El diseñador industrial estadounidense Erik Askin ha creado el diseño más incómodo posible para una caja de cigarrillos. Tomando en cuenta que la premisa del diseño industrial es hacerle la vida más fácil a la gente, y que fue exactamente esto lo que se hizo en 1940 al diseñar la cajetilla como la conocemos hoy, Askin se pregunta si es posible invertir ese paradigma.

Diseñado para irritar: una mirada teórica al diseño de envases ineficientes

El producto es una extrapolación de las leyes que obligan a las empresas productoras de cigarrillos a poner fotografías de gente –casi– muerta en sus cajetillas: ¿qué tal si hacemos que fumar no solo sea poco bonito, sino además incómodo?

¿Qué tal si para desalentar a los fumadores las cajetillas estuviesen diseñadas para ser menos convenientes?

Dentro de lo razonable, ¿Cuán imprácticas pueden ser las cajetillas?

Basándose en los principios que hacen que la verdadera cajetilla de cigarros sea tan práctica, Askin crea justamente lo contrario: una cajetilla difícil de producir, que dificulta la aparición del logo y no se lleva en el bolsillo con comodidad.

"Aunque este diseño sería difícil de implementar, es una mirada interesante a cómo, rompiendo las reglas del diseño, podemos desalentar el uso de un producto dañino"

El patrón de manufactura para la cajetilla de diamante es más complicada y requiere más material



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