Rolando Jiménez es hoy el director del Área de Derechos Humanos del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), la organización de defensa de los derechos LGTBI más emblemática de Chile. Sin embargo, muchos siguen identificándolo como su rostro principal y uno de los artífices de que hoy en dicho país las uniones entre personas del mismo sexo estén reconocidas por la ley gracias al Acuerdo de Unión Civil. Una responsabilidad que, lejos de abrumarlo, utiliza para continuar en la lucha por el resto de demandas de esta comunidad.

El último fin de semana este activista de 56 años estuvo en Lima participando del Encuentro Multipartidario de Derechos Humanos y Políticas Públicas LGTBI organizado por Idea Internacional y dirigido a las juventudes de las organizaciones políticas en el Perú, donde contó el proceso vivido en Chile para conseguir los avances de los que hoy puede presumir -aunque no sean suficientes- nuestros vecinos del sur.

LaMula.pe conversó con él sobre estos cambios y qué nos hace falta a nosotros para dar los primeros pasos hacia una sociedad que reconozca a todos sus miembros como ciudadanos de pleno derecho.

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Chile vivió hasta el año 90 uno de los regímenes dictatoriales más restrictivos de la región. ¿Cómo hicieron para superar esa etapa y avanzar hasta los logros conseguidos hoy?

Hay varios factores. Uno de ellos es sin duda el haber construido un movimiento homosexual con vocación de poder, con capacidad de incidir política y culturalmente en la sociedad chilena de una manera muy profunda. Nosotros desde el Movilh hemos logrado instalar un sentido común mayoritario que abomina la discriminación por orientación sexual e identidad de género. Y eso no ha sido gratuito. La sociedad chilena era profundamente conservadora, con una historia de un modelo económico, político y cultural de desarrollo impuesto por la dictadura a sangre y fuego que cambió la cultura nacional. Con la dictadura pasamos de tener una cultura donde lo colectivo era importante a una donde lo individual y el 'sálvate como puedas' paso a ser central, dejándonos consecuencias hasta hoy.

Para un país como el nuestro en el que aún no tenemos ni una sola política a favor de las personas LGTBI los pasos dados por Chile se han dado rápidamente, sin embargo ustedes consideran que no optaron por el camino fácil

Jiménez lleva más de 25 años en el activismo lgtbi

El Movilh entendió desde la hora primera que tenía que hacer un camino que no era fácil. La pelea en la que entramos al inscribimos en 1991 tenía que ir con el cambio cultural. Uno puede buscar ejemplos en el mundo y si, por ejemplo, se mira el movimiento homosexual norteamericano, uno puede ver que se desarrolló una lógica política que tenia que ver con construir espacios protegidos, una cultura de gueto donde además se ponía de eje el poder económico de los homosexuales. Y esa estrategia demostró que no provocaba el cambio que se necesitaba para terminar con la homofobia, porque cuando el movimiento homosexual norteamericano logró imponer en casi la totalidad de los estados un plebiscito sobre el matrimonio igualitario, los perdieron todos. Y lo hicieron porque se habían refugiado en guetos culturales, simbólicos y espaciales. Nosotros hicimos el camino largo pero tenemos la certeza de que el cambio cultural que hemos provocado en la sociedad chilena es irreversible. 

¿Qué herramientas sirvieron para ello?

La globalización de los medios de comunicación, la aparición de Internet, de los medios digitales, fueron utilizados de manera muy inteligente para visibilizar la forma en que operaba la discriminación. Además tenemos una política comunicacional que es muy proactiva y eficiente respecto de visibilizar no solo las denuncias que ocurren por temas de discriminación, sino también las propuestas, las movilizaciones, los avances. Una de las causas de ese cambio tiene que ver con que nosotros entendimos de que esa era una tarea de mediano y largo plazo, que tenía que ir con el cambio cultural. Trabajamos con la sociedad civil a través de los medios de comunicación. Tenemos la gracia de que la globalización permitió cambiar el mundo y hoy ya no se necesita juntar cien mil personas en la plaza publica. Si yo tengo 120 mil siguiéndome en Twitter, 150 mil en Facebook llegas a ellos más rápido. En los últimos años tenemos en las marchas por la diversidad sexual un promedio de cien mil personas y no ponemos un afiche en la calle.

"A pesar de que los medios de comunicación en el 90% están en manos del sector conservador, de la élite dominante chilena, siempre logramos establecer alianzas tácitas e implícitas con los periodistas, con editores y  pudimos amplificar nuestras denuncias, nuestras propuestas, nuestra capacidad de movilización. Eso es fundamental en la sociedad moderna".

¿Cómo han manejado la negociación política para conseguir que las demandas sean discutidas?

