El subterráneo de Buenos Aires se ha convertido en el último lugar de la lucha contra el acoso callejero. Utilizar este tipo de transporte en hora punta significa para muchos abrirse paso entre los cuerpos apiñados de los usuarios para poder alcanzar una barra a la cual sujetarse. En medio de este caos, se dan muchos casos de acoso, en su mayoría roces y tocamientos a las más jóvenes, que suelen alejarse o interponer sus bolsos o mochilas para evitar el contacto. En algunas ocasiones las víctimas se enfrentan a sus acosadores, con el respaldo de los pasajeros, aunque en la mayoría de las veces no se presenta la denuncia. 

Según el Ministerio de Justicia y Seguridad, en lo que va del año han recibido 15 denuncias por abuso en las seis líneas de metro de la capital argentina, una cifra igual a la de todo el 2015. Uno de estos casos fue el de una pasajera a la que un hombre le eyaculó encima mientras viajaba en la línea A. Es así que con el fin de evitar nuevos casos o al menos reducir su incidencia, la legisladora opositora Graciela Ocaña presentó un proyecto de ley para crear vagones exclusivos para mujeres.

En ese sentido, el macrista Horacio Rodríguez Larreta dijo que 'vale la pena estudiar' el proyecto puesto que los vagones para mujeres 'ya funcionan en otras partes del mundo', como en Río de Janeiro, Sao Paulo, Ciudad de México y Tokio. Sin embargo, esta opinión no refleja el sentir de todos, puesto que el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, cree que la idea 'no funcionaría, sino todo lo contrario':

"Lo veo como rendirse ante este tipo de situaciones".

Buenos Aires fue la primera ciudad de Latinoamérica en construir una línea de subterráneos en 1913, la misma que todavía transita por la avenida Rivadavia. En la década de los 30 circularon vagones de uso exclusivo para mujeres y niñas, aunque las autoridades decidieron retirarlos en vista de los avances en la igualdad de derechos que se empezaban a dar en la sociedad porteña. 

En la actualidad, el metro alberga cada año a unos 320 millones de pasajeros, según datos de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte, un 40% menos que los del metro de Madrid, con la diferencia que se dispara en una longitud de 61 kilómetros (en la capital española llega hasta los 294 km). Es así que la situación de hacinamiento ya se muestra como inaceptable. 

El proyecto de Ocaña indica que la medida 'no resuelve por sí sola la situación de fondo', aunque considera que es necesaria a corto plazo, para ponerle un alto a los casos que se presentan cada día. A pesar de ello, su propuesta no cuenta con el apoyo de algunos de los pasajeros. Es así que Amalia, una estudiante de Medicina y pasajera habitual de la línea B, la más concurrida con 77 millones de usuarios anuales, indicó:

"No creo que los vagones para mujeres solucionen nada. Así se discriminaría a los hombres".

Por su parte, Carlos, un estudiante de Ingeniería, de la misma línea, cree que lo mejor es lograr un cambio cultural, aunque considera que lo más adecuado para evitar el acoso en corto tiempo es 'aumentar la frecuencia para que la gente no viaje tan apretada'. 

Asimismo, el presidente de Subterráneos de Buenos Aires, Juan Pablo Piccardo, indicó:

"Separando y segregando a la mujer no hacemos nada. Es un mensaje de retroceso. El mecanismo es la conciencia y la denuncia social y el posterior castigo".

(Con información de elpais.com)

(Foto de cabecera: netnoticias.mx)

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