Hoy, el presidente del Grupo del Banco Mundial (GBM), Jim Yong Kim, anunció que la Corporación Financiera Internacional (CFI) recaudará US$5,000 millones durante los siguientes cinco años para infraestructura en países emergentes, que ayude a superar la pobreza. En su opinión sí es posible acabar con ella.  

De hecho, la infraestructura es clave para desarrollar los países al integrar a los pueblos y llevar servicios públicos. Algo que en el Perú aún constituye una brecha grande.

El funcionario indicó que más inversión en infraestructura permitirá el crecimiento económico, pero subrayó que se debe pensar de forma más crítica sobre el tipo de infraestructura que los países necesitan para competir hoy y mañana. “También debemos tomar más cuidado en asegurarnos de que estas inversiones beneficien a los más pobres y marginados”, anotó.

El Banco Mundial tiene como objetivo reducir la pobreza extrema (quienes viven con menos de US$1.90 al día) en un 3% para el año 2030.

Jim Yong Kim, que inicia su segundo mandato en el GBM, resaltó que la receta para terminar con la pobreza consiste en cumplir con tres aspectos: aceleración del crecimiento económico inclusivo y sostenible; invertir más y con mayor eficacia en las personas, y fomentar la capacidad de resistencia a múltiples choques y amenazas globales.

¿Esto será suficiente? Sin duda es una buena intención, pero mucho depende de la realidad de cada país y de las políticas económicas de sus gobiernos. Recientemente, en setiembre, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) emitió un informe según el cual América Latina es una región donde la pobreza y la indigencia son problemáticas que, con los matices de cada caso, atraviesan las fronteras nacionales. El 29.2% de los latinoamericanos (175 millones de personas) era pobre a finales del 2015. 

En el Perú, en el 2015, la pobreza disminuyó en 1.0 punto porcentual respecto al 2014; es decir, 221,000 personas dejaron esta condición, según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). La pobreza monetaria extrema, por su parte, alcanzó al 4.1% de la población y disminuyó solo 0.2 punto porcentual (53,000 personas dejaron de ser pobres extremos el año pasado).

De acuerdo con la Cepal, el Perú es el país que más redujo la pobreza en América Latina durante los últimos 13 años, disminuyendo en 32 puntos porcentuales. Claro, esto no lo pueden refrendar quienes son parte de las comunidades indígenas andinas y amazónicas, por citar un ejemplo.  

Fuente: SemanaEconomica.com

Lo dicho hoy por el GBM será atendido, pero cada gobierno actuará según sus metas (y ofrecimientos electorales, en algunos casos). Pedro Pablo Kuczynski (PPK) tiene como meta reducir el nivel de la pobreza a 10%, con crecimiento económico del país, para el 2021, al final de su mandato. Con ese propósito -ha declarado- buscará redistribuir mejor los recursos del Estado.  

Ahora que el gobierno ha logrado facultades para legislar sobre todo en materia económica, y que seguramente muchos de sus funcionarios tendrán en la mente el verbo 'destrabar' y, por tanto, tendremos algunos anuncios favorables para determinados sectores socioeconómicos, es importante que se potencien los programas sociales, que -pese a las críticas de quienes ven que todo se hizo mal durante el gobierno de Ollanta Humala- han jugado un papel fundamental para apoyar a los pobres del Perú.

El crecimiento económico, per se, no es la solución para reducir la pobreza, requiere de complementos sociales. Y, claro, recordemos lo que nos dijo Sabina Alkire: "No sólo se debe analizar la pobreza monetaria sino también el grado de nutrición y el acceso a salud y a buena educación".

Hay que escuchar al Banco Mundial, a la Cepal, entre otras instituciones, igual que a los analistas económicos, sí, pero también hay que enfocarnos en cómo viven los que están en pobreza, qué comen, qué piensan, qué requieren para tener una vida digna (segunda receta del Banco Mundial). Los indicadores del INEI y del MEF siempre serán fríos. PPK y Fernando Zavala tienen mucho por hacer en estos aspectos. Es cuestión de voluntad política.


(Foto: Alberto Ñiquen. Casa en comunidad nativa Nuevo Andoas, en Loreto)


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