Lo de ayer en el Congreso fue una obra de teatro ya escrita hace un rato: Primera escena: El Apra, el fujimorismo y el PPC no ingresaron a hemiciclo; escena dos: no hubo quórum para iniciar la sesión; y tercer acto: el premier Pedro Cateriano no pudo sustentar las facultades legislativas solicitadas por el Ejecutivo y acusó a opositores de boicot.

Con el telón de fondo abajo se inició una nueva crisis política, mientras que el premier anunció que, ante ese panorama, recurrirá a los decretos de urgencia, una herramienta válida pero que solo se aplica para medidas económicas y financieras. Los otros proyectos (simplificación administrativa y seguridad ciudadana) podrían ser discutidos en legislaturas extraordinarias.

La 'guerra' está declarada, y el Ejecutivo no está dispuesto a ceder al condicionamiento de la oposición en el Legislativo de vacar a Alejandro Yovera, aliado del nacionalismo. El propio presidente Humala y varios de sus ministros, como Alonso Segura (Economía) exhortaron a los congresistas a no anteponer temas subalternos a los intereses del país. 

Pero ¿cuáles pueden ser las consecuencias de este nuevo 'jaleo' entre el Ejecutivo y Legislativo?  El primer escenario que asoma es que este último año de Humala en el poder sea un infierno, como lo sostiene hoy el periodista Juan Carlos Tafur en su columna de Exitosa Diario:

"El solo hecho de que se le haya encargado a Nadine Heredia la conducción política del proceso es la mejor admisión antelada de derrota. Una persona que ha sido capaz de tumbarse a cinco gabinetes y perder una holgada mayoría congresal no es, precisamente, el mejor ejemplo de inteligencia política".

El de Humala es un gobierno con minoría en el Congreso, ya no tiene la fuerza política ni el apoyo popular que tenía al principio, y ese solo hecho lo obliga a tender puentes, lograr consensos. Pero no es capaz de hacerlo, y pese a que la llegada de Cateriano al premierato dio algunas esperanzas de ello al inicio, estas se diluyeron en el camino.

Y en este escenario de tensiones, Tafur sostiene que el Gobierno lleva las de perder:

"Si el Ejecutivo se pinta la cara de guerra, va a provocar su propia implosión política cuando en pocos semanas vea frustrado todo intento de componer alguna mayoría a favor de sus proyectos de ley, cuando vea a sus ministros, uno tras otros, en la fauces de la oposición".

En tanto, Augusto Álvarez Rodrich, en La República, no descarta un escenario más apocalíptico, si cabe el término:

"Sería el comienzo del fin de una relación que pudiera terminar, siempre dentro del marco constitucional, pero extremándolo de un modo absurdo, entre dos escenarios finales y fatales: 'Ollantazo' o vacancia".

Sin embargo, confía que en un escenario caldeado como el actual, la situación no pase de un choque institucional. Es positivo en este contexto que el premier Cateriano haya reiterado que el gobierno no tiene la intención de disolver el Congreso, por las consecuencias que implicarían para el país. 

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