Algunos analistas chilenos han calificado de 'hipersensibles' las reacciones del Gobierno peruano frente al caso de presunto espionaje que ha marcado la pauta periodística las últimas semanas. Un tema que, por el contrario, el vecino del sur ha logrado que pase casi desapercibido, limitándose la administración de Michelle Bachelet a llevarlo únicamente por la vía diplomática.

Y es que al  Humala presidente parece haberle ganado el Humala militar. Su corazón con botas no debe de haber resistido que un país extranjero venga, supuestamente, a meter las narices donde no debe. Y así, tal cual, salió con la pata en alto a señalar que así no era la cosa. No, no, no, que de Arica para abajo lo que necesitan es una respuesta más 'enérgica'.

"La respuesta del Gobierno de Chile no satisface la demanda peruana. Nosotros vamos a evaluar una respuesta, pero una respuesta enérgica a esta situación", señaló el miércoles tras la primera evaluación de la nota diplomática que Chile envió a manera de respuesta.

Y una nueva nota de protesta llegaría hasta Chile con una yapa: el retiro 'temporal' del embajador peruano Fernando Rojas Samanez, lo que llevó a Bachelet a tomar la decisión de hacer que su embajador en Lima, Roberto Ibarra, permaneciera en Santiago para trabajar en la respuesta a la nueva nota de protesta enviada por Perú. Eso sí, siguió la línea de no meter más 'candela' en el fuego avivado por Humala, al señalar que cada gobierno "toma las decisiones que le compete, y no haremos comentarios al respecto".

Pero la actitud de Humala trajo cola y contagió a su bancada en el Congreso, que pensando que ayudarían a su líder en su afán de 'respetar la dignidad nacional' pidieron que las relaciones comerciales con Chile sean revisadas y se enfríen.

Y es precisamente aquí donde se entró a tallar por fin -que ya estaba demorando- desde la Cancillería. El ministro de Relaciones Exteriores, Gonzalo Gutiérrez, aclaró que la posición oficial del Perú no es la de revisar los acuerdos comerciales, ya que según la Constitución la política exterior la dirige el Presidente de la República y no la opinión de los congresistas por más oficialistas que estos sean. El mismo Humala habría comprendido entonces que tanto entusiasmo podría llevar las cosas a un nivel que, de llegar más alto, no sería capaz de manejar, por lo que lo más sensato sería dejar que las cosas se hicieran al modo de Torre Tagle.

"Lo único que les puedo decir es que estamos defendiendo los intereses de la nación con patriotismo y pulcritud (...) No tengan ninguna duda en que estamos haciendo lo posible para hacer respetar la dignidad del país y los intereses nacionales", señaló.

Es decir, desde la Cancillería habrían hecho entender al presidente que lo más prudente es subir el nivel y bajar el decibel. Humala ya no podría sacarle más jugo a la politización del tema, por lo que debería de ponerle paños fríos al asunto y ceder el volante a su ministro de RREE, al que no nos resulta muy difícil imaginar diciéndole 'tú déjamelo a mi, hermanito, que para estoy acá'. Eso sí, sin dejar de repetir que -porsiaca- las relaciones internacionales las dirige el presidente.

"Nosotros queremos superar esta situación, nosotros no creemos que es positivo para las relaciones de los dos países, pero el Perú requiere de manera más enérgica que se le presenten las explicaciones (...) Este intercambio de notas es reservado, porque eso permite una interlocución fluida entre las partes. El hacerlo público simplemente podría tender a rigidizar posiciones, que no es nuestra intención", señaló esta misma noche en entrevista a Cuarto Poder.

Es decir, a partir de ahora Humala deja todo el asunto de los 'espías' en manos de quienes saben de diplomacia. Su tarea desde aquí es la de cambiar la agenda, de sacarla de esa chilenización que la invadió desde la reunión en Palacio con Toledo, García, la hija del exdictador y los 'líderes' de la fuerzas políticas del país. El tema se empieza a manejar por la línea que debió mantenerse quizás de un inicio para evitar así cualquier tipo de discrepancia al interior del mismo Ejecutivo.

Porque suponemos, a juzgar por las reacciones, que desde un inicio no todo el mundo estuvo de acuerdo, ¿no?

¿No?

Pd. Eso sí, don Isaac debe estar de un genio...



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