga aún más a estos encuentros anuales: que fue tras la edición del año 2000 que decidió no regresar al país y fugar a Japón.
Efectivamente era noviembre del 2000 y el entonces presidente Fujimori -que ya había anunciado la reducción de su mandato y convocado a elecciones-, viajó hasta Brunei para asistir a la cumbre APEC llevando de equipaje el mayor escándalo de corrupción de la historia republicana del país.
Sin embargo, el mismo día en que emprendió vuelo hacia el país del sudeste asiático, el fujimorismo recibía un golpe casi mortal al perder el control del Congreso tras la censura a su presidenta Martha Hildebrandt. Solo tres días después la oposición llegaría por primera vez en 10 años a la cabeza del Legislativo de la mano de Valentín Paniagua.
Con ese escenario, un Montesinos que no aparecía y que lo había llevado al ridículo mediático gracias al cinematográfico operativo policial para localizarlo en Chaclacayo y rumores de perdida de apoyo al interior de las Fuerzas Armadas, Fujimori tomó la decisión de apenas hacer acto de presencia en el Foro Internacional y marcharse al día siguiente a Kuala Lumpur y posteriormente a Tokio. Finalmente desde la capital nipona, tras unos días en que desde Lima no se daba crédito a sus sorpresivas 'movidas', terminaría renunciando a la Presidencia de la República desde el extranjero, la misma que sería rechazada por el Congreso que terminaría destituyéndolo por incapacidad moral.
Así sintetizaba ese acontecimiento el el periodista Ramiro Escobar en el artículo que escribió para Caretas sobre el hecho y que se publicó el 24 de noviembre de 2000.
"Más de 10 años después, tras numerosos periplos, el 13 de noviembre pasado Alberto Fujimori Fujimori emprendió su viaje final, que esta vez no tuvo ruta clara, ni retorno, ni siquiera un poco de vergüenza. Al irse ese día a Brunei, para luego quedarse en Japón indefinidamente, tras anunciar su renuncia, el ex mandatario coronó tristemente su trayectoria política que, si bien tuvo logros, estuvo continuamente sembrada por la la corrupción. Marcó así un funesto precedente: por primera vez, un presidente literalmente huye no sólo de sus responsabilidades sino de la más mínima decencia".
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