No obstante la disminución global de las emisiones de carbono de los bosques ligada a una menor deforestación, las emisiones por la degradación de los bosques han aumentado significativamente entre 1990 y el 2015, de 0.4 a 1.0 Gt de CO2 al año, según un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La degradación de los bosques es una reducción de la densidad de la biomasa de árboles por causas humanas o naturales, tales como la tala, los incendios, el desarraigo de árboles por el viento y otros sucesos.
El documento también resalta que el total de las emisiones de carbono de los bosques disminuyó más de 25% entre el 2001 y el 2015, principalmente como consecuencia de la desaceleración de las tasas de deforestación mundial. Las emisiones mundiales propiciadas por la deforestación bajaron de 3.9 a 2.9 gigatoneladas de dióxido de carbono al año en ese período.
"Es alentador ver que en general la deforestación está disminuyendo y que algunos países de todas las regiones han mostrado un progreso impresionante, como Costa Rica, Chile, Uruguay, Brasil, Cabo Verde, Viet Nam, China, Filipinas, la República de Corea y Turquía, y otros", afirmó el director general de la FAO, José Graziano da Silva.
Metodología. El análisis de la FAO se basa en datos nacionales presentados por los países con mediciones terrestres y aéreas. No son directamente comparables a las mediciones que solo utilizan imágenes de satélite que, aunque útiles, no captan ciertos tipos de bosques o etapas del ciclo de crecimiento, ni captan con facilidad la dinámica de los cambios del uso de las tierras.
Administrar los bosques de manera sostenible
La gestión sostenible de los bosques se traducirá en la reducción de las emisiones de carbono de los bosques y tiene un papel vital que desempeñar para hacer frente a los efectos del cambio climático, aseguró Da Silva.
”Los bosques son fundamentales para el equilibrio de carbono y albergan casi tres cuartas partes del total de carbono que hay en la atmósfera. La deforestación y la degradación de los bosques aumentan la concentración de gases de efecto invernadero y, a su vez, el crecimiento de los bosques y de los árboles absorbe el dióxido de carbono, la principal emisión de efecto invernadero", añadió.
Asimismo resaltó la importante función de la de la agricultura sostenible para reducir la presión sobre los bosques, junto con "la puesta en marcha del programa UN-REDD para reducir las emisiones de la deforestación y la degradación de los bosques”.
Desequilibrios entre países y regiones
La absorción de carbono por los bosques ayuda a contrarrestar, aunque no totalmente, las emisiones globales debido a la conversión de bosques a otros tipos de uso de la tierra. Los bosques absorben y almacenan 2 millones adicionales de toneladas de CO2 al año (2011-2015), sin contar las emisiones de la deforestación. La mitad del sumidero forestal de carbono se relaciona con el crecimiento de los bosques plantados.
Los países desarrollados siguen representando el grueso de los sumideros generales de carbono estimados, con una cuota del 60% (2011-2015). Este porcentaje, sin embargo, ha disminuido del 65% (2001-2010), debido principalmente a una creación menor de nuevas plantaciones forestales. Los países en desarrollo representan el 40% restante del total del sumidero de carbono.
En cuanto a las regiones, África, Asia y América Latina y el Caribe siguieron emitiendo más carbono del que absorben, aunque las emisiones de África y América Latina disminuyeron entre 1990 y 2015. Solo el Brasil representa más del 50 por ciento de la reducción global estimada de las emisiones de carbono entre 2001 y 2015.
Los bosques de Europa y América del Norte funcionaron como sumideros de carbono netos entre 1990 y 2015 ya que absorben más carbono del que emiten, mientras que Oceanía no mostró una tendencia clara en las emisiones forestales en el mismo período.
(Foto: Ulet Ifansasti / Greenpeace)
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