Otro elemento fundamental en el quehacer del Movilh y del cambio cultural y ético de la sociedad chilena para cambiar de un sentido común mayoritariamente homofóbico a uno que detesta la homofobia, fue la autonomía e independencia del movimiento de los partidos políticos. Nosotros no somos caja de resonancia de ningún partido. Yo milito en uno, tengo una alta valoración por la participación política, pero soy yo, Rolando Jiménez, que participa en un partido, no el Movilh. Por lo tanto cuando ganó la derecha con Sebatián Piñera, llegaba al poder la Unión Demócrata Independiente (UDI) y el Opus Dei, sin embargo el presidente era liberal en los temas que tenían que ver con la diversidad sexual. Hicimos alianzas, logramos empujar el carro y se dio la paradoja que la ley antidiscriminatoria que venía de dos gobiernos atrás de centro izquierda, la sacamos con un gobierno de derecha. Fue un gobierno de derecha quien mandó el proyecto original del ejecutivo para la unión civil. Claro, era reducido y lo mejoramos, pero fue de derecha. Y fue porque nosotros tuvimos la voluntad de ir a golpear las puertas de La Moneda y decir de forma directa '¿se acuerda, presidente, que usted sacó un aviso donde decía que iba a legislar sobre unión civil? Le fuimos a cobrar su palabra. El resto del movimiento social se aisló bajó la lógica de 'yo no converso con la derecha'. Un purismo ideológico extremo. Nosotros hemos entendido que estos son procesos de mediano, corto y largo plazo, y por tanto son cambios graduales desde el punto de vista político, cultural, ético de la sociedad en la que nos toca vivir. Nosotros nunca expresamos políticamente la postura que desde los movimientos sociales tradicionalmente se ha instalado en América Latina y el mundo respecto del todo o nada: o me das todo lo que yo te mando o yo me niego a sentarme contigo. Nosotros siempre entendimos de que este era un proceso gradual.

"Cuando nosotros estábamos peleando por despenalizar la sodomía en los años 90, salió un diputado de izquierda que hoy es senador y dijo 'no, hay que pelear por matrimonio igualitario'. Y yo por la prensa le respondí, 'perdóname pero la agenda del movimiento homosexual la fijamos nosotros, no ustedes'".

¿Cree que una ley de matrimonio es la demanda más urgente de la comunidad LGTBI?

Yo me niego a entrar en una dicotomía de qué es lo más importante. Creo que es tan importante la ley de identidad de género como la ley de matrimonio igualitario o la ley de adopciones. Tampoco pisamos el palito que pisaron la mayoría de países respecto a ponerse a pelear si era primero unión civil o matrimonio. Esa es una pendejada porque en definitiva la historia demuestra que en ninguno de los países donde hay matrimonio igualitario, lo hubo sin que antes tuvieran unión civil. Cuando tú logras poner la discusión, se te allana el camino y te acorta la brecha para pelear por matrimonio en cinco, diez, quince años. En fin, respecto a los temas de la población trans tenemos la convicción ética, moral, política y casuística de que la población transexual es la más vulnerable de la población LGTBI. Eso no está en discusión. Pero hay que entender los procesos dentro del movimiento homosexual. Cuando nosotros partimos en 1991, yo no tenía la más puta idea de qué era la transexualidad. Yo vine a saber lo que era y su problemática cuando el movimiento tenía cinco o siete años. Si nosotros no conocemos la diversidad sexual, las complejidades que tiene, la vida cotidiana de una persona trans, no lo puedes explicar. Por tanto también el movimiento hace su aprendizaje y una vez que nosotros lo hicimos no hemos parado de trabajar ni un solo día. Hoy en Chile estamos peleando por Matrimonio Igualitario, discutiendo ley de identidad de género, discutiendo ley de derechos de la infancia porque hay un capítulo sobre la niñez trans. No es que uno privilegie lo uno o lo otro.

Hay quienes sostienen que los gays son quienes tienen la posición más privilegiada dentro de la comunidad, que son los menos vulnerables...

junto al también activista chileno Luis larraín, participó de encuentro multipartidario con juventudes de los partidos políticos de nuestro país

A los hombres homosexuales nadie nos ha regalado un puto minuto de protagonismo, sino que lo construimos. Yo fui víctima de acoso, fui amenazado de muerte, me pusieron vigilancia policial en la puerta de mi casa, así que eso de que 'a los hombres homosexuales le es más fácil dar la pelea', es mentira. Si en el mundo no hay liderazgos lésbicos más potentes, no es culpa del liderazgo de los hombres homosexuales. Qué revisen primero qué está pasando con la sobreideologización, con una lógica del todo o nada, con la lógica de yo no converso con este porque es de derecha, de centro, con este porque es azul o amarillo. Nosotros nos debemos a la gente más vulnerable, que no es la que está en la academia, en las universidades o en los partidos políticos. Es el homosexual, la lesbiana, el trans que no tiene redes de protección ni poder, que son los más pobres. Porque la loca con plata se va a vivir su homosexualidad a Europa. Yo no tuve la oportunidad de hacerlo, ni la gente con la que me vinculo cotidianamente. No la tuve cuando tenía 20 años.  

