En Climas, el primer largometraje de Enrica Pérez, tres mujeres de distintas edades deben enfrentarse a crisis personales que responden a sus circunstancias económicas y geográficas. 

Pérez pretende remediar la separación geográfica de las tres historias a través de un hilo temporal compartido: la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2011. Aunque es un instrumento interesante -las elecciones a la vez unen y polarizan al país-, no es suficiente para unir tres historias disímiles e irregulares en su tema, narrativa y realización. Como resultado, Climas funciona más como una sucesión de cortos que como un largometraje. 

Tiene sentido, entonces, comentar cada sección por separado.


eva

El crecimiento de Eva (Claudia Ruiz del Castillo) en Pucallpa es interrumpido por la llegada de su tío a alojarse en su casa. La madre de Eva prácticamente se lo presenta y desaparece, aparentemente sin darse cuenta de que dejar a un hombre adulto al que no ve hace unos diez años con su hija adolescente podría no ser una muy buena idea. Quizá gracias a lo irreflexivo de la situación -y lo poco creativo de su aproximación a la adolescencia-, Pérez no consigue construir la tensión necesaria para justificar el final de la historia de Eva.

No parece que la intención de Climas sea plantear una relación de necesidad entre el calor y el sexo, pero es un prejuicio popular que las selváticas son más ‘sensuales’, y además ninguno de los otros cortos presenta un solo momento de intimidad o de necesidades sexuales. 

En una película, entonces, que se titula 'Climas' para establecer una relación entre sus personajes y sus condiciones geográficas, da la impresión de que la selva es la 'región' de la sexualidad a flor de piel por excelencia, y que el calor hace que sea natural que Eva se sienta constantemente tentada a establecer contacto sexual con cuanto hombre se encuentre delante suyo. Se simplifican así las tensiones internas del tormento que es esa revolución de hormonas de la adolescencia.

No ayuda a contrarrestar esta impresión -de que Climas está funcionando a partir de un estereotipo- el hecho de que la historia de Eva es bastante anodina hasta el instante final, en el que llega a un clímax tan trágico que parece fuera de contexto.


patricia

De la clase media baja de Eva en Pucallpa Climas pasa a la clase casi obscenamente rica de Patricia (Fiorella de Ferrari), en Lima. Patricia vive frente al mar, todas las mañanas sale a correr en la playa y luego toma a escondidas una pastilla anticonceptiva. Le miente a su esposo, que cree que están tratando de quedar embarazados. 

fiorella de ferrari en climas

Climas nos introduce así, sin contexto, a la vida de Patricia, y es incapaz de generar empatía en el espectador. Por un lado, el extremo privilegio de la forma de vida de Patricia y su esposo ponen sus problemas a una distancia que unas actuaciones poco versátiles no logran acortar. Por otro, como en la primera historia de Climas, Pérez pretende generar una tensión para llegar a la revelación final, pero la apatía de Patricia -y de la interpretación de Fiorella de Ferrari- no se llega a ver interrumpida por las más bien rutinarias acciones que la llevan a un desenlace poco sorprendente.

A diferencia de la historia de Eva, en la que el clímax es desproporcionado en su dramatismo, en la de Patricia la ‘revelación’ -que pretende ser reveladora para el público, pero no para los personajes, y queda como un momento explicativo sin función en la trama- es tal que no se ve en qué sentido puede cambiar algo en su vida.

Por lo demás, es una constante en Climas que mucho del diálogo y de la edición sea meramente explicativo -cosa que no sería necesaria con un mejor trabajo fotográfico y de guión-. Incluso el mensaje feminista, del que hablaré más adelante, pierde profundidad al ser explicativo.

Zoraida

Zoraida (María Unocc) vive y trabaja en el campo de Huaraz. Su rutina diaria se ve interrumpida cuando llega a su casa su hijo (Pedro Mo), que ella creía en la cárcel, en Lima. Zoraida vuelve a acogerlo, prepararle la comida y llevarlo consigo a trabajar en el campo. La relación entre ambos es tensa, pero ella parece contenta de tener compañía por unos días. 

maria unocc y enrica perez en climas

De los tres cortos de Climas, este sin duda es el mejor. La fotografía es espectacular, la historia es original y el diálogo en quechua le confiere a la narración la autenticidad que les faltaba a los primeros dos. Sin preocuparse, esta vez, por revelar ni destruir nada, Pérez consigue un relato atmosférico en el que la disrupción de la rutina da pie a explorar brevemente la forma de vida de esta mujer solitaria

Como no pretende representar un gran giro o cambio en la vida de Zoraida, esta historia consigue lo que Pérez ha pretendido mostrar durante toda la película: una situación particular que podría presentarse a cualquier mujer, pero que es enfrentada por una mujer específica bajo sus propias condiciones.


el desequilibrio

El corto de Zoraida está tan bien realizado que, como cierra la película, deja al espectador con un ‘postgusto’ agradable, pero ilusorio. Especialmente la primera parte, en la que ni siquiera el trabajo de fotografía logra transmitir algo de la selva que no sea la sensualidad de la protagonista, hace cojear el conjunto de tal forma que quizá sería mejor no haberla incluido

maria unocc en climas

Climas tiene una intención feminista interesante, aunque simplifica el problema del género al centrarse tanto en las luchas que los hombres suelen decir que no entienden, pero con las que muchas mujeres lidiamos casi cotidianamente: la sexualidad y la maternidad. Quizá ayudaría, en este sentido, una perspectiva menos centrada en lo íntimo, en lo que los hombres no entienden, una perspectiva en la que el género femenino no se presente solo como la posesión de un cuerpo sensual o como el hecho de la maternidad, sino como una condición con dimensiones sociales y económicas.

Si el punto de Pérez era mostrar la fortaleza de las mujeres ante la adversidad, solo lo consiguió en su tercer corto, que es el único en el que vemos a una mujer lidiar con los problemas que se le presentan. Climas termina, entonces, por tener un discurso explicativo en vez de asumir la feminidad con la naturalidad con que quien ha nacido -o se identifica como- mujer la asume. Solo asumiendo el cuerpo y la posible maternidad como algo natural se puede llegar a alguna profundidad en cuanto a lo que significa ser mujer en nuestro país.


Notas relacionadas en lamula.pe:

Asu Mare 2: Sin rigor ni novedad, pero con gracia

2014: el cine peruano en los cines peruanos

"Atacada", de Aldo Miyashiro: ensayo y error en el cine peruano

Desaparecer: Un nuevo estándar para el cine comercial peruano