Después de los atentados de París, donde asesinaron a 129 personas, y el ataque al avión de Metrojet en que murieron 224 pasajeros, la atención mundial se ha centrado en las acciones de terror del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), un grupo yihadista que ya venía masacrando a sus opositores y a la población civil de Siria e Irak por negarse a unir a su causa. 

¿Y cuál es su causa? Establecer un califato, que es una forma de Estado que lo dirige un líder político y religioso de acuerdo con la ley islámica o sharia. Ahora controla un área vasta entre los territorios de Siria e Irak. Además busca recibir el apoyo total del mundo musulmán.

No solo Rusia y Francia han intensificado sus bombardeos en contra de la organización terrorista en los últimos días, ahora hasta Estados Unidos se ha  mostrado a favor de colaborar con Moscú en esta lucha contra el terror.

De hecho, desde setiembre de 2014, Washington lidera una coalición internacional que conforman 60 naciones contra el Estado Islámico.

Pero, ¿sabías que EEUU contribuyó de cierta manera al surgimiento del grupo yihadista? El Estado Islámico, que ahora es una organización terrorista trasnacional, se gestó en el lugar más improbable de todos: una prisión estadounidense en el desierto de Irak.

Por lo menos así que afirman los comandantes y soldados estadounidenses que estuvieron a cargo de la instalación militar. 

Camp Bucca

Después de la invasión británica de Irak, los agentes ingleses nombraron el centro de detención 'Camp Freddy'. Sin embargo en abril del 2003, los estadounidenses tomaron control del lugar y lo rebautizaron con el nombre de Camp Bucca, en reconocimiento al bombero Ronald Bucca, un jefe de bomberos de Nueva York que dio su vida al rescatar a muchas personas después de los atentados del 11 de septiembre.

fuente: bbc.com

La prisión ubicada a las afueras de Basora era cárcel modelo: contaba con unidades habitacionales de cemento y techo de madera, actividades gestionadas por los reclusos, derecho a visita familiaratención médica

El lugar llegó a contar con 27 mil detenidos, repartidos en 24 campos y clasificados con trajes de colores según sus crímenes. Algunos fueron transferidos después de conocerse los escándalos por torturas y abusos a prisioneros. 

Además, por las instalaciones llegaron a pasar nueve miembros de la cúpula de Estado Islámico, según un informe de Soufan Group, una organización que ofrece ayuda de inteligencia y seguridad a los gobiernos.

El principal líder del grupo yihadista, Abu Bakr al-Baghdadi, también pasó por Camp Bucca y permaneció allí por cinco años.

En ese tiempo tenía 33 años y no habían pasado muchos meses desde que ayudó a fundar Jeish Ahl al-Sunnah al-Jamaah, un pequeño grupo militante que se había establecido en las comunidades sunitas de Samarra, su ciudad natal. 

Era un momento en que la insurgencia sunita contra EEUU cobraba más notoriedad en Irak. Al respecto, un asesor del actual Gobierno iraquí, indicó:

"Los estadounidenses no sabían a quién tenían".

En Camp Bucca, Al Baghdadi conoció al que luego sería el número dos de Estado Islámico, Abu Muslim al-Turkmani, así como al experto militar Haji Bakr.

Los analistas coinciden en que es bastante probable que todos estos hombres fueran extremistas cuando entraron a la cárcel, pero señalan que es seguro lo eran más al salir de ella. Al respecto, el exmilitar Andrew Thompson escribió en The New York Times:

"Antes de su detención, Al Baghdadi y otros eran radicales violentos (...), pero su tiempo en prisión hizo más profundo su extremismo y les dio la oportunidad de aumentar el número de seguidores".

Pero ya lo había mencionado antes David Petraeus, el general que lideró la operación de los Estados Unidos en Irak:

"Estos extremistas estaban básicamente gestionando una universidad para entrenar terroristas en nuestras propias instalaciones. Estábamos liberando a individuos que eran más radicales que cuando llegaron (a Camp Bucca)". 

Y a lo mismo se refería Saad Abbas Mahmoud, el jefe de la Policía iraquí, cuando declaró lo siguiente en el Washigton Post:

"Estos hombres no estaban plantando flores en el jardín". 

El inicio del extremismo

Estas opiniones eran compartidas por un gran número de militares en la zona que advertían que la prisión era un caldo de cultivo para la radicalización.

Por ejemplo, James Skylar Gerrond, el comandante encargado de Camp Bucca, entre el 2006 y el 2007, escribió en su cuenta de Twitter:

"A muchos de nosotros en Camp Bucca nos preocupaba que, en lugar de solo alojar a detenidos, hubiéramos creado una olla a presión del extremismo".

Además, los analistas concordaron con que Camp Bucca no solo fue un lugar para cultivar extremismos, sino que también para instaurar la colaboración

Y es que en la prisión estuvieron juntos miembros del Baath, el partido de Saddam Hussein, y los fundamentalistas islámicos, encuentro que terminó en un 'matrimonio de conveniencia'. 

Cada grupo le ofrecía al otro todo aquello de lo que carecía. Es así que los yihadistas aprendieron de los exbaazistas distintas habilidades para organizarse y disciplina militar, mientras que los fundamentalistas encontraron un objetivo en los militantes islamistas. 

Es así que el informe The Islamic State, de Soufan Group, señala:

"En Bucca las matemáticas cambiaron cuando las ideologías adoptaron rasgos militares y burocráticos y los burócratas se volvieron extremistas violentos".

Ahora, los expertos señalan que casi no hay lugar en el mundo que se inmune al terror que siembra el Estado Islámico. En poco tiempo y pese a los efuerzos para combatirlo en el terreno militar, se volvió una poderosa y millonaria organzación terrorista trasnacional.

Poco después de su fundación, los yihadistas llegaron a juntar unos US$2.000 millones, a pesar de que Siria e Irak tienen una población que entre ambos no supera los 9 millones de habitantes. Además, su nómina asciende a unos 50 mil combatientes, y utiliza muy bien las redes sociales con un objetivo propagandístico claro.

(Foto de cabecera: bbc.com)

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