Era su última carta y la jugó apostando a ganador. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se presentó este lunes ante el Senado para ejercer ella misma su defensa, aprovechando su discurso -que podría ser el de despedida desde este poder del estado- para dirigirse no solo a sus verdugos políticos sino también ante el país.
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Con un tono firme y sorprendiendo con una tranquilidad que pocos esperaban, Rousseff negó nuevamente que sea responsable de los denominados 'crímenes de responsabilidad' de los cuales se le acusa e insistió en que lo que se estaba por perpetrar era un golpe de Estado.
"No lucho por mi mandato, vanidad o apego al poder. Lucho por la democracia, la verdad y la justicia".
Sin embargo, pese a la convicción que mostró durante su alocución, la mandataria no pudo evitar emocionarse en algunos momentos puntuales, como al recordar cuando fue hecha prisionera y sometida a torturas durante la dictadura militar.
"Vi compañeros mientras eran violentados y hasta asesinados. Era muy joven, tenía mucha esperanza en la vida. Tengo secuelas de tortura en el cuerpo y el alma, pero no cedí y resistí, resistí las tempestades del terror. Continué luchando por la democracia. Hoy, como en el pasado, resisto. No esperen de mí el silencio de los cobardes. No lucho por mi apego al poder, lucho por la verdad y por la justicia. Lucho por los pobres de mi país".
Sin dar su brazo a tocer Rousseff recordó el compromiso que asumió al ser elegida la primera presidenta de Brasil, el mismo que reiteró cuando inició su segundo periodo a inicios de 2015.
"El 1 de enero de 2015 asumí mi segundo mandato, fui electa por más de 54 millones de votos. Asumí un compromiso de defender y cumplir la constitución para sustentar la unión y la independencia de Brasil. Respeté el compromiso que asumí y estoy orgullosa por ello (...) Jamás atentaría y practicaría actos contra los intereses de los que me votaron. Como todos tengo defectos y cometo errores, pero entre mis defectos no están la cobardía y la deslealtad".
La mandataria llegó hasta la sede del Senado acompañada entre otras personas cercanas del expresidente y antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, mientras que en los exteriores del edificio cientos de manifestantes le expresaban su apoyo.
Dentro del hemiciclo, en las graderías, otros personajes de la cultura y sociedad brasileña como el reconocido cantautor Chico Buarque, ocupaban sus lugares para el inicio de la sesión, que hasta el cierre de esta nota continuaba con las preguntas de cada uno de los senadores a la presidenta.
"Seré juzgada por un crimen que no cometí. Tengo mi conciencia absolutamente tranquila por lo que hice. Estamos a pasos de cometer un verdadero golpe de Estado".
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