A pesar de la etiqueta de ‘juvenil’ que le han puesto los medios tradicionales, se viene una banda que, ahí como sin querer la cosa, tiene ya casi 20 años de trayectoria. Esta situación de ser vistos por el público y la prensa ‘mainstream’ como una propuesta ‘nueva’ pero tener una larga y conocida carrera dentro de la escena independiente detrás los pone en una posición extraña para seguir produciendo música y hacer conciertos en países como el nuestro. 

Belle & Sebastian, que a pesar del nombre no es un dúo sino un grupo que en algún momento llegó a tener hasta 8 miembros, irrumpió con fuerza el año 1996 al erigirse como el caballito de batalla de una movida de bandas británicas (The High Llamas, The Divine Comedy, Camera Obscura, etc.) altamente influenciadas por las guitarras acústicas, los arreglos clásicos de orquesta, las melodías dulces y la minuciosidad de artistas sesenteros como The Left Banke, Love, The Zombies y las producciones de Burt Bacharach y Brian Wilson. La prensa especializada bautizó al sonido de esta escena como “pop de cámara”. Belle & Sebastian resaltó pues también añadían a la mezcla el sonido eléctrico y ‘cool’, pero a la vez sensible de Bob Dylan y, sobre todo, del tercer disco de The Velvet Underground. Resaltó también, por las inteligentes y simultáneamente cándidas y desencantadas letras de su lider Stuart Murdoch, que lo volvieron una suerte de abanderado de la sensibilidad ‘indie’. Aquí algún registro de su primera y más conocida etapa:


A pesar haberse mantenido para el público (o bueno, para el público que sabe quiénes son) con una imagen de jóvenes/niños delgados, blancos, frágiles y sensibles enfundados en guitarras acústicas, chelos y cornos franceses, la banda no se ha quedado en el mismo lugar que 1997. Después de su cuarto disco, "Fold Your Hands Child, You Walk Like a Peasant" (2000), los escoceses han hecho un ejercicio consciente por abrir su sonido a nuevas influencias y su propuesta a nuevas audiencias. Contrataron tras esta placa al productor leyenda (y cantante del hit ochentero “Video Killed The Radio Star”) Trevor Horn para tratar de buscar un sonido nuevo. De esta búsqueda nacieron “Dear Catastrophe Waitress” (2003) y “The Life Pursuit” (2006) pero los resultados de una propuesta distinta aparecieron con los dos discos posteriores.

Ese par de discos hacia este sonido refutan la noción de que los ‘discos de transición’ suelen ser de menor calidad que en los que la identidad del artista está más cimentada. Que los puntos de partida y llegada son más importantes que el viaje. No es así, puede que ambos sean lo mejor que la banda ha producido, tanto lírica, musical y comercialmente. Se combinan aquí los mejores momentos de la época pasada y la que sería su fase siguiente. Y si no te fijas en el historial de la banda al escucharlos ni se te ocurriría que son de “experimentación”. En estos discos empiezan a aparecer temas con ‘grooves’ más deudores del rock setentero (o más bien aparece cualquier tipo de ‘groove’ en su trabajo), y un sonido más eléctrico.


Pero, en un plano más importante para su devenir, empezaron a jugar también con la música bailable. Con influencias del soul de Motown y del disco de grupos como ABBA. De ahí nace ‘Your Cover’s Blown’, un single que no apareció en ninguno de sus álbumes. Y que Murdoch en su momento calificó como su canción favorita de la banda.

Otro experimento por esas nuevas direcciones fue esta canción del "Dear Catastrophe Waitress":

Hasta que llegamos a sus dos últimos discos. El "Write About Love" (2010) y el "Girls in Peacetime Want to Dance" (2015), este último (de pésimo nombre, por cierto) es el que llevan bajo el brazo en la gira que los trae a Lima por primera vez. A pesar de que el folk y las guitarras eléctricas aún están ahí en ciertas canciones, los discos tienen un sonido, instrumentación, y hasta objetivos (ponerte a bailar) muy distintos a los que tenían cuando empezaron su carrera. Esto no es una cosa buena ni mala, solo es diferente, y altamente disfrutable también.


Es en el ‘Peacetime’ donde el giro hacia la música bailable se hace más tangible. Además de una producción más musculosa que en sus discos anteriores. La banda le pierde todo el miedo a introducir la electrónica en su música, con teclados sacados de una opera retrofuturista, y efectos de eco que solo pueden evocarte a un estadio lleno de gente bailando. Un estadio lleno de gente bailando bastante especial, eso sí.



Vale decir que a pesar de todos estos cambios Belle & Sebastian sigue sonando a Belle & Sebastian. Será porque la dulzura pop tanto en las melodías y las voces como en las letras a corazón abierto siguen ahí. A pesar de una apariencia algo snob y elitista, Belle & Sebastian nunca ha rehuido a experimentar y a tomar influencias de géneros más populares que el ‘indie folk’ el que son conocidos. El afiche del concierto aquí:

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