"Coto de Caza" es para Juan Yactayo Sono una cuenta pendiente que nació en las aulas donde tuvo su primera aventura universitaria. Fue mientras estudiaba su segunda carrera cuando decidió materializarla y ahora que va por la tercera le es inevitable mostrar la emoción que le genera el que ya quede muy poco para que por fin vea la luz. 

Precisamente son cada una de estas etapas estudiantiles las que le han dado forma a un proyecto que por osado ya ha despertado el interés de muchos. La arquitectura que le dio una base al comparar los lugares para encuentros 'clandestinos' entre homosexuales con hitos urbanísticos, la fotografía para registrar el recorrido por estos y finalmente la comunicación para transmitirlo a una sociedad que ve con rechazo todo aquello que resulta distinto a lo 'moralmente' impuesto.

¿Cómo son estos lugares que se resisten a mantener su anonimato en la ciudad y donde el idioma reinante son los gestos y la exploración de los sentidos? ¿Qué tanto tuvo que implicarse este joven fotógrafo en las escenas que registró para lograr el objetivo que se planteó al imaginar este proyecto?

LaMula.pe conversó con Juan a pocas semanas del lanzamiento del libro que para él supone algo mucho más potente: un instrumento para vivir de cerca una experiencia a la que no pocos se entregan.

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Coto de caza es este espacio de cacería donde uno de los actores tiene clara ventaja y dominio sobre el otro. ¿El nombre describe en ese sentido lo que te encontraste en estos lugares?

Algo así. En realidad hay una dinámica de poder bien interesante dentro. Esto de que hay alguien siempre con el poder del cazador de 'levantarse' a alguien y otro que se deja 'levantar'. Siempre hay esta dinámica que tampoco es fija en los que intervienen, pues van cambiando los papeles, pero sí hay cierto desequilibrio de poder entre las personas de todas maneras. No es que no sea sexo consentido, pero siempre hay desequilibrio ahí. Y también creo que tiene que ver con que tan cómodo te sientes ahí, para moverte en el lugar. Interactuar con los demás y todo e entorno en sí.

¿Cómo nació la idea de un proyecto así?

Todas las imágenes del libro fueron tomadas con un teléfono celular/ Foto Juan Yactayo

Para mi el rollo de mis proyectos siempre ha sido acerca de la identidad y la sexualidad es una gran parte de la identidad de una persona. Siempre me ha interesado explorar cómo se construye la identidad que tiene que ver con el género, la orientación sexual. La mayoría los he ido desarrollando cuando todavía estaba estudiando fotografía, entonces era un espacio para explorar el tema que me interesaba y también a mí mismo respecto a ello. Efectivamente Coto de Caza nace en un curso del Centro de la Imagen, en cuarto ciclo, pero el interés por el tema lo tenía cuando estudiaba arquitectura. Había un curso en el que tenías que hacer como un ensayo, una investigación académica, y estos lugares me atraían un montón porque urbanísticamente son muy interesantes. Supuestamente una ciudad se organiza en por hitos. Todos los habitantes tienen una serie de hitos que reconocen y es por eso que pueden ubicarse por la ciudad y saber por dónde ir. Y esta serie de hitos están dentro de esta red pero solo son visibles para cierto sector de la población, que en este caso serían los hombres gays. Me pareció super interesante como estas dos redes urbanísticas se sobreponían y funcionaban al mismo tiempo. Nunca llegue a hacer la investigación porque me fui de la universidad pero igual me quedé con la idea en la cabeza y cuando pasé a fotografía me propuse retratarlo. El curso apuntaba hacia realizar un proyecto y dije 'es el momento'. 

¿El tipo de registro fue el mismo que decidiste usar desde un comienzo?

Al inicio fui explorando, de hecho en esa primera etapa era un poco más documental la cosa, más como lejana. Pero eso era también por mi propia aproximación a los lugares ya que era más como tercera persona, hasta que poco a poco, y casi sin darme cuenta, se fue haciendo más personal.

¿Voyerista?

