Lo que conocemos ahora como el modelo de familia convencional poco a poco está desapareciendo. Con factores como la incertidumbre laboral y económica, los jóvenes ya no piensan en constituir un hogar tradicional como nuestros abuelos predicaban. Es así que las generaciones actuales y las venideras ya no quieren tener hijos ni vivir con sus parejas. Adultos de 20, 30 y hasta 40 años viven en departamentos compartidos con amigos, este parece ser el nuevo modelo familiar. 

Generalmente las personas que comparten estos ideales de convivencia son profesionales liberales, precarios pero felices y sus hábitos no son muy diferentes que los de las familias tradicionales. Todos comen juntos, se van juntos de vacaciones y se cuidan el uno al otro, incluso hay casos de algunos que comparten cuentas bancarias. 

La inseguridad emocional

Este factor es muy importante en la constitución de estos nuevos núcleos sociales. Las personas ya no creen en el "amor para siempre" y prefieren no sentirse solas y asegurarse rodeándose de gente de su mismo círculo social.

Según Enrique García Huete, profesor de psicología emocional en el MBA del Instituto de Empresa y director de Quality Psicólgos, la clave para que se den estos tipos de fenómenos es la calidad de vida percibida:

“Son personas que no se independizan o no viven solas o en pareja porque así están más cómodas. Si han terminado una carrera, están formadas y no pueden alquilar un piso entero porque entonces no tienen dinero para salir de copas, pueden tener una sensación generalizada de frustración".

Las personas escogen libremente qué hacer para darse mayor satisfacción personal, es así que una mujer de 30 años, por ejemplo, escoge vivir con sus amigos no solo porque ahorra dinero, sino porque le genera mayor satisfacción emocional al sentirse segura y a gusto con su nueva "familia". Esto da a conocer un nuevo cambio social influenciado tanto por la seguridad económica como por la emocional.

Dinero y amor por los suelos

Es de esta manera es que vemos cómo es más cómodo para las personas juntarse para pagar un departamento y poder darse sus gustillos, que vivir solas de manera precaria. Asimismo, la inestabilidad propia de las parejas modernas, donde hay un gran grado de incertidumbre sobre si funcionará o no la relación, hace que las personas ya no vean al matrimonio como un ideal de vida. 

Es así que las tasas de divorcio han aumentado en las últimas décadas y las relaciones de pareja son cada vez más fugaces. El límite de la convivencia se ha reducido a ocho años en promedio. 

El problema de población

En el caso de las mujeres, la obsesión por el trabajo y por el desarrollo profesional es mucho más importante que hace algunas décadas, cuando lo principal era ser ama de casa. García Huete afirma al respecto:

“Hoy en día suelen trabajar los dos miembros de la pareja, que priorizan sus expectativas laborales a las familiares. Además, cada vez hay más paridad en las empresas y las mujeres ocupan más puestos directivos, una tendencia que hace mucho más difícil tener una familia. Como consecuencia, caminamos hacia el modelo de ‘parejita' sociológica, en lugar de las familias numerosas de mediados del siglo pasado, lo que dibuja un futuro demográfico con un alto porcentaje de población envejecida y con serias dificultades para el mantenimiento del sistema público de salud”.

"El Vaciamiento de los Hogares" es un nuevo término acuñado por el Instituto de Política Familiar de España (IPF). Se trata de una realidad que deriva de la baja natalidad, una situación que viene como consecuencia de la crisis económica y de la falta de conciliación familiar y laboral. Es así el índice de hogares en España que no tienen hijos llega hasta un 46%.

Por otro lado, la Encuesta Continua de Hogares que realiza el INE, el Instituto Nacional de Estadística de España, estima que hay 18,21 millones de hogares, los más comunes son los formados únicamente por dos personas que llegan al 30,5% y los hogares unipersonales con 24,2%.

(Foto de cabecera: ciudaris.com)