Las elecciones del 20 de diciembre de 2015 en España han supuesto un cambio que llevaba décadas esperando tras el retorno de la democracia: el fin del bipartidismo representado por el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Y muchos han coincidido en que ese giro en el escenario político del país europeo tiene un culpable: Podemos.
La agrupación formada por Pablo Iglesias que nació a raíz de la indignación de miles de españoles con las medidas llevadas a cabo por los grupos políticos tradicionales, ha conseguido en casi dos años posicionarse como la tercera fuerza más importante y con la que se tendrá que contar sí o sí para formar el nuevo gobierno ibérico.
Iglesias lo sabe y por eso nada más conocer los resultados ha salido con aire triunfador a asegurar que "hoy ha nacido una nueva España" y que se "ha votado un cambio de sistema". Y es que los 123 escaños logrados por el PP en el Congreso no son suficientes para prescindir de los pactos, pero aún así sellando alguno con Ciudadanos, la representación más parecida ideológicamente, llegaría a la mayoría absoluta que le permita ser Ejecutivo 4 años más (se necesita 176).
El PSOE por su parte podría sumar sus 90 escaños a los 69 de Podemos y y convocar a los partidos más pequeños para pasar por poco la valla de la mayoría. Un escenario más probable que el más temido por la mayoría de españoles: una alianza PP-PSOE.
Pero volvamos a Iglesias. Y es que el peso de esos 69 representantes resultan cruciales, por lo que el líder de 37 años se ha dado el lujo de establecer desde ya condiciones de carácter "irrenunciable, imprescindible e inaplazable", que tendrán que ser aceptadas antes de sentarse a hablar de pacto alguno.
"No toca hablar de acuerdos con partidos, sino de reformas constitucionales", ha dicho Iglesias frente a sus partidarios antes de señalar cuáles serían: una reforma constitucional que blinde los derechos sociales; establecer un mecanismo que permita revocar al presidente del Gobierno a la mitad de su mandato si la ciudadanía lo considera pertinente; y asegurar una nueva ley electoral más proporcional (en la actualidad los partidos más grandes se ven beneficiados aunque no cuenten con la mayoría de votos). "Nuestros 69 diputados van a tender la mano a todas las fuerzas políticas para eso antes de hablar de cualquier otra cosa".
Empieza ahora una larga etapa de negociaciones que culminará (en primera instancia) el próximo 13 de enero cuando se lleve a cabo la sesión del Congreso para votar la investidura del nuevo gobierno. Unas conversaciones que también deberán incluir otra de las condiciones planteada por la agrupación morada: el conseguir una España plurinacional, para lo que deberá seguirse considerando la propuesta de llevar a referéndum la continuidad de Cataluña como parte del territorio nacional.
Ya pusieron las fichas en el tablero, a ver quién continúa el movimiento.
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