Es como si le hubiera respondido a Umberto Eco. El sociólogo español Manuel Castells, conocido por sus obras sobre la sociedad de la información, brindó una entrevista al líder de Podemos, Pablo Iglesias, en el programa "Otra Vuelta de Tuerka".

Anteriormente, se publicaron unas polémicas declaraciones del filósofo italiano Umberto Eco, quien dijo que la Internet y las redes sociales "le dan voz a una legión de idiotas". Para remate, agregó que no se debe permitir que la opinión de un "necio" tenga la misma relevancia que la de un premio Nobel. Al parecer, Eco se convirtió en un "apocalíptico" que reniega de la cultura contemporánea y la libertad de expresión. Hay un tufillo elitista en estas declaraciones, es casi heredero de la Escuela de Frankfurt.

Por el contrario, el español Manuel Castells tiene una mirada distinta y analiza la situación con una mirada más esperanzadora y positiva de lo que ocurre con Internet y las redes sociales.

En la entrevista con Pablo Iglesias, Castells habla sobre Internet, libertad de expresión y los movimientos sociales:

"La libertad es lo más importante para los seres humanos, es lo que nos permite ser "nosotros". Si la idea de que la libertad puede ser transformada en objetos, procesos y mercancías es contra-revolución; yo creo que todo puede ser recuperado, todo puede ser vendido en una economía capitalista, a menos que la gente no lo venda. Yo creo que, a pesar de todo lo que se diga, lo más importante ahora es el Internet. Internet es libertad, libertad de comunicación. Se puede vigilar pero no controlar, es muy distinto. Internet también lo desarrollan las grandes empresas. Pero, ¿de que negocio se trata? Venden comunicación libre y las personas lo usan para lo que quieren: para porno o para la revolución. Tenemos datos: solo 18% de los internautas del mundo utilizan el Internet para temas socio-políticos". 

¿Y que pasaría si no existiera Internet en la actualidad? Castells cree que perderíamos un espacio para la movilización social:

"Si no hubiera Internet no habría esa capacidad de autonomía y movilización. No hay ideas puras, ideas de que solamente son valores en sí revolucionarios, valores que no pueden ser mercantilizados. El Internet puede ser desmercantilizado también, pero cuando se quieran poner barreras hay que defenderlo. La posibilidad de que pueda ser mercantilizado no quita el valor propio libertario del Internet. El prolema es que muchas ideologías de la vieja izquierda pasaban por el estatismo; entonces, para esa vieja izquierda, todo lo que es individualismo, resulta peligroso, porque más importante, creen, que el capital es el Estado".

Castells, el antifranquista y semi-anarquista

En la entrevista, el sociólogo español cuenta como se inició en la política:

"Me enfrenté al franquismo durante mis años de universidad. Organicé una revista en la facultad de Derecho de Barcelona y mi primer artículo lo censuraron. Luego hicimos teatro universitario y popular en la calle y terminamos en la cárcel por hacer "apología a la homosexualidad". Dijimos: si estos nos tocan  la nariz así, pues vamos a liquidarlos".

"Revolucionarios, pero no comunistas"

"En la universidad, formamos un grupo de jovencitos con ganas de derribar al franquismo. La Universidad de Barcelona había como máximo 50 militantes anti-franquistas. Los serios eran los comunistas, era el único partido organizado. Nosotros sabíamos que eramos revolucionarios y que no eramos comunistas por razones ideológicas, de libertad. Eramos más bien semianarquistas. Trabajamos con los comunistas, pero queríamos ser otra cosa: la nueva generación anti-franquista. En ese momento, lo esencial era encontrar formas de acción contra la dictadura que pudiéramos hacer. Teníamos como referencias a la clase obrera y la Revolución Cubana".

"La conciencia de los derechos humanos, la justicia y la libertad es más amplia que la lucha de clases"

"Al final decidimos que la cuestión era conectar ideológicamente con la gente a través del teatro, de panfletos y de acciones duras que eran suicidas, cosas como iniciar una huelga en el 62. Cuatro obreros que teníamos, los más jóvenes y más revolucionarios, convocaban al paro. Generamos un movimiento que tiene algunas características de algo muy espontáneo que demostró que había una generación nueva. Fue la prueba de que la conciencia de los derechos humanos, la justicia y la libertad es más amplia que la lucha de clases. Esa fusión fue lo que en mi experiencia es importante. Yo no quería exiliarme, pero era el último que quedaba de mi organización y me fui a Paris"

Su estancia en París: Mayo del 68

"Cuando llegué, lo primero que sentí fue la libertad y también una vida intelectual muy fuerte, y que ahora ha desaparecido. París no es lo mismo actualmente"

Fue profesor de Dani El Rojo, el protagonista del mayo francés. Sobre él dijo:

"Como alumno, era muy díscolo. Lo cambiaba de sitio a cada rato. Le decía que una cosa era la revolución y otra cosa era que acabe su examen sin copiar. Lo entendió y terminó siendo un estudiante muy serio y muy bueno". 
"En ese departamento, en mi clase, comenzó el movimiento de mayo del 68, que no inicié yo ni mucho menos, pero sí participé porque se inició en mi departamento. Era un movimiento que claramente era de extrema izquierda, pero sin los tics de la extrema izquierda, los comunistas nos acusaron de provocadores inmediatamente. Pero ese movimiento espontáneo, sin nada, motivó el gran movimiento de mayo del 68 que llevó a una huelga general en Francia. Los tanques son más fuertes que la persona, pero las ideas no se aplastaron, las ideas germinaron luego las ideas de anti-imperialismo, el feminismo, la defensa del medio ambiente, los derechos humanos, la solidaridad fueron ideas que realmente hicieron la fuerza de los movimientos posteriores".

¿Dónde está el poder? ¿Se puede capturar? Castells la tiene clara:

"El poder no está fuera de nosotros, está en nuestras mentes y en nuestra capacidad de comunicarnos, simpatizar y sufrir con otros. Esta es la clave del poder. Lo peor que ha pasado en estos últimos 20 años es la ruptura entre lo que algunas personas tenían como esperanza y lo que está depositado en las instituciones. Lo peor es la crisis de confianza en las instituciones".

¿Que queda ahora de los intelectuales de su tiempo? Castells sigue creyendo en que se puede cambiar el mundo, pero no a través de ideologías, sino de sentimientos:

"Nosotros, estamos vivos. La mayor gente que participó seguimos haciendo cosas, seguimos creyendo que se puede cambiar el mundo, de verdad, pero a partir de lo que sentimos, y no de ideologías. De esto forma parte el amor y la capacidad de crear e innovar. No debemos rendirnos a la rigidez de las instituciones que reproducen burocracias y poderes y hacen lo peor: esterilizar en la mente de las personas la idea de que las cosas pueden cambiar".


(Foto de portada: Público.es)


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