El crecimiento exponencial de la producción fílmica de nuestro país en los últimos años viene con propuestas para todos los gustos. Hay desde las 'Asu Mares' y los ejercicios en el género de terror, hasta películas independientes con narrativas menos convencionales, como 'Videofilia' y [wi:k]. Esta última, luego de participar en el Bafici de Argentina, ha logrado 'colarse' dentro de la selección oficial del tradicional Festival de Cine de Lima, organizado por la PUCP.

[wi:k] se alinea en la larga tradición cinematográfica de contar historias sobre jóvenes frustrados por la anomia y el letargo en la ciudad. Nosotros bautizamos al 'género' como "pastrulos en la ciudad" para hablar de esto, el director de la película, Rodrigo Moreno del Valle, nos contó que un mexicano lo nombró una vez como "chavos en la ciudad". Como se puede ver, es un tema moderno y universal, que nos ha dado con los años cintas del calibre de Slacker (Richard Linklater, 1991), Clerks (Kevin Smith, 1994) y, dentro de Latinoamérica, 25 Watts (Stoll & Rebella, 2001).

A pesar de estas relaciones directas, [wi:k] es una propuesta fresca dentro del marco del festival, y dentro del cine peruano también porque ninguna película ha explorado esas sensaciones de esta manera. Una obra sin grandes pretensiones, pero que traza su universo con honestidad, siempre es bienvenida. Conversamos con Moreno del Valle sobre cómo hizo para optimizar los pocos recursos que tenía para realizar el filme, y qué lo motivó durante todo este tiempo a seguir con un proyecto que no pretendía buscar 'grandes verdades'.


El género de 'pastrulos en la ciudad' ha sido bastante transitado en el mundo, y en Latinoamerica en general. ¿Cuál crees que es el giro que diferencia a [wi:k]?

En primer lugar, a mí este "género" me gusta un montón. Son el tipo de películas que me gusta consumir. Más allá de eso, creo que lo que diferencia a [wi:k] es que estos son temas que no se han tratado mucho en nuestro contexto. Tal vez ha sido así porque en el cine peruano hay cierto pudor en contar historias de chicos de clase media que no tienen ‘grandes problemas’. Pero estas películas merecen hacerse aquí porque existe una suerte de sentimiento de desesperanza entre la gente que tuvo esa edad hace 10 o 15 años -y la que la tiene ahora- frente a la idea de que 'pase algo' en Lima, de que las cosas se muevan.

Somos un país que ha tenido mucha violencia, muchas cagadas. Y creo que no nos hemos dado el tiempo de pensar en esas pequeñas historias que también construyen nuestra identidad pero desde otro lado. A mí me interesaba poder rescatar eso, porque es lo que yo he vivido. Creo que es por eso que mucha gente se está identificando con la honestidad de la película y con la historia sin ninguna pretensión que carga.

Hablabas de este pudor, esta falta de películas así en nuestro cine, y sólo se me ocurría 'Mañana te Cuento'.

Claro, yo disfruté mucho el arranque de esa película. Estos patas en plan de joda. De ahí cuando las cosas se ponen un poco más serias.... se perdía esta atmósfera de la que hablo.

Veo cierto parecido físico entre el protagonista de la película y tú, ¿hay un tono autobiográfico en [wi:k]?

Yo creo que hay un 'sentimiento' autobiográfico total. Pero no es que me haya pasado algo parecido a lo que pasa en la película. Tiene más que ver con cómo me sentí al no ingresar a la universidad a la primera, al tener los ojos de la gente de mi entorno juzgando o esperando ciertas cosas de mí a los 18-20 años.

Trabajas como director de publicidad, pero la propuesta de la película es bien distinta a ese rubro. ¿Cómo hiciste para abordar el contraste?

Foto: Jimena Aragón/lamula.pe

Lo que pasa es que yo empecé en esto por la inquietud de hacer cine. La publicidad llegó después, como un oficio. La pasión que le meto a la publicidad, porque no es que no le meta pasión, va por otro lado.

Pero el cine es otra cosa. Si tú ves mis cortos vas a poder encontrar de dónde viene el estilo que hay en [wi:k]. La puesta en escena que a mí me interesa, la voz que estoy tratando de buscar desde hace 11 años. Creo que yo estoy en mis películas, y lo que ves en [wi:k] es mi búsqueda. Lo otro no me pertenece a mí sino al cliente.

Trabajaste con actores del Colectivo Imprología, que tienen un registro muy distinto al que maneja la película. ¿Cómo se te ocurrió llamarlos?

'La Impro' tiene algo que a mí me encanta y que es fundamental al actuar, la escucha. Son actores entrenados para escuchar al otro y poder reaccionar e improvisar. Yo sabía que el tono y el registro se podían manejar. Podíamos sentarnos a ver una película y decirles "quiero algo más naturalista", bajarles las intensidades. Me parecía que eso era lo más fácil. Lo más difícil es pedirle a los actores que se escuchen entre ellos, y eso los chicos de 'La Impro' lo tienen dominado.

¿Por qué sientes que esta capacidad de escuchar era necesaria para los personajes de la película?

Creo que el guión estaba escrito con una estructura. Pero para encontrar una especie de verdad, los actores tenían que ser un poco ellos mismos. El guión cinematográfico es una herramienta, se puede cambiar, porque poner palabras en boca de la gente es como obligarla a decir algo que no le es natural. Entonces, con Illary (Alencastre, coguionista) llegamos hasta un borrador n°3 y luego hicimos 6 versiones más reescribiendo con los actores. Tuvimos un proceso de ensayo de 4 o 6 meses, porque como no teníamos plata para filmar, aprovechábamos el tiempo para ensayar y jugar.

Varias de las locaciones que usaste han sido en Lince, en otra entrevista dijiste que sentías cercano a ese distrito, pero no suele ser el lugar soñado para filmar...

Lo que yo quería era tener algo que todavía rescate la vida en la calle. Además, he vivido en el límite de Lince con San Isidro por mucho tiempo. Y he 'lateado' por ahí desde siempre, admirando esa arquitectura de barrio, esa cosa tan íntima, tan de callecitas. Para mí era muy romántico caminar y pasar por José Leal, el Parque Castilla. Y, además, es un distrito que no cobra para grabar en la calle (ríe). El destino se alineó para que se puedan juntar 'feelin' y practicidad. Y se pueda filmar en Lince.

Foto: Jimena Aragón/Lamula.pe

Ayudó a dar esa sensación de que 'todos los días es domingo', como dicen en la película.

Las locaciones elegidas tienen un poco esta austeridad romántica. Quería ese 'feelin' de calles oscuritas, de domingo, donde todos está metidos en su casa. Reforzamos esta atmósfera, también, usando un poste de luz que compramos en Paruro y un grupo electrógeno portatil para que sea nuestra luz principal al filmar exteriores de noche. Pero creo que más allá de la locación, lo que yo traté de hacer fue retardar un poco el arranque narrativo de la película porque quería hacer sentir -también con las cámaras fijas y los planos únicos- ese letargo.

El Festival de Lima tiene una linea de cine más producido. ¿Fue difícil meter una película de corte más independiente en él?

Bueno, no sé. La verdad es que yo no esperaba que me inviten, mucho menos a la competencia oficial. Pero fue una sorpresa súper grata porque siempre es bueno que haya un bicho raro 'indie' ahí. Me siento cómodo ocupando ese lugar.

[Foto de Portada: Jimena Aragón/Lamula.pe]

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