No sé si lo definiría así porque tenía un temor natural ya nunca había ido a esos lugares salvo alguna vez con un grupo de amigos en plan 'chongo'. Claro, no era lo mismo que ir solo por la noche. Entonces era un poco una manera de protegerme el decirme a mí mismo que estaba yendo como fotógrafo y que era todo lejano.  Pero cuando terminó el curso, decidí seguir con el proyecto y empecé a trabajar con las chicas de Pequeño Pato Savaje, me enfrenté de una manera diferente a él, salieron cosas más personales. Las primeras fotografías que tomé me preocupaban más por la composición, porque fueran fotos formalmente bonitas, pero poco a poco fui dejando eso de lado para transmitir más cosas que no se podían de una manera clásica. 

En una entrevista dijiste que se trata de una representación artística de las experiencias humanas, y en otro medio calificaron al proyecto como algo que muestra sensibilizar sobre una realidad de las personas gays en Lima. ¿Dónde lo colocas tú?

Yo creo que es un poco de ambos, el detonante del proyecto no fue una cosa activista pero igual creo que es importante que, en el contexto donde estamos, se pueda visibilizar ese tipo de experiencias que también son parte de la comunidad LGTBI y de la experiencia humana en general. El hecho de que salga un libro artista, fotolibro, que se va a mover en ese contexto de arte, es importante porque muestra estos seres que usualmente no se quieren ver y que si lo hacen los califican como denigrantes o negativos. Ponerlos en otro contexto sirve para visibilizar y eso es un poco... no sé si protesta sería la palabra, pero ponerlo ahí no tiene nada de malo, es una experiencia más.

Resulta interesante porque se podría decir que contribuyes a destruir esta tendencia a 'higienizar' la homosexualidad que para muchos es un absurdo. ¿Esperas que sea una herramienta para ello?

foto lamula.pe

Yo creo que es un proceso. Cuando recién empecé a ir nunca olvido que me preguntaba qué estaba pasando. Poco a poco fui liberándome de mis propios prejuicios y metiéndome más en la experiencia. Creo que sí es importante pero no tanto para que mi libro llegue a manos de heterosexuales y vean otro mundo y se abran de mente, porque no creo que sea tan fácil. No creo que el libro en sí solo lo logre, pero sí hay una intención tácita de ir contra esta tendencia a que tienes que ser correctito y decirle no al 'escándalo'. Creo que es importante ponerlo bajo otra luz. El libro no apunta a decir "mira estos lugares cochinos donde gente va a tirar", sino "mira este lugar como una experiencia", " mira este lugar que puedes relacionarlo a otros aspectos de tu vida". Esto de ir y encontrarte con alguien, realizar dicho encuentro y esas dinámicas de poder que se reproducen también en otros lugares, aunque quizá no con la misma intensidad.

¿Estás de acuerdo con aquellos que incluyen este tipo de lugares en el concepto de lo underground?

La mayoría a los que fui, no todos, son relativamente clandestinos. Creo que es un poco por tratar de mantener esa expresión de la sexualidad gay como que medio oculta y taparla para que los gays sean más 'respetados'. Tiene un montón de prejuicio, un montón de homofobia internalizada el hecho de que estén super escondidos y que la gente quiera que estén así porque asumo que el público que va quiere ese anonimato y esa cosa escondida. Hay mucha gente que va y no tiene otra forma de expresar su sexualidad, entonces supongo que también les sirve.

Bueno, tampoco es que sea algo exclusivo de los homosexuales...

Ah, obvio, hay muchos lugares así heterosexuales e igual son medio clandestinos porque la sociedad en Lima es reprimida también. Es un poco reflejo de la sociedad. Se asume automáticamente que todo lo que sale de la norma debe ocultarse y si es gay, mucho más. 

¿Vamos a encontrar en el libro una secuencialidad? ¿Un orden en las fotografías que nos cuenten una historia?