Nosotros no nos quedamos esperando en las oficinas del Movilh a que la clase política se acercara a nosotros, sino que cruzamos la puerta. Somos una de las pocas organizaciones en América Latina que se reunió hasta con la Presidencia de la Conferencia Episcopal. Claro, no llegamos a ningún acuerdo pero fue un hecho simbólico y muy raro a la vez, porque ese día había ganado la presidenta Michelle Bachelet su primer gobierno, y se reunió con la Conferencia Episcopal en la mañana y con nosotros por la tarde.

¿Es la lucha por los derechos LGTBI una lucha ideológica? ¿No es más claro el apoyo desde cierto espectro político?

Ahora escuché una crítica de activistas peruanos diciéndome que cómo íbamos a 'conversar con la derecha si siempre han negado sus derechos'. ¿Con quien voy a conversar? ¿Con los que están convencidos de que los tengo? ¿Tengo que convencer a ese que ya tiene una escala de valores, un acercamiento y me respeta tal como soy o tengo que ganarme al que está en la postura de negarme derechos? Ninguna de las acciones y políticas públicas que hoy en Chile están convertidas en ley, ha surgido desde las instituciones. Todas surgieron desde el movimiento homosexual, nunca de los partidos. Ni de la derecha, ni de la izquierda, ni del centro. Porque en ese plano, hablando del año 90, la homofobia del partido comunista, del socialista, de la democracia cristiana, de la ultra derecha, de los milicos, toda era la misma. El que diga que la izquierda latinoamericana y chilena ha sido más proactiva en el aspecto de nuestros derechos, está mintiendo. Basta ver lo que pasa con el proceso revolucionario bolivariano donde no hay un avance para la población de diversidad sexual. Hay que ver lo que pasó en Cuba hasta hace pocos años que si no es que se mete la hija de Raúl Castro en los temas, no habría ni un avance. Es cosa de mirar el régimen de Rafael Correa que ha hecho cosas muy interesantes en aspectos constitucionales pero que ha dicho con todas sus letras que mientras él sea presidente no habrá matrimonio igualitario. Es lo que hay y son gobiernos revolucionarios, de izquierda, anti-imperialistas.

Quizá no en Chile, pero al menos en Perú el apoyo a la comunidad LGTBI en los últimos años, salvo la presentación de un proyecto de unión civil, ha venido de la izquierda

¿Pero está dispuesta a más? Aparte del discurso, de decir 'estoy con la causa de los derechos humanos', ¿está dispuesta a jugársela, encabezar y acompañar las movilizaciones de la diversidad sexual? 

Aquí, hasta el momento, sí

Bueno, pero Perú tiene una historia de organización LGBT diez años más antigua que en Chile. Aquí el Mhol surgió antes....

Quizá es una cuestión de contextos y que los movimientos de izquierda o de derecha no son iguales en todos los países. Aquí los únicos congresistas abiertamente homosexuales no son de izquierda

En Chile recién hace dos meses logramos que tres parlamentarios de la UDI dijeran que están de acuerdo con matrimonio igualitario, con unión civil. Logramos meter una fisura a la derecha, pero no basta. Estos son temas de Estado, de país, no me basta con que la izquierda me diga qué bueno. Hay que sumar a los que tienen cuotas de poder y la derecha tiene una cuota de poder importante en nuestros países, me guste o no me guste. Juntarse con los convencidos no tiene mérito, ni un solo mérito.

¿Qué se debe entender para poder conseguir los cambios?

Entender que estos son cambios de corto, mediano y largo plazo. Lo primero que hay que hacer es trabajar por el cambio cultural. Tienes que tener una política de comunicación respecto a lo que estás haciendo que sea eficiente. Hoy es posible a través de las redes sociales informar en tiempo real lo que estás consiguiendo, y cada conquista por mínima que sea te la tienes que apropiar, porque es producto de tu esfuerzo, no porque te la regalaron graciosamente desde el poder político, económico o de los medios de comunicación. Luego de tres décadas de los movimientos de mujeres por el aborto libre, no paso nada. Armamos hace tres años una ONG con un grupo de mujeres (Movimiento por Interrupción Legal del Embarazo) y al primer año, en un contexto de las elecciones presidenciales, logramos que se incluyera el tema en la discusión política. Hoy estamos cerca de un proyecto de aborto terapéutico por tres causales. Las feministas radicales dicen que vale callampa (no vale nada), que son tres causales. Pero la realidad es que van a ser un avance porque esas tres causales benefician a las mujeres más vulnerables de Chile. 

