Los cinco ensayos reunidos en La mujer es aún lo Otro. Actualidad y política en el pensamiento de Simone de Beauvoir (Fondo Editorial de la PUCP, 2015), editados por Fanni Muñoz -historiadora y directora de la Maestría en Estudios de Género PUCP- y Cecilia Esparza -doctora en Literatura por la Universidad de Nueva York-, ofrecen una aproximación contemporánea al significado del feminismo no solo como movimiento político sino como actitud de vida. Reconociendo el feminismo como un hecho histórico, cada autor ofrece una perspectiva desde la que las mujeres tenemos la posibilidad de exigir una serie de derechos y, además, de definirnos a nosotras mismas como lo hizo Simone de Beauvoir: a través de la escritura.
En este sentido, el título del libro es algo equívoco –quizá porque responde al título del coloquio en el que se pronunciaron por primera vez cuatro de los cinco ensayos incluidos en el volumen–. No se trata aquí tanto de la actualidad y la política en el pensamiento de de Beauvoir como del reconocimiento de la mujer como un ‘otro’ que se convierte en ‘yo’ en la escritura.
El primer ensayo, de Cecilia Esparza, da cuenta de la lucha íntima de Simone de Beauvoir (1908–1986) por reconocer su propia feminidad. A partir de la exploración de los textos de de Beauvoir sobre su madre –personaje presente en casi todos los ensayos de La mujer es aún lo Otro–, Esparza encuentra una reticente reconciliación con el cuerpo femenino en el momento de la muerte materna: “la escritora, que quiere ser leída como un sujeto universal, se da cuenta –con temor– de que es también un cuerpo femenino: descontrolado, incontinente e indefenso ante la muerte” (p.27).
Al verse compelida por su propia posición como hija a cuidar de su madre en sus últimos días, de Beauvoir encuentra en el cuerpo la identificación filial que nunca pudo tener en el pensamiento. Así, la autobiografía se convierte en un instrumento para dar sentido a los acontecimientos de la vida no solo de la escritora, sino de la madre de esta, reafirmando la identidad femenina que de Beauvoir lucha por representar y comprender en su trabajo intelectual.
El segundo ensayo de La mujer es aún lo Otro es de la lingüista y literata Margarita Saona, y también analiza las herramientas autobiográficas de Simone de Beauvoir, pero esta vez preguntándose por la influencia que tuvo la feminista francesa en otras escritoras del yo del siglo XX, especialmente en América Latina. El descubrimiento de Saona es que las escritoras posteriores a de Beauvoir tienen una fuerte tendencia a ‘autorizarse’ mediante la lectura. Esto significa que, en las obras autobiográficas, una de las primeras escenas es la ‘escena de lectura’, en la que el sujeto autobiográfico aparece leyendo: “El libro hace que el mundo se infiltre en el espacio del hogar” (p. 37). La mujer, tradicionalmente relegada a los espacios privados, accede a la vida pública a través, primero, de la lectura y, luego, de la escritura.
Carmen Lora, educadora y psicoanalista, explora en el tercer ensayo de esta colección los caminos paralelos de Simone de Beauvoir y Blanca Varela. La escritora francesa y la poeta peruana se conocieron en París al final en 1949, cuando la primera ya estaba publicando El segundo sexo, su obra más influyente, y la segunda tenía apenas 20 años. Ambas, sin embargo, vivieron el clima de crisis y cambio de la posguerra europea, y ambas lidiaron con la nueva posición de las mujeres en ese mundo.
Las soluciones de ambas fueron semejantes: apropiándose de la palabra, las escritoras encuentran la herramienta perfecta para dejar una huella pública en un mundo que aún es dominado por los hombres. También gracias a esa apropiación, ambas tuvieron que afrontar al Otro en ellas mismas: históricamente definidas a partir de lo masculino, las mujeres se desconciertan ante la interrogante de su propia identidad.
El cuarto ensayo, escrito por el politólogo Farid Kahhat, sienta las bases del feminismo en la premisa del contractualismo moderno, cuyo axioma es el individuo. Esta premisa permite ‘apilar’ sobre el individuo moderno una serie de atributos y divisiones que lo constituyen. Una de las principales divisiones modernas es la que se establece entre lo público y lo privado, y es la conciencia de la historicidad de esa división –del hecho de que no siempre ha existido– la que da origen al feminismo: “el lugar en el cual se traza esa línea divisoria lleva a una diferencia crucial en materia del reconocimiento o no de ciertos derechos” (p. 68).
Pero las divisiones modernas afectan no solo el lugar de las mujeres en la sociedad, sino también, por ejemplo, el de la religión y las diferencias étnicas y nacionales. Así, lo que Kahhat plantea es que todo enfoque social debe tener en cuenta las distintas dimensiones de las que provienen las injusticias reclamadas. El ejemplo más claro de esto es el revuelo mediático que causan las burkas islámicas en Occidente. Ese revuelo no solo relega a un segundo plano las injusticias más importantes que deben enfrentar las mujeres que viven bajo regímenes autoritarios islámicos –como la violencia y la hambruna–, sino que da a entender que el único significado posible del velo en las mujeres de ascendencia islámica es el de subordinación. Un enfoque, pues, más abierto a la situación de la mujer islámica permitiría el uso del velo como instrumento político, no meramente religioso.
El quinto y último ensayo de La mujer es aún lo Otro es el único que no participó en el coloquio de la Universidad Católica que dio origen a este libro. Escrito por Nancy K. Miller, escritora feminista estadounidense, es una aproximación a la memoria gráfica Persépolis, en la que Marjane Satrapi narra su infancia en Irán posterior a la revolución. A partir de su propia y tormentosa relación con su madre, Miller considera que Satrapi pertenece a una nueva generación de feministas cuya lucha principal ya no es encontrar algún tipo de reconciliación materna, sino buscar un camino para convertirse en sí mismas a pesar de las condiciones políticas de su contexto. Mientras el vínculo de la joven Marjane con su abuela es físico, el que tiene con su madre es intelectual y centrado en la lectura de ambas de la obra de Simone de Beauvoir.
Miller propone que “los libros […] cumplen mejor que los cuerpos la función de ser objetos transicionales que permiten a generaciones de mujeres hablar unas con otras a través de la división temporal que las separa” (p. 110). Así, Satrapi parece demostrar que la violencia madre-hija que fundamentó el movimiento feminista de los años 70 es algo tan contingente como el patriarcado mismo, y debe ser puesta en el pasado para encontrar las luchas del presente.
Las características de la autobiografía femenina encontradas en los primeros tres ensayos y la cualidad histórica del feminismo encontrada en el cuarto encuentran aquí una aplicación práctica: el estudio de Miller de Satrapi da cuenta de tres generaciones de mujeres que son interpeladas por el cuerpo, la lectura y el contexto político.
La colección de ensayos de La mujer es aún lo Otro se complementa de tal forma que propone una visión comprensiva de la historicidad del feminismo, su dependencia de la modernidad y su situación actual. No solo eso, sino que parece animarnos a buscar nuestra propia identidad como mujeres latinoamericanas a través de la apropiación de la palabra, la imagen y la acción política.
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