Parecía una tarea imposible, pero lo lograron. Los opositores al fujimorismo pudieron vencer en las calles a la excandidata presidencial Keiko Fujimori. Si en el 2011, fueron los colectivos 'No a Keiko' y 'Fujimori Nunca Más' los que convocaron a las masivas marchas para evitar que el fujimorismo vuelva al poder, ahora fue el turno de los jóvenes organizados en la Coordinadora Keiko No Va.
Lo vimos en las protestas contra la derogada 'Ley Pulpín' a fines del 2014 y ahora volvió a la carga para liderar, junto a otros jóvenes, este colectivo. Jorge Rodríguez reconoce su satisfacción porque los peruanos lograron derrotar a Fujimori, pero afirma que ahora les toca, como movimiento social, exigir al presidente electo Pedro Pablo Kuczynski el cumplimiento de una agenda progresista que consolide a la democracia peruana para no dejar ninguna posibilidad de que una organización como el fujimorismo vuelva a gobernar.
LaMula.pe conversó con Rodríguez luego de los primeros resultados que daban como ganador a Kuczynski. Publicamos esta entrevista luego de hacerse oficial la victoria de Peruanos Por el Kambio y un día antes de la Reunión de Balance de la Coordinadora Keiko No Va. El colectivo ha convocado a los activistas a una reunión el sábado 11 de junio en el local de la Federación Textil en el Centro de Lima (Jirón Ica 435) desde las seis de la tarde. Como afirma Rodríguez en esta entrevista, "la lucha continúa".
¿Cuál fue tu primera sensación luego de publicarse los resultados de esta segunda vuelta?
Estamos contentos porque esto ha demostrado una respuesta ciudadana que no quiere a Fujimori y que ha salido a luchar en esta gran movilización del 31 de mayo, que ya es histórica. Esto ha quedado plasmado en ese resultado.
¿En qué momento se organizaron como Coordinadora Keiko No Va?
Nosotros nos organizamos después de la salida de Acuña y Guzmán. Muchos de los activistas y colectivos que venimos participando en diversas coyunturas políticas nos dimos cuenta que se estaba armando un escenario para que Fujimori gane en primera vuelta. Al salir Acuña y Guzmán, dejaban un vacío de poder que consideramos era importante poder suplir y generar un espacio ciudadano de respuesta ante la decisión más fraudulenta que hemos visto en los últimos años después de la dictadura al no retirar la candidatura de Keiko Fujimori, a pesar de las pruebas que había. En ese escenario, la Coordinadora Keiko No Va comenzó a unir a colectivos universitarios, organizaciones sociales, sindicatos de trabajadores, asociaciones de víctimas de la dictadura, entre otros.
¿Hubo algún tipo de coordinación o contacto con lo que fue el colectivo No a Keiko de la campaña presidencial del 2011?
No a Keiko fue una plataforma virtual que nació antes del 2011, pero para la campaña del 2011 fue "Fujimori nunca más", liderada por la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (Cnddhh), que tuvo más acogida en los espacios universitarios, pero fue una campaña distinta en otro contexto. Ahora en Coordinadora Keiko No Va muchos nos hemos encontrado y hemos recogido parte de la experiencia de lo que fue la contracampaña anterior.
Keiko Fujimori ha perdido la elección presidencial, pero Fuerza Popular tiene 73 representantes en el Congreso, ¿crees que el fujimorismo será derrotado pronto?
Será derrotado siempre y cuando se hagan las reformas que necesita el país, que cambien el modelo que dejó Fujimori con la Constitución de 1993, mientras no se hagan esos cambios estructurales en nuestra sociedad, el fujimorismo va a seguir siendo una fuerza política que tenga respaldo popular. Hay un Perú antes de 1993 y otro después. El Perú cambió las relaciones sociales, el tipo de Estado que tenía, el sistema político.
El país en el que vivimos hoy es producto de las políticas neoliberales de los noventa heredadas del fujimorismo. Esto ha generado una sociedad informal, del trabajo precario, del subempleo y de las desigualdades más grandes en América Latina. Hay un responsabilidad también de los partidos que nos han gobernado en los últimos años porque no pudieron hacer los cambios necesarios, por eso el fujimorismo sigue manteniéndose fuerte.
En la última etapa de la campaña, Keiko asumió un discurso que podría fácilmente calificarse como radical, populista y hasta antiminero, porque la hemos escuchado decir que ni Conga ni Tía María van. Y muchos de los integrantes de la Coordinadora Keiko No Va también tienen este mismo discurso.
Pasó de ser Keikaviar a ser una Keiko casi izquierdista, que se ha ido a la izquierda para golpear a Kuczynski, generar una dicotomía y antagonizar. Decirle a Kuczynski el candidato de los ricos, de las transnacionales, de los blancos, los extranjeros, mientras ella se mostraba como la candidata de los pobres, los excluidos y los informales. Pero su discurso es vacío, no tiene sustento ni correlato real, una cosa es lo que dice y otra lo que propone, una cosa es lo que dice y otra lo que hacen sus voceros.
En ese sentido, a pesar de sus contradicciones, la campaña electoral de Keiko parecía más potente que la de Kuczynski.
