Ya viene la COP21 y el tema medioambiental está en agenda, desde el Vaticano, la sociedad civil, los ambientalistas, algunas empresas y algunos estados. Funcionarios gubernamentales, organizaciones mundiales, científicos y ONG lo han expresado: enfrentar el cambio climático no tiene por qué ser un gasto de los estados y las empresas privadas, sino más bien una oportunidad de crecer de manera responsable y además es invertir a mediano y largo plazo.

"Es un mito que exista un conflicto entre el desarrollo económico y la conservación de bosques", dice Josefina Braña, directora de política pública en el Programa Global de Bosques y Clima de World Wildlife Fund (Fondo Mundial para la Naturaleza, WWF). Su colega Mariana Panuncio, directora del Programa de Cambio Climático de WWF, coincide en que el reto del crecimiento económico es "técnica y económicamente viable" para los países de América Latina.

Para ambas, que ayer participaron en la conferencia internacional “Bosques y cambio climático”, lo que debe hacerse es reglamentar los espacios que pueden ser deforestados y bajo qué condiciones: mediante políticas públicas y hacer cumplir las leyes que prohíben la deforestación y penalizar a quienes las transgreden.

Braña propone el pago a las comunidades campesinas por los servicios ambientales que presten, y que las decisiones de conservación de bosques deben ser tomadas “de forma local”, sobre todo en situaciones en las que la dependencia de los cultivos es el único modo de subsistencia.

"No es cierto que haya una contradicción entre seguridad alimentaria y conservación forestal. Si bien algunas comunidades campesinas necesitan de la pequeña agricultura, con buena planificación puede haber un equilibrio entre bosques y cultivos", subraya Braña.

Por su parte, Panuncio resalta que durante los últimos 10 años Brasil ha disminuido su tasa de deforestación en 70%, al tiempo que elevaba su producción de soya en 80%. Esto –sugiere– puede ser un modelo aplicable en América Latina.

Y agrega que es imprescindible establecer sistemas de incentivos como la tenencia de tierras para los pobladores, los créditos transferidos a campesinos con la condición de preservar el medio ambiente o que los productos procedentes de bosques con un buen manejo tengan mejor precio.

"Los bosques tienen un rol crucial para enfrentar los impactos negativos del cambio climático. No sólo son un depósito de carbono, sino que también proveen recursos como alimentos o medicinas, y contribuyen a la regulación de los recursos hídricos", sentencia Panuncio.

En el Perú y en otros países en desarrollo, la agricultura y la ganadería son dos de las causas de deforestación, además de las sequías y el aumento de temperatura asociados al cambio climático. Por consiguiente, implementar buenas prácticas prevendría nefastas consecuencias ambientales. 


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