Christian Sari tiene apenas 22 años y ha redescubierto hace tres, aquella pasión que de niña colmaba sus veranos. Aunque en realidad de pequeña vivía en un remolino de actividades que su mamá incentivaba (cursos de ballet, danza tradicional, música y pintura) lo que a ella siempre le gustó fue dibujar y si bien sus padres consideraban reliquias aquellas primeras ilustraciones, la encaminaron a seguir una carrera que se aleja de los trazos artísticos: publicidad.

Entonces desde que se acabaron aquellos veranos infantiles y llegó la decisión juvenil de seguir la profesión convencional, Christi se alejó del dibujo sin saber que en ese período –donde renegó por no estudiar algo que la apasionaba aunque agradeciendo que sea una herramienta para ampliar su visión del mundo– la publicidad la llevaría a sorprenderse con un lado del arte que aun no conocía. En el 2013, gracias a un convenio universitario, obtuvo un beca para estudiar un semestre en la Universidad de Arte y Diseño de Santa Fe donde reconectó enseguida con su pasión artística.

“Siempre pinté con acrílicos y nunca tuve un acercamiento a la acuarela pero si decidí especializarme en eso fue porque siento una gran admiración por la técnica, es tan bella”, cuenta Christi que además recuerda cómo la descubrió. Fue gracias a Silvia Pelissero, una artista italiana de técnica impresionante, conocida como Agnes Cecile. “Veía sus videos y me cautivaba. Así fui aprendiendo, viendo que no solo es una técnica sino una herramienta para expresarte de muchas formas. Estoy enamorada de las acuarelas, aunque siempre le tendré mucho cariño a mis acrílicos” asegura Sari.

Empezó a experimentar con rostros, fotografías de desconocidos que ella interpretaba en capas de colores aguados. Solo tenía 18 años entonces, y al volver de Nuevo México, para seguir con la carrera publicitaria que concluye este año, sus amigos la animaron a ser parte del mundo virtual donde la movida artística juvenil genera un espacio descomunal para compartir y encontrarse. “No me sentía preparada y se lo dije a mi amigo que insistía en que nunca me iba a sentir preparada y que lo haga no más. Entonces lo hice y él fue el primero en enviar las invitaciones”, comenta Christi que ahora tiene casi 4000 seguidores en su página.

“No me sentía preparada para mostrar rostros y empecé a experimentar con animales: osos, lobos, mamíferos salvajes. Para mí los animales reflejan nuestro lado espiritual, esa conexión emotiva con las personas y por eso empecé a unir la manifestación del cuerpo y el rostro humano con el del animal”, comenta Christi. Esa dimensión salvaje donde la naturaleza convive de manera fantástica con uno mismo se refleja en su trabajo desde su primera muestra en El Mundo Papel, junto a la artista Bururú, llamada “Flaura”.

Ahora con los años dice haber mutado, sin duda intenta mejorar sus trazos y si bien nunca ha descuidado su carrera, siempre encontró un momento para seguir con lo suyo. “Me puedo encerrar horas intentando vencer la frustración, para que un trazo me salga bien y ha sido duro pasar del acrílico a la acuarela, si bien llevé algunos cursos aquí no hay dónde aprender esa técnica en particular”, asegura Christi que todo lo aprendió con ímpetu autodidacta pero afirma que planea estudiar en la Escuela de Bellas Artes cuando acabe sus estudios publicitarios. “Quiero investigar más, no solo la técnica sino a mí misma, explorar y retarme, ver hacia dónde puedo ir. Me nace, no soy buena escribiendo, por eso mis metáforas siempre serán visuales.”

El mundo fantástico de Christi Sari evoluciona, porque ahora las acuarelas no solo se limitan a una ilustración en papel. Invadida por otros referentes visuales, como la artista inglesa Sandra Dieckmann y la fotógrafa rusa Katerina Plotnikova (incluso musicales como la compositora noruega Aurora Aksnes) con quienes comparte un concepto familiar, Christi está experimentando una visión alternativa de su propio mundo, creando una dimensión alterna para el humano-animal. Su propuesta consiste en realizar ilustraciones con acuarela y hacer un montaje digital con fotografías, exponiendo así que escenarios más fantásticos pueden construirse desde su pequeño taller.

Christi Sari tiene apenas 22 años y muchas ideas por concretar. De hecho varias se han ido realizando, como participar de iniciativas sociales compartiendo su arte, compartir sus ilustraciones para afiches de músicos locales o trabajar el desarrollo de diseño de marcas, también ver sus ilustraciones impresas en accesorios personales y traspasar sus metáforas del papel al audiovisual incorporando la danza moderna. Ahora en esta nueva etapa espera compartir una muestra individual pronto: “No quisiera que fuese solo una exposición sino una experiencia, algo que genere una reacción. La idea es también inspirar a otros.”