Ha sido una pésima campaña de PPK, hay que decirlo. Lo único que le ligó fue decir ‘Keiko no ha cambiado pelona’, que el fujimorismo sigue siendo el mismo. Keiko usó una campaña inteligente, pero cínica, trató de ponerse del lado de los excluidos, de los que excluyó el fujimorismo porque que los peruanos estemos en esta situación es producto de las políticas de los noventa.
Pero al final quedó demostrado que la campaña de Fujimori ha sido cínica y que nos ha recordado lo que fue el fujimorismo en los noventa y lo que es ahora. Proponían una regresión en el tema ambiental, tirarse abajo los decretos que protegían a la Amazonía de los mineros ilegales, se aliaron con los extorsionadores disfrazados de construcción civil y con los sectores más conservadores de la Iglesia y toda la infiltración del narcotráfico que ha sido el tema de esta campaña.
¿Crees que estos temas fueron determinantes para su derrota?
Esto terminó por definir a un sector de la población que estaba indecisa o pensaba votar en blanco o viciado. La gente logró vincular el tema del narcotráfico con el tema de la inseguridad ciudadana, lo que genera el tráfico de drogas, destruyendo a la familia, a la juventud, a la persona, pero también destruye a la sociedad, corrompe a los políticos, y si eso llega a ser asumido como poder político sería terrible para el país. Las imágenes que nos llegan desde México y otros países, donde el narcotráfico ha logrado infiltrarse de tal manera al punto de tener poder político ha asustado a muchísima gente ante la posibilidad de que regrese el fujimorismo al poder.
En ese contexto, ¿cuál fue la función que se propusieron cumplir en Keiko No Va?
Creo que fue importante también la lucha desde afuera de los partidos políticos para generar un tercer actor, ni PPK ni Keiko, que permita articular el descontento hacia el fujimorismo sin ponernos la camiseta de PPK. El pueblo necesitaba una propia identidad porque hay diferencias grandes con su programa, pero el peor enemigo era Fujimori. Y necesitábamos una plataforma con la cual identificarnos, esa fue la función de la Coordinadora Keiko No Va, servir para articular ese descontento y ganas de salir a pelear contra Fujimori sin tener que decir que eramos 'ppkausas'.
En los últimos días antes de las elecciones, se reveló que Vladimiro Montesinos usaba un celular desde la prisión. ¿Crees que tuvo influencia en la campaña de Keiko Fujimori?
Yo no tengo duda, creo que todo el aparato de los noventa ha estado maquinando esta campaña: Montesinos, Yoshiyama, su candidato a la viceprensidencia José Chlimper, Aguinaga, todo el aparato del fujimontesinismo ha estado funcionando en esta campaña. Los camarógrafos del SIN estuvieron en el debate, su cuerpo de seguridad han sido militares del SIN, es lo mismo, el fujimorismo no se ha renovado. El fujimorismo es la expresión más conservadora, derechista y con rasgos hasta fascistas.
¿Qué argumentos tuvieron para convencer aquellos que decían que el voto digno era blanco o viciado para no 'mancharse' votando por PPK?
Teníamos que decirles que pelear contra el fujimorismo en esta elección no significaba avalar la propuesta política de PPK, que no podíamos eludir esta segunda vuelta bajo el argumento de construir algo mayor, algo más grande para la transformación y el cambio. Porque al final todo esto estaba condicionado, que estas fuerzas debían participar de manera activa, que el fujimorismo representaba la fuerza más nociva, con el control del Ejecutivo y el Legislativo no iban a permitir que esas organizaciones puedan trabajar y era lo peor para el Perú de los próximos años.
Los movimientos sociales suelen llegar a su fin luego de logrado su objetivo. Ustedes han logrado que el fujimorismo no vuelva al poder, ¿ahora que proponen?
Planteamos una agenda para el país que se la hicimos firmar a PPK. Una agenda por la democracia y la justicia en la que nosotros concretamente planteamos una lucha por el respeto de los derechos laborales, el empleo digno, los derechos civiles, por un país con un nuevo pacto social, por las reparaciones a las víctimas del conflicto armado interno, una lucha frontal contra la corrupción y el narcotráfico y contra la criminalización de la protesta. Esta es una plataforma que va más allá de PPK, por la que vamos a luchar para que se cumpla, vamos a seguir movilizándonos. La lucha no termina con el voto, esto no es un cheque en blanco, la lucha debe continuar, estas banderas son impostergables.
¿Cómo piensan plantear estas exigencias?
Vamos a articular un movimiento que exija que esos cambios se den en el país. El Perú necesita transformaciones de fondo para ser un país democrático y justo, para que una organización política como el fujimorismo no tenga posibilidades de volver. No vamos a bajar los brazos. Los resultados electorales hacen que mucha gente asuma una posición contemplativa frente a lo que se venga o decir que se pasa a una oposición total y deslindan de todo. Nosotros tendremos una identidad propia del movimiento popular y democrático que luche por conseguir sus banderas. Los compromisos no se asumen solo de manera decorativa o para la foto, sino para hacer política. Quizás ya dejemos de llamarnos ‘Keiko No Va’, el nombre tendrá que mutar, cambiar, de acuerdo al contexto y a lo que nos planteemos de manera estratégica.
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