Para quienes practican la meditación y el yoga, está muy claro que hay un antes y un después en la calidad de sus vidas. Muchos aspectos personales tales como el pensamiento, la toma de decisiones, la concentración, la atención, el control de las emociones, entre otros, se manifiestan de manera distinta luego de un entrenamiento habitual en dicha disciplina. 

Quizá nos podríamos mostrar algo escépticos, pues cuando hablamos de yoga imaginamos a monjes budistas y consideramos que las únicas personas que podrían dar fe de los beneficios reales que la meditación otorga son aquellos que la practican y la toman como estilo de vida. Sus argumentos entonces podrían ser más empíricos que lógicos y racionales (como los de la ciencia). 

En respuesta a esta realidad, recelosa de las investigaciones de carácter científico, Sara Lazar, una especialista en neurociencia, realizó una serie de experimientos que pudieron comprobar la hipótesis que estipula que hay cambios reales en el cuerpo a partir de la meditación.

Lazar, quien actualmente es docente de neurociencia de la Escuela de Medicina de Harvard (una posición que la acredita como experta en todo lo que respecta al cerebro y al sistema nervioso humano), también tenía ciertas dudas con respecto al tema de la meditación y sus beneficios. 

Pese a ello, empezó a practicar yoga y meditación por una recomendación del médico que la atendía por una lesión que le provocó una de sus actividades favoritas: correr. La popularización de esta disciplina ha impulsado a muchos doctores a recomendar este tipo de tratamientos alternativos para flexibilizar los músculos. 

Sara acudió a las clases muy recelosa y escuchó el discurso completo de su instructor que le hablaba acerca de la compasión que le daría el yoga a su vida. Con el paso de los días notó, efectivamente, que se estaban cumpliendo las premisas del especialista: se volvió más tolerante para escuchar puntos de vista diferentes a los suyos, una cualidad que no es muy propia de los científicos.

Es así que decidió investigar los efectos de la meditación según su formación profesional. Encontró mucha bibliografía al respecto, sin embargo quiso elaborar sus propios experimentos para ver qué había detrás de todo el tema. 

SAra Lazar. Fuente: deficitatencionaladulto.c

Su primera investigación consistió en examinar la materia gris de dos grupos de personas. El primero de hombres y mujeres que han meditado durante gran parte de su vida, y el segundo con personas que nunca habían tenido un acercamiento a este tipo de disciplina.

Los resultados más importantes del experimento arrojaron que la materia gris del primer grupo era mucho mayor en el córtex frontal (zona asociada con la memoria y la toma de desiciones), pero en especial en el córtex sensorial, la ínsula y las regiones auditivas. Lazar explica que esta conclusión tiene mucho sentido:

“Cuando estás más consciente pones atención a tu respiración, a los sonidos, a la experiencia del momento presente, y apagas la cognición: es lógico que los sentidos mejoren”. 

Por otro lado, en el área del córtex prefrontal (memoria) también descubrió una mejora. Las personas de 50 años tenían una cantidad de materia gris equivalente a la de una persona sana de 25 años. 

A pesar de sus resultados, Lazar aún se mostraba escéptica pues consideraba que quizá las personas que participaron del experimento ya contaban, desde antes de meditar, con esta cantidad de materia gris en el cerebro. Es así que inició una segunda investigación que involucraba a dos nuevos grupos que nunca habían practicado la meditación. Al primero se le sometió a un fugaz entrenamiento diario de 40 minutos durante de ocho semanas, mientras que el segundo quedó intacto. 


Sara Lazar con Michael Treadway y
Shruthi Chakrapami hablando acerca del aumento del tamaño del cerebro por la meditación. Fuente: inwardpathpublisher

Para su sorpresa, sí observó cambios significativos en cuatro zonas cerebrales:

La corteza cingulada posterior: La divagación y la importancia de sí.

El lado derecho del hipocampo: El aprendizaje, la cognición, la memoria y la regulación de las emociones.

La juntura temporoparietal: La toma de perspectiva, la empatía y la compasión.

El puente troncoencefálico: productor de neurotransmisores.

Además, la amígdala, que muchos consideran ajena al cerebro también mejoró con la meditación. Esta está relacionada las sensaciones de miedo, angustia y tensión.

(Foto de cabecera: esteinstante.es)

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