Una investigación que estudiaba el caso de Edson Carlos Mesquita da Silva, un recluso del bloque C del penal de Pedrinhas, en el estado de Maranhão, Brasil, concluyó en una escena de película de terror. Y es que se trata de una de las cárceles más controvertidas del mundo por la brutalidad de sus reos.
Mesquita fue asesinado por otros presos de la misma cárcel en diciembre del 2013. Su cuerpo fue cortado en 59 partes que después salaron y regaron por todo el penal en bolsas de basura. Su hígado nunca fue encontrado.
Al respecto, el fiscal que estaba a cargo del caso, Gilberto Câmara França Júnior, dijo:
"Según el relato de un testimonio que mantenemos bajo reserva, el hígado lo habrían asado, dividido entre los presos y comido. Te pone contra la propia condición humana".
Los Ángeles de la Muerte
A pesar de que el crimen fue cometido hace dos años, la denuncia recién fue presentada en octubre del presente año ante la justicia y señaló a siete autores materiales del homicidio. Se trataría de los miembros de un pequeño pero sanguinario grupo dentro de Pedrinhas llamado 'Ángeles de la Muerte'.
Al parecer solo un 'roce' de Mesquita con uno de los jefes de la mencionada agrupación, ocasionó la ira de los asesinos y su subsiguiente muerte.
Y según el fiscal, hay indicios de otros casos de canibalismo en la misma cárcel, pero el proceso del único que tiene pruebas concretas se ha retrasado por una huelga judicial a nivel local.
Es así que el caso de Mesquita se convirtió en el caso más extremo de violencia dentro de las cárceles del Brasil, donde las agrupaciones criminales aplican sus propias normas y castigos que van desde los linchamientos, las violaciones en grupo, las decapitaciones hasta el canibalismo.
Las consecuencias para Brasil
Las denuncias han causado tanto eco que Brasil podría ser condenada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por las situaciones que se viven en sus cárceles.
"Hay una posibilidad, sí, de condena", así lo señala Renatto De Vitto, el director general del Departamento Penitenciario Nacional (Depen).
La situación carcelaria
Los especialistas y autoridades del Brasil parecen coincidir en que el mayor problema de sus cárceles es el hacinamiento de sus celdas.
Y es que en los últimos 25 años el número de presos subió en nada menos que 575% según cifras del Depen, situando al gigante latinoamericano en el cuarto lugar a nivel mundial de países con mayor población carcelaria, detrás de Estados Unidos, China y Rusia. En cuando a América Latina, ocupa el primer puesto.
Es así que a la fecha, Brasil cuenta con 607.731 detenidos pero sus prisiones solo pueden albergar a cerca de 377.000 reclusos. En otras palabras, su tasa de ocupación llega al 161%. Al respecto, De Vitto, indicó:
"Ese aumento progresivo en las prisiones trae una serie de problemas de gestión, favoreciendo incluso la consolidación de facciones criminales".
Asimismo informó que el número de muertes violentas dentro de las cárceles es seis veces mayor a la media nacional de homicidios, ya que de por sí es bastante alta.
Inclusive, el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, calificó a las prisiones como 'mazmorras medievales'. Es más, solo un tiempo atrás dijo que prefería morir antes de ser encerrado en una de ellas.
El caso de Joao Luis Francisco da Silva
Silva estuvo preso cuatro años y cinco meses en una cárcel de Río de Janeiro por el delito de fraude con tarjetas de crédito.
Su residencia en el recinto penitenciario hizo que denunciara varios casos de abusos. Incluso presenció una golpiza que le ocasionó la muerte a un recluso por haberle robado a otro en el 2012.
Y es que ese castigo fue establecido por un tribunal formado por los 'dueños de la cárcel': los líderes de los grupos que dominan y imponen sus reglas:
"Cuando desobedeces el reglamento, son ellos los que juzgan y ejecutan. En algunos casos la sentencia es realmente la muerte".
Los llaveros
Según un informe de Human Rights Watch emitido el mes pasado y basado en varios testimonios de exdetenidos y funcionarios públicos, el poder interno de los penales cae sobre los llamados 'llaveros', reclusos a quienes las autoridades legales les cedieron las llaves de los pabellones.
Ellos controlan y venden de todo, desde espacios para dormir hasta drogas. Además cuentan con 'milicias' para hacer valer su ley por la fuerza bruta.
El responsable del reporte, César Muñoz, dio cuenta de una investigación que tomó las declaraciones de dos detenidos que afirmaron haber sufrido violaciones grupales cuyas denuncias fueron ignoradas por los efectivos de seguridad de la prisión, a pesar de que el VIH es 40 veces mayor que afuera.
Asimismo señala que se han reportado varias decapitaciones por ajustes de cuentas o durante motines en diferentes cárceles del país. Inclusive algunas fueron registradas en video que más tarde, a comienzos del año pasado, llegaron a los medios de comunicación.
Urso Branco
Esta cárcel es la que más preocupa a todos aquellos que luchan por los derechos humanos. Se trata de una prisión situada en Rondônia, estado fronterizo con Bolivia que en octubre sufrió de una rebelión entre sus internos.
Y la situación no es reciente pues el penal ha sido el escenario de las más crueles matanzas en la década del 2000, hecho que llevó a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que pidiera a Brasil medidas para proteger a sus internos.
Es así que debido a la situación actual, ONGs como Justicia Global han denunciado nuevamente las condiciones de Urso Branco ante la Comisión. Esto podría significar una próxima condena a Brasil por parte de la Corte.
Las audiencias de custodia
Aunque De Vitto asegura que aún hay problemas en Urso Branco, afirma que el Gobierno federal trabaja con todos los estados del Brasil para mejorar las condiciones de los presos.
Es así que una de las medidas que se destaca son las 'audiencias de custodia', procesos que permiten a los jueces determinar qué acusados pueden esperar su juicio en libertad en vez de permanecer encerrados.
Según los especialistas, esta nueva disposición podría quitarle presión a las cárceles sobrepobladas y ayudar a reconocer abusos policiales.
(Foto de cabecera: rt.com)
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