La desgarradora crisis de refugiados que viene asolando a Europa en el último año, nos muestra tanto un problema político, como un problema social con casos individuales que nos hacen más cercana la tragedia.
Y es frente a esta realidad que, el fotógrafo Magnus Wennman, viajó durante los últimos ocho meses por Europa y Oriente Medio para documentar parte de la vida de los niños refugiados, principales y más débiles víctimas de las migraciones y del conflicto en Siria e Iraq.
Pero es una sola circunstancia la que cautivó y sensibilizó al fotógrafo más que otras. Se trata de las noches de los más pequeños, momentos en los que deben dormir a pesar de no tener hogar.
El trabajo se encuentra en exhibición en un museo de Estocolmo, donde en solo dos semanas, ha recaudado una buena cantidad de dinero que será enviada a la Agencia de Refugiados de la ONU.
La situación de los niños y la ayuda
Del total de los 4 millones de refugiados que salieron de Siria en los últimos años, más de la mitad son menores de edad.
Y a pesar del aumento de ayuda humanitaria, incluyendo una campaña de Kickstarter que logró reunir 1.7 millones de dólares, solo se puede auxiliar a una pequeña fracción de todos ellos.
Por ejemplo, el aporte de Kickstarter solo puede socorrer a 7.000 personas víctimas de la crisis. Sin embargo, a nivel mundial hay 60 millones de refugiados.
Abdullah tiene una enfermedad de la sangre. Durante los últimos dos días que ha estado durmiendo fuera de la estación central de Belgrado. Vio la muerte de su hermana en su casa en Daraa. todavía está en estado de shock y tiene pesadillas todas las noches. fuente: Magnus Wennman
a Abdul Karim Addo no le sobra el dinero. Compró un billete de ferry a Atenas con sus últimos euros. Ahora pasa la noche en la Plaza Omonia, donde cientos de refugiados llegan todos los días. fuente: MAGNUS WENNMAN
Ahmed tiene seis años y camina a pie por hungría esperando llegar a un lugar seguro. "Es valiente y sólo llora a veces en las noches", dice su tío, que ha tomado el cuidado de Ahmed ya que su padre fue asesinado en Siria. fuente: MAGNUS WENNMAN
Amir, de 20 meses, nació refugiado. Su madre cree que su hijo se traumatizó en el útero. "Amir nunca ha dicho una sola palabra", dice su madre Shahana, de 32 años. fuente: MAGNUS WENNMAN
Cuando Selam, de 37 años, pone Esra, 11, Esma, ocho, y la Sidra, seis, a la cama, se siente tranquila por saber que sus hijos están seguros y no serán atacados durante la noche. fuente: MAGNUS WENNMAN
Fara, de dos años, ama el fútbol. Todas las noches, dice buenas noches con la esperanza de que el mañana les traerá una pelota para jugar a ella y a su hermana. Todos los otros sueños parecen estar fuera de su alcance. fuente: magnus WENNMAN
Iman, de dos años, tiene neumonía y una infección de pecho. Este es su tercer día en esta cama de hospital. Normalmente es una niña feliz, pero ahora que está cansada. fuente: MAGNUS WENNMAN
Gulistan de 6 años prefiere cerrar los ojos y fingir, porque cada vez que ella realmente se duerme, las pesadillas inician. "No quiero dormir aquí. Quiero dormir en casa". fuente: MAGNUS WENNMAN
Junto con su madre Malaki y sus dos hermanos, Fátima huyó de la ciudad de Idlib cuando el ejército nacional sirio empezó a matar a civiles. Después de dos años en un campo de refugiados en Líbano la situación se hizo insoportable y abordaron una embarcación que más tarde fue rescatada por la guardia costera italiana. fuente: MAGNUS WENNMAN
Mahdi tiene un año y sólo ha experimentado la guerra. Duerme profundamente a pesar de los cientos de refugiados Están protestando para no viajar más través de Hungría. fuente: MAGNUS WENNMAN
Maram tiene Ocho años y acababa de llegar a casa después de la escuela cuando un cohete desprendió un pedazo de techo que aterrizó justo encima de ella. Su madre la llevó a un hospital de campaña, y de allí fue trasladada por aire a través de la frontera con Jordania. Durante los primeros 11 días estaba en coma. Y aunque ahora está CONSCIENTE, tiene una fractura de mandíbula que no la deja hablar. fuente: MAGNUS WENNMAN
originario de bagdag, lamar perdió todo por una bomba que cayó en su casa. Después de dos intentos de cruzar el mar de Turquía en un pequeño bote de goma, logró llegar a Hungría. Ahora Lamar duerme sobre una manta en el bosque, asustado, congelado y triste. fuente: MAGNUS WENNMAN
Mohammed tiene 13 años y se pregunta si alguna vez va a cumplir su sueño de convertirse en un arquitecto. "Lo más extraño de la guerra es que uno se acostumbra a sentir miedo. Yo no habría creído eso", dice Mohammed. fuente: MAGNUS WENNMAN
Ralia, de siete, y Rahaf, de 13, viven en las calles de Beirut. Son de Damasco, donde una granada mató a su madre y su hermano. Junto con su padre han estado durmiendo a la intemperie durante un año. fuente: MAGNUS WENNMAN
Moyad, de cinco años, y su madre tenían que comprar harina para hacer un pastel. Pasaron junto a un taxi en el que alguien había colocado una bomba. La madre de Moyad murió en el acto. El niño, que ha sido trasladado en helicóptero a Jordania, tiene residuos del explosivo alojados en la cabeza, la espalda y la pelvis. fuente: MAGNUS WENNMAN
Shiraz, de nueve años, tenía tres meses cuando fue atacada por una fiebre severa. El médico le diagnosticó poliomielitis y aconsejó a sus padres que no gasten mucho dinero en ella. Luego vino la guerra y su madre tuvo que envolverla en una manta y llevarla a Turquía. fuente: MAGNUS WENNMAN
Tamam, de cinco años, tiene miedo y llora todas las noches antes de acostarse. y es que Los ataques aéreos en su ciudad natal, Homs, por lo general se llevaban a cabo en la noche. fuente: MAGNUS WENNMAN
Walaa, de cinco años, quiere ir a casa. Ella tenía su propia habitación en Alepo, donde nunca lloró antes de acostarse. Aquí, en el campo de refugiados, llora todas las noches. fuente: MAGNUS WENNMAN
(Foto de cabecera: Magnus Wennman)
