“Grecia debe a Alemania miles de millones de euros. ¿O es al revés?” se pregunta la cadena Deustche Welle. Y es que el 7 de mayo de 1945, cuando el General Wilhelm Keitel firmaba la rendición alemana ante las fuerzas rusas, también nacía una obligación monetaria traducida en los costos incurridos durante el período de ocupación nazi en Grecia, deuda que en la actualidad enfrenta a Atenas y Berlín. 

Entre 1941 y 1944, la esvástica flameó en la Acrópolis. Fueron tres años de expolio, saqueo, destrucción de infraestructura y asesinatos en la península que significan –de acuerdo al primer ministro heleno Alexis Tsipras- millones de euros traídos al presente como pasivo alemán a favor del tesoro griego.

La historia de esta deuda llegó a niveles épicos y tragicómicos en 1942. El régimen nazi obligó al banco nacional griego a otorgarle al Tercer Reich un “préstamo sin intereses” por 476 millones de marcos de la época. El dinero fue usado por los alemanes para financiar la logística militar de la ocupación de la península griega.

Aunque el gobierno alemán reconoció los derechos por reparaciones en 1945 ante los aliados, éstos le dieron un descuento sobre el grueso del saldo deudor en el año 1953, en el marco del Acuerdo de Londres. La deuda teutona pasaba así de 38,800 millones de marcos a 14.500 millones de marcos, 62.6% menos. Como consecuencia, Alemania empezó a pagar con el alivio de una “quita” o “rebaja” importante. En 1960, esto se tradujo en un magro desembolso de 115 millones marcos al gobierno griego por concepto de reparaciones a las víctimas griegas del régimen nazi.

“La suma fue considerada para cubrir todas las demandas por daños y perjuicios individuales”, explica Deustche Welle. ¿Todas? ¿En serio?

La misma Alemania que hoy reclama a economías como Grecia, Portugal o España sacrificios y políticas de austeridad para honrar su deuda pública, obtuvo de la comunidad internacional de postguerra el perdón parcial de la suya.

Pero, ¿por qué los aliados asumieron esta actitud?

En 1953, los principales acreedores del reciente gobierno federal alemán eran Reino Unido, Francia y Estados Unidos; también se encontraban países como Canadá, Dinamarca, Grecia, Irlanda, Italia, o España. Miembros en su mayoría de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Todas economías clave durante la Guerra Fría y bastiones del capitalismo frente a la Cortina de Hierro.

Entre 1941 y 1944, la esvástica flameó en la Acrópolis. Fueron tres años de expolio, saqueo, destrucción de infraestructura y asesinatos en la península que significan –de acuerdo al primer ministro heleno Alexis Tsipras- millones de euros traídos al presente como pasivo alemán a favor del tesoro griego.

La posición estratégica de la ex Alemania Federal frente a las economías del Pacto de Varsovia, “némesis” de la OTAN, ¿permitió estas ventajas financieras por parte de los aliados y las economías satélites anticomunistas? Es un indicio. Pero, lo cierto es que el generoso descuento “no solo permitió que el país [Alemania] se recuperase rápidamente, sino que muy pronto lo situó a la cabeza del crecimiento económico del continente” anota ABC de España. Y –añadimos- baluarte de la Europa libre durante la Guerra Fría.

Ese fue el indiscutible comienzo del milagro alemán entonces.

                                                      ***

Todo indica que en esta lucha grecoalemana, el país germano tiene –entonces- las de ganar. Pese a que no existe Cortina de Hierro o bloque soviético, está el predominio industrial, metalmecánico, exportador de mercancías y una balanza comercial favorable para Alemania.

No se percibe que la generosidad que se dio hace más de 60 años con una Alemania de postguerra, entonces geopolíticamente estratégica y ahora fuerte y económicamente vigorosa, se repita con Grecia, sobre todo ahora que -de acuerdo a cálculos de las autoridades económicas helenas- el adeudo alemán post conflicto sumaría a favor de Grecia US$184,000 millones en tanto la deuda griega actual es de US$270,000 millones.

“Imaginen lo que ocurriría en Grecia si la UE le concediera una mínima parte de la comprensión que el mundo derrochó sobre Alemania en 1953, y no lo olviden cuando vean a Claudia Schiffer presumir en la tele de que su coche es alemán” nos comenta Almudena Grandes de El País

                                                    

.

(Foto de portada: Universidad de Texas)


Notas relacionadas:

Nuevo ministro de finanzas griego: ¿Por qué Yanis Varoufakis está en boca de todos?

El balance creado por Syriza en Europa

¿A quiénes incomoda el triunfo de Alexis Tsipras en Grecia?

Alexis Tsipras no es un mito griego

El izquierdista Tsipras eleva en el Parlamento griego su pulso a la UE

El harakiri [Piedra de Toque: columna de Mario Vargas Llosa en El País]