La violencia generada por el racismo y la brutalidad policial en Estado Unidos persiguen hasta Europa al presidente de ese país, Barack Obama, quien este viernes se pronunció por el asesinato de cinco policías en Dallas, Texas, a manos de francotiradores, durante una protesta ciudadana por la muerte de dos personas negras en las últimas 48 horas en Luisiana y Minesota.

"Aún no conocemos todos los detalles. Lo que sí sabemos es que este ha sido un ataque despiadado, calculado y despreciable contra agentes de seguridad", dijo el jefe de Estado en una declaración a la prensa tras reunirse en Varsovia con los presidentes del Consejo Europeo, Donald Tusk, y la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker.

Pocas horas antes del tiroteo en Dallas, ocurrido la noche del jueves, Barak Obama había aterrizado en Polonia, primera parada de un viaje que este fin de semana le llevará a España. En Varsovia participará en una cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN.

El presidente de EEUU prometió que "se hará justicia" en este caso. "Creo que hablo en nombre de todos los estadounidenses cuando digo que estamos horrorizados por estos sucesos, y estamos unidos con el pueblo y el departamento de Policía de Dallas", agregó.

Agentes de dallas durante el tiroteo.

"Dejemos claro que no hay justificación posible para este tipo de ataques o para cualquier violencia contra los agentes de seguridad. Cualquier implicado en estos asesinatos acabará rindiendo cuentas. Se hará justicia", subrayó Obama.

El mandatario hizo hincapié una vez más al problema de las armas en EEUU. "Cuando la gente va armada con armas poderosas, por desgracia, este tipo de ataques se vuelven más mortíferos y más trágicos", destacó.

"En los próximos días, también tendremos que considerar esa realidad", insistió Obama, que a lo largo de su administración ha presionado para un mayor control de armas, especialmente de los rifles de asalto a los que tienen acceso los civiles estadounidenses.

Pánico durante las horas del tiroteo en que murieron cinco policías. 

El presidente dijo que llamó por teléfono al alcalde de Dallas, Mike Rawlings, y le había ofrecido "cualquier asistencia que pueda necesitar" del Gobierno federal ante esta "tremenda tragedia".

Obama reconoció en su declaración de 17 minutos que los afroamericanos y otras minorías sufren un trato peor que los blancos por parte de las fuerzas del orden y dijo que esto es un problema que debería preocupar a todos los norteamericanos, sea cual sea su etnia o raza.

“No es solo un problema negro. No es solo un problema hispano. Es un problema americano, y a todos debería preocuparnos”, apuntó. “A todos los americanos deberían preocuparnos estos tiroteos, porque no son incidentes aislados. Son sintomáticos de una serie de disparidades raciales más amplias que existen en nuestro sistema de justicia criminal”, insistió Obama.

Estados Unidos ha vivido varios momentos de tensión racial desde hace más de un año, especialmente tras la muerte en Ferguson (Misuri) en agosto de 2014 del joven negro desarmado Michael Brown a manos de un agente blanco, que luego fue exonerado.

Las manifestaciones volvieron a las calles de las principales ciudades de EEUU tras los últimos episodios, en los que el martes falleció en Baton Rouge (Luisiana)  Alton Sterling (37 años), a manos de dos policías blancos; y el miércoles murió el joven Philando Castile en Falcon Heights (Minesota).

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