¿El consejo es conversar con todos más allá de la posición mostrada respecto a los derechos LGTBI?

La mayoría de las veces que los movimientos sociales -sea el estudiantil, el de los trabajadores, el de la diversidad sexual, los pueblos originarios- se meten en la lógica del 'todo o nada', se quedan sin nada. Esa es la realidad. Hay que entender que los cambios son graduales. Claro, hay momentos en la historia de los pueblos donde se producen dinámicas de aceleramiento social y cambio cultural. Por ejemplo, en Chile tenemos una crisis enorme con la corrupción que todavía no toca fondo. ¿Va a acabar con todo? No, es una crisis de representación, de corrupción , de credibilidad, pero estoy seguro que vamos a salir fortalecidos. Hay que estar muy abierto para conversar y discutir con todos. No saco nada, insisto, con juntarme con mis amigos, ¿para qué?, si ellos me van a decir que estoy bien.


¿De dónde se saca paciencia para tolerar a gente como el autodenominado 'pastor' Javier Soto, que en los últimos años se ha convertido como una caricatura andante de la homofobia en Chile?

'Es parte de'.  Pero, mira, yo soy un sobreviviente de la época de la dictadura. Yo estuve preso, fui relegado, torturado como muchos otros chilenos. A mí me pusieron una pistola en la cabeza, amenazaron con dinamitarme, me torturaron. Así que el hecho que un tipo me grite en la calle, me persiga, vaya hasta mi casa, a la oficina, es parte del inventario. Pero bueno, use las leyes de la democracia e hice que lo condenaran a 300 días de cárcel. Uno tiene que tener la habilidad de utilizar esas caricaturas tan bestiales de homofobia a su favor. Quedan desnudos al completo cuando logras demostrar ante la opinión pública que eso es de de lo que estamos hablando. La homofobia, el odio irracional, la violencia, el vivir en una ciudad como la nuestra donde la homosexualidad había sido considerada tanto tiempo una patología, una afrenta. Todo ese extremo termina siendo funcional, en el buen sentido de la palabra, a la causa de la diversidad sexual.

¿Qué tanto afectó la influencia de la Iglesia Católica en el cambio cultural de Chile?

El drama de Chile es que teníamos la dictadura feroz que cambió culturalmente el país en todos los planos, pero que a diferencia del resto de América Latina teníamos una iglesia tremendamente prestigiada, porque fue la que se puso a parar las violaciones a los derechos humanos. Yo mismo fui tributario de esa protección, por decirlo de alguna manera, cuando estuve preso. Terminó la dictadura, inició la transición y teníamos entonces una iglesia que con la capacidad de vetar todo. Y por eso en Chile no hubo divorcio durante 15 años a pesar de que el 90% estaba de acuerdo. Por eso no hubo política de educación sexual durante veinte años -aún no la hay, recién la estamos armando-. No hubo una separación efectiva entre iglesia y Estado, y fue la emergencia del movimiento homosexual, la corrupción y la protección feroz de la iglesia a los curas abusadores, lo que terminaron por socavar ese prestigio que se había ganado legítimamente durante la dictadura. 

"La sociedad chilena era católica pero a su manera muy peculiar. La iglesia toda la vida ha dicho que el sexo solo cabe dentro del matrimonio y que su fin es la procreación, sin embargo en Chile tenemos dos tercios de los niños nacidos fuera del matrimonio hace treinta años ¡y se consideran católicos igual!"

¿Ha sido fácil llegar con el Movilh hasta aquí?

Yo soy un autodidacta, no tengo un título, tengo cuarto medio, vengo de una población pobre. Entonces muchos dicen ¿qué opina este huevón picante? Yo soy un huevón rasca, que viene del pueblo. No tengo plata, no tengo título, pero construimos un movimiento homosexual potente, poderoso, con capacidad política, con vocación de poder. Si los movimientos no la tienen, no van a cambiar nada. Se quedaran en el reclamo, en la vereda del frente gritándole al otro que son unos' pobres desgraciados', 'malditos homofóbicos'. Hay que cruzar la calle, golpear puertas, derribar muros, convencer, educar, hacer pedagogía todos los días. Y está ahí, porque todos los días hay casos de discriminación brutales contra la gente homosexual. Contra los más pobres, no la loca rica que se va a su barrio, se encierra en su departamento o se va fuera del país a vivir su homosexualidad. Cuando se plantea la lógica del 'todo o nada' ¿a quién le sirve? ¿a los gays y lesbianas del interior? No po'


foto de portada: agencia uno

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