"Los lugares tienen una estética muy particular, muy fuerte"/ Foto Juan Yactayo

Tiene un orden referente a experiencias. Es bien sensorial. Tome mil fotografías que luego para editarlas fue horrible, dolorosísimo, pero la edición final a la que hemos llegado nos ha sorprendido igual. Es como sumergirte a la experiencia de ir, entonces hay momentos que son más oscuros, más vertiginosos, otros más calmos. No es que tenga una linealidad de entré, subí, vi, salí, pero sí hay una línea dirigida a que las emociones vayan fluyendo. Hemos tratado de que sea una edición bien orgánica para que alguna persona que nunca haya ido o que no sea gay siquiera, pueda identificarse con la sensación que te transmite la foto y que se relacione con la experiencia más que con el lugar en sí. Con la experiencia que supone ir a ese lugar.

¿El usar una cámara de teléfono fue algo intencional? ¿Te dificultó el trabajo?

En realidad me ayudó porque la cámara del celular no es una profesional, no te da imágenes super nítidas, tiene ruido, están movidas pero creo que igual eso aporta la sensación de vouyerismo que está inherente en el proyecto, así que obviamente fue también una necesidad técnica. No había forma de que llevara mi cámara porque de hecho esta prohibido tomar fotos. Era la única forma de resolverlo y que a la vez me parece que aportaba al sentido del proyecto.

¿Te has visto obligado a retocar algunas imágenes?

No ha habido mayores retoques salvo algunas cositas de luz porque todo ha sido con mi celular y no es, pues, la mejor cámara. Pero básicamente no hay alteración, los lugares tienen una estética muy particular, muy fuerte, así que me encantaban las fotos tal cual.

Es imperdonable no preguntarte por cómo viviste la experiencia más allá de saber que estabas yendo con un objetivo profesional...

"Hay un montón de homofobia internalizada en el hecho de que estos lugares estén super escondidos"/ Foto Juan Yactayo

Bueno, de hecho que la primera vez que fui lo hice en momentos en que sabia que iba a estar vacío. El lugar abría a las dos de la tarde y a esa hora estaba abierto pero no había nadie. Me facilitaba fotografiar un poco más libremente, pero también me sacaba de la experiencia porque no había nadie más. Poco a poco, ya cuando vi que el proyecto en general iba por una cosa más, digamos, personal, explorándome dentro del contexto, fui yendo en momentos donde había más gente. Hubieron muchas veces en que fui y no pude fotografiar nada porque había mucha gente u otros inconvenientes, pero igual servían para entrar un poco más en el contexto de lo que quería expresar con el proyecto en sí. Al final tuve que ir en momentos en donde tenía que tratar con personas, aprender los códigos que la gente maneja para saber cuando puedes dejar que alguien se te acerque o que no, o como moverte para no llamar la atención o sí. Tuve que aprenderlos para ser uno más de ellos y no estar solo con mi cámara tomando fotos. Tuve que meterme a la dinámica, fue complicado, me daba algo de miedo, pero mis editoras me dijeron ¡hazlo! y bueno, lo hice (risas)

Otro aspecto interesante es que han logrado financiar parte del proyecto con esta dinámica de crowdfunding que cada vez se vuelve más popular. ¿Les sirvió? ¿Por qué recurrir a ello?

No llegamos a la meta que teníamos pero hemos conseguido una parte relativamente importante que igual supone dinero que no teníamos antes y todo bien. Estoy trabajando con una editorial nueva e independiente, entonces tampoco es que tengan el gran fondo pero sí muchas ganas. Son mis amigas desde hace tiempo así que decidimos trabajar juntos y cuando decidimos solicitar la colaboración externa entendimos también que era una manera de exponer el proyecto e involucrar a gente que está interesada en colaborar y darle ciertas recompensas de acuerdo a lo que colaboraran. Es una plataforma paja porque se va creando como una pequeña comunidad de gente interesada en tu proyecto que luego puede seguirlo en su camino a hacerse realidad. 

¿Este libro se convertirá en una especie de 'guía' sobre estos lugares en Lima?

Yo creo que tampoco es la intención sacarlos a la luz y decir todos están aquí. En el libro no hay una identificación de la avenida tal con el número tal. Es imposible controlar lo que va a sentir la persona que lo vea, pero sí sería paja que genere conversación, y no digo que positiva o negativa, pero que igual esté ahí, que no sea como un tema tan tabú. La conversación siempre es positiva. Que sea solo un tema más.



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