"La última refundación de la izquierda peruana ha naufragado", empieza diciendo Steven Levitzky en su columna de hoy en La República. En la nota, el analista político señala que la izquierda en país no alcanza ni siquiera al inefable Mauricio Diez Canseco ('Brad Pizza') en las encuestas de cara a los comicios del 2016.
Por eso, señala que le urge una reforma. Y aunque lo que dice Levitzy no implica necesariamente una novedad -una renovación de la izquierda se viene discutiendo desde que la propuesta de Humala fracasó, hace ya unos cuantos años- resulta interesante cómo lo resumen en tres puntos: matar al padre, matar al símbolo, y matar a los hijos. Veamos:
1.PARRICIDIO
Según Levitzky, no hay nada más imperioso para la izquierda en el Perú que terminar con las viejas figuras que ya fracasaron. Mejor no mencionar nombres, para no herir susceptibilidades, pero en general todos los conocemos.
Opina Levitzky:
"La vieja guardia tiene que irse. Si quiere resucitar la izquierda peruana, la nueva generación tendrá que matar a sus padres [...] Si un espacio progresista existe en el Perú, solo una izquierda renovada (y no reciclada) podrá ocuparlo. Será una izquierda joven, que representa un cambio generacional. Por ejemplo, un movimiento de jóvenes progresistas encabezado por Marisa Glave, Verónika Mendoza, y Sergio Tejada (con Mendoza, una cusqueña, como candidata presidencial) podría cambiar el panorama electoral en 2016."
2. "ICONICIDIO"
Este improvisado neologismo sirve para describir lo que Levitzky considera como una imagen oxidada de la izquierda, una repleta de símbolos y característicos caducos (y que la derecha más recalcitrante suele usar como elemento de burla, por supuesto).
"La nueva izquierda debería abandonar todos los símbolos (bandera roja, puño en alto, etc.) y consignas de la izquierda tradicional. Uno de los legados de Sendero Luminoso es una alergia –en gran parte de la sociedad peruana– a todo que huele a marxismo. Más que en otros países, los símbolos, consignas y discurso de la izquierda tradicional son espantavotos en el Perú, porque se asocian con Sendero. Si la izquierda quiere ganar elecciones, entonces, tiene que tirar su guion tradicional al basurero y crear un nuevo discurso y cultura.". (perú21)
3. FILICIDIO
Aquí, la clave es acabar con las bases de siempre. O, mejor dicho, cambiar la mirada hacia el verdadero objetivo de la izquierda. Porque, según Levitzky, el público objetivo real ya no es el de los obreros, los campesinos o las llamadas "mayorías populares". En realidad, hay un nicho mucho mayor:
"La sociedad cambió. Hoy la clase obrera tradicional es casi inexistente. Solo el 4% de la población económicamente activa pertenece a un sindicato. Además, el país es 80% urbano. Los campesinos ya son pocos. Y gracias al boom económico de los 2000, la mayoría dejó de ser pobre. Hoy en día, entonces, la izquierda enfrenta una sociedad con pocos obreros y campesinos. Y los sectores populares ya no son tan pobres. Sus miembros tienen (o esperan tener) casa y auto, mandan (o esperan mandar) sus hijos a la universidad, y consumen productos que antes solo consumían los pitucos. La izquierda tiene que adaptarse a esta nueva realidad social. Puede alinearse con la CGTP o los ronderos de Cajamarca, pero sin imaginar que representan a los sectores populares. Representan intereses legítimos, pero estrechos."
"La izquierda desapareció del Perú urbano hace años. Hoy el fujimorismo tiene más presencia en los sectores populares de Lima. Si la izquierda quiere ganar elecciones, tendrá que revertir esa situación. Tendrá que apelar no solo a los pobres urbanos (que son cada vez menos) sino también a la creciente clase media-baja. Ese sector vive mucho mejor que hace dos décadas. Un discurso enfocado exclusivamente en los costos del neoliberalismo, y que no ofrece nada a los que se beneficiaron del boom pero que aspiran a más (más seguridad económica y física, más participación, más justicia, más y mejores servicios públicos) gana pocos votos en los sectores populares urbanos. Y sin los sectores populares urbanos, la izquierda no va a ningún lado."
En resumen, la izquierda que el país necesita es una desanclada del pasado. Tarea difícil para nuestra siempre nostálgica y rancia facción zurda.
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