Mañana del 28 de julio del año 2011. Un Juan Luis Cipriani resignado pero satisfecho por haber logrado que el presidente electo, del que parte de su entorno se resistía aún a darle a la Iglesia Católica una importancia institucional digna de un poder del Estado, se declarase 'católico conservador', ante todo el país. Ollanta Humala se convertía en un inquilino más de Palacio de Gobierno bajo el yugo inquisidor de sus vecino con sotana.

La homilía del último Te Deum de Alan García como presidente debe haberle causado una profunda tristeza a un Cipriani que ya se había acostumbrado al disfuerzo y los aires monárquicos que el aprista no dudaba en ofrecerle. Reverencia, beso de anillo, tratamiento de santo; Cipriani no estaba dispuesto a perder su posición y fiel a su estilo dio un mensaje con ese tono 'buena gente' que ya no engaña a nadie, deseando en buen cristiano -nunca mejor dicho- que las cosas siguieran como estaban.

"Hoy, al tomar posesión el nuevo presidente electo, elevamos nuestra oración al Padre Eterno para que lo ilumine a él y a sus colaboradores, que con humildad y perseverancia sepan servir al país en los próximos años, en un clima de paz y confianza que nos permitan crecer como personas y como país en un clima de plena libertad (...) Señor de los Milagros, Cristo del Pacífico, Madre Nuestra Bendita Virgen María, bendícenos, protégenos, sigue haciendo de nuestro país una Patria grande. Así sea".

Humala estaba advertido.

2012

Hoy, cuatro años después, nos seguimos preguntando por qué existe la necesidad de permitir que el representante de una institución religiosa se atribuya el derecho de dar prácticamente un mensaje a la Nación anual en un Estado laico. Con el presidente de la República y los miembros de su Gobierno delante agachando la cabeza, como si el símbolo de autoridad no fuese una banda, sino una mitra.

Porque ahí estuvieron Humala y Heredia en 2012, durante su primera celebración en el poder. Atentos, calladitos, oyendo como Cipriani sostenía que nadie podía discutir las decisiones del Papa  y lo que se dictaba desde Roma, a propósito del conflicto por la PUCP que entonces se había convertido ya en un escándalo mediático.

"Qué poco sentido tiene enfrentar al gobierno del Papa con el de los obispos o reducir la validez del magisterio del Pontificio al consentimiento de los fieles. Nada más ajeno a la naturaleza de la iglesia (...) pero no nos dejemos engañar por el señuelo que pretenden imponer con sus falsas promesas, que ya hemos visto fracasar en la historia reciente, en el Perú y el mundo". 

Es decir, acá los fieles -¿que no se supone que son la esencia de la Iglesia?-, no tienen voz ni voto. Se hace lo que dice la autoridad eclesial, mira tú. Nos preguntamos si ahora el cardenal sigue pensando lo mismo con el discurso que promueve su nuevo Papa. Porque entre su adorado Ratzinger y Bergoglio...

Pero en esa misma homilía, siempre marcando tendencia, Cipriani ya sacaría a  relucir esa vena fujimorista que le fascina. Ese mismo año cuando el Caso Chavín de Huántar llegaba a la CorteIDH, él ya ondeaba la bandera de la desinformación. Algo así como 'ojo, lo que buscan es maltratar a los comandos'.  

"Mi espíritu se subleva ante la mentira y la injusticia con la que de manera constante algunos pretenden desconocer el sacrificio, tantas veces heroico, de nuestras fuerzas armadas y policiales"

2013

Aficionado al protagonismo que otros presidentes le han permitido gratuitamente, tampoco podía quedarse con las ganas de meter su cuchara en temas de salud pública y derechos civiles, pese a que no podía presidir los actos en 2013. Pero, no, no, no, ¿Fiestas Patrias sin Cipriani? Nada que ver. Dejó su carta.

En el texto, Cipriani lamentaba "algunas ideas que ha traído la globalización". ¿A cuáles podría haberse referido? Pensemos... ¿Aborto? ¿Derechos LGTBI? No hay que ser adivino para descubrir lo monotemático que a veces puede resulta el cardenal. 

"No se puede aceptar la cultura de muerte que llega a atentar contra de la vida en sus diferentes momentos y situaciones. Frente a estas amenazas debemos comprometernos todos a defender la vida desde el instante de la concepción hasta el último respiro de la persona, porque solo Dios es el dueño de la vida (...) Hoy parece prevalecer una mentalidad egoísta que pretende destruir la estructura natural del matrimonio y la familia. Según la encuesta, hasta un 76% de la población defiende el derecho que tienen los niños en nacer en un hogar con un papá y una mamá. Entre un varón y una mujer, en una unión que no puede ser comparada a formar radicalmente diferentes"

Sí, fiel a sus objetivos de pintar el apocalípsis y confundir a sus fieles. Incitarlos al odio, al rechazo a la 'amenaza gay'  que lo que quiere no es obtener los mismos derechos civiles como cualquier otro ciudadano, sino que busca 'destruir a la familia'. Que no pretende garantizarle a la mujer el derecho a decidir sobre su propio cuerpo si es violentada sexualmente o si su vida se ve amenazada antes un embarazo complicado, sino 'instaurar una cultura de la muerte'. Sí, en el año previo a la mediatización del proyecto de Unión Civil (presentado en setiembre de 2013) y la aprobación del Protocolo de Aborto terapéutico, Cipriani ya dejaba sentencia en carta. Todo un personaje.

2014

Personaje que en su última performance de julio de 2014, dejó en claro lo debilitada que está su figura dentro de su misma institución. Una institución cada vez más cuestionada, entre otras cosas, por su accionar. Por eso quizá aprovechó y buscó defender el papel de la 'religión' en el país. ¿Traducción? 'Déjenme seguir metiéndome en lo que me da la gana', o algo así. Obviamente los temas que le da la gana enfrentar, seguían y siguen siendo los mismos.

"Me refiero a las normas sobre la protección y respeto irrestricto a la dignidad de toda vida humana desde su concepción hasta su término natural, reconocidas en la Constitución; a las normas que rigen la institución del matrimonio entre varón y mujer (...) La ideología de género invade el campo cultural queriendo imponer su particular concepción antropológica. La religión no es un obstáculo que los legisladores necesiten saltarse para hacer bien su trabajo".


Quizá y en algo tiene razón don Juan Luis: la religión no es un obstáculo. El obstáculo quizá es él y ese afán por querer imponerla a todos los habitantes de un Estado laico. Algo de lo que, sin duda alguna, tendremos una nueva versión este martes ante un presidente de la República igual de sumiso, que hace tres años.


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