La voz de Rossana Díaz Costa (Lima, 1970) -escuchada a través del Skype- no varía mucho de cuando la escuchas en persona. La primera entrevista que tuvimos con ella fue hace dos años en la sala azul del Centro Cultural de la Católica con motivo de la presentación de su ópera prima Viaje a Tombuctú en el Festival de Cine de Lima. En ese entonces, su cabeza giraba en torno a la historia de Ana y Lucho, dos adolescentes ochenteros que se enamoran en medio de apagones y cochebombas. Hoy, en su cerebro, solo anida un nombre: Julius, el niño criado en un Palacio, que nos pintó –a través de su inocente mirada- uno de los frescos más potentes de la sociedad peruana. La directora se prepara para llevar al cine una de las novelas más importantes de la literatura latinoamericana. 

dibujo de whirter ventura

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-Un mundo para Julius es uno de mis libros favoritos. Lo he leído varias veces.

El mismo año que la primera novela de Alfredo Bryce Echenique fue publicada, Rossana vino al mundo. Pasarían muchos años para que esta exalumna de la Católica descubriera su vocación literaria y cinematográfica. Antes tendría que vivir su infancia, como otros miles de peruanos, bajo un régimen militar. Dos años antes, las Fuerzas Armadas, lideradas por el general Juan Velasco Alvarado, dieron un golpe de Estado con el objetivo de "sacar adelante grandes reformas que el Perú necesitaba". El juicio político sobre su gestión no es materia de este texto pero sí haremos memoria sobre un episodio muy curioso y hasta cómico (visto desde la distancia de los años): el impacto positivo que tuvo esta novela -que llegó a ganar el Premio de Fomento de Cultura Ricardo Palma en 1972- dentro de este gobierno. Dejemos que el propio autor lo cuente:

"Una novela como la mía, en la cual un buen sector de la crítica vio, desde el comienzo, un retrato bastante duro de las clases altas del Perú, cayó como anillo al dedo, y aún circula por ahí la anécdota de aquel miembro de mi familia, tan conservador como despistado, que asistió al acto de entrega de los premios, y que al escuchar al ministro de Educación decir que entre el general Velasco y Alfredo Bryce Echenique habían liquidado a la oligarquía peruana, sufrió un fuerte desmayo y tuvo que abandonar el Instituto Nacional de Cultura en camilla"(Permiso para sentir. Pág 58).

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"Él está muy contento con el proyecto. Ha sido muy amable", dice la autora del libro de cuentos Los olvidados (no los de Buñuel, los míos) que obtuvo el segundo lugar del Premio Nacional PUCP en el 2005. 

rossana díaz costa y alfredo bryce echenique/ foto tomada del facebook de la escritora

El sábado pasado, Rossana subió una foto a su Facebook en la cual se le veía  a ella y a Bryce contentos (¿La Felicidad ja ja?). La imagen parecía un homenaje a la amistad que el escritor ha sabido retratar en más de una novela. La misma narradora tiene un cuento –Con Alfredo en La Coruña- donde relata un tierno encuentro con el álter ego de Martín Romaña (¿o era al revés?). El mismo que es un preludio de un viaje memorioso cargado de nostalgia:

“Salgo con él del teatro, me dice que lo acompañe hasta el lugar donde va a cenar con sus amigos. Empieza a llover. Solo nosotros dos, un peruano que convive desde hace más de treinta años con la lluvia, y una peruana que recién desde hace un año sabe lo que es vivir bajo la lluvia casi permanente, somos los únicos que no tenemos paraguas. Alfredo me cuenta que siempre los pierde. Como yo, que perdí mi primer paraguas, que era de mi abuelita, en el metro madrileño. […] Alfredo accede alegremente a tomarse una foto y me da su dirección en Madrid, la española insiste a modo de ultimátum, Alfredo se despide muy cariñosamente de mí y la española sonríe aliviada. Desaparecen los dos de mi vista y yo me quedo toda nostálgica bajo la lluvia, intentando guardar mi cámara en mi rotoso maletín”.

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-Todos tenemos nuestro propio Julius, nuestra propia Vilma en la cabeza.

Llevar una novela a la pantalla grande no es tarea fácil. Menos aún si la idea parte de una cineasta latinoamericana. Díaz Costa no ha sido la primera en interesarse, cinematográficamente, en Un mundo para Julius. Han sido varios los proyectos que naufragaron por falta de profesionalismo. “El problema era que compraban los derechos pero no habían escrito ningún guion”, dice. El más sonado fue hecho público en el 2007. La productora Carmela Castellano tenía la intención de contar en el reparto de la película con actores de la talla de Javier Bardem, Viggo Mortensen e incluso Jean Reno. En la dirección quería contar con los servicios de Quentin Tarantino (¿?). Este ‘arroz con mango’ tuvo una corta vida: un año.

Aun con este precedente, Bryce no dudó en dar su venia a Rossana y así cumplir el deseo de muchos peruanos de ver, por primera vez, a un Julius de carne y hueso. Aunque la decisión mayor la tuvo la agencia literaria de Carmen Balcells que representa al escritor y otorgó la reserva de los derechos para hacer la película por doce meses (previo pago de miles de dólares). En ese tiempo, la cineasta deberá postular a todos los fondos de producción cinematográfica para volver a sentarse a conversar y esta vez exponer el proyecto con mayor detalle cinematográfico.

Para la directora, que invirtió 7 años de su vida para realizar Viaje a Tombuctú, esta segunda película –a pesar de las dificultades- le genera emoción. Una emoción que también ha contagiado al 'padre' de Julius. Entre los dos han tenido varias conversaciones. “Me interesa conocer su visión, como mira él a sus personajes”, señala desde Chicago. Y hasta se ha animado a hablar de posibles candidatos para interpretar a los personajes: “Yo le comenté que Magaly Solier podría hacer una buena Vilma (la niñera de Julius). A él le gustó la idea”.


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Como suele pasar con los libros, todos los que hemos leído esta novela tenemos un personaje favorito. Quizás uno con el cual identificarnos. Para Rossana –que estudió becada en un ‘colegio para ricos’- fue Cano. El amigo del protagonista que no pertenece a la burbuja social de los privilegiados. Ahora ya sabemos el por qué de su elección.

Y es que en Un mundo para Julius existe una sensación de orfandad, matizados, claro está, por la mirada del personaje principal que mantiene –hasta donde puede- su inocencia. Alrededor de esta, Rossana quiere interpretar (nunca nos gustó la palabra adaptar) la primera novela del autor peruano.

Bryce mismo, en la Feria Internacional del Libro de Arequipa (2011), hizo memoria sobre lo que significó la escritura de su libro más famoso. Un recuerdo –que como el escritor- está cargado de nostalgia y humor:

“En el camino encontré la oralidad, la ironía, a mi país. […] Y un buen día, la que entonces era mi esposa me dijo: 'Si no paras de escribir, me divorcio’. De todas maneras se divorció pero bueno…Yo entonces puse el punto final y le regalé unas vacaciones maravillosas para tratar de que no se divorciara. Y cuando volví se acabó la novela. Y ella me dijo: 'Se acabó el matrimonio'. Yo le dije: ‘Bueno, más grave es la novela’. El ganador nada se lleva sería la conclusión de esta pequeña introducción..."

[Foto de portada:  Archivo Nicóle Hurtado Céspedes]

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