Era noviembre del 2011. Por ese entonces, Alemania colocó en el mercado primario de deuda €6,000 millones en bonos a 10 años, pagando 1.98% anual de interés o cupón. 

El mercado respondió adquiriendo poco más de la mitad de la emisión: €3,600 millones. No, para los inversionistas no fue atractivo el lote alemán. ¿Por qué? Desconfianza. Estamos hablando de un pasado reciente, donde la Eurozona se preparaba para una crisis financiera, la del 2012.

El pasado miércoles, una suerte de déjà vu de lo ocurrido hace tres años se dio en los mercados de capitales europeos. El gobierno federal germano colocó €4,042 millones a cinco años, pagando un discreto 0.04% anual de cupón. Los bonistas, como en 2011, le “dieron la espalda” a la emisión, y como resultado la demanda no cubrió la oferta, según refiere un comunicado del banco central alemán, el Bundesbank (conocido como ‘Buba’).

¿Asustó esta respuesta por parte de los inversionistas? Sí, porque el fantasma de la desconfianza en la economía europea regresó a los mercados a un día de que Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE) anunciará su programa de expansión cuantitativa para impulsar el crecimiento vía mayor liquidez. ¡Claro que dio miedo que los mercados no tomaran mayor posición en bonos alemanes! Solamente en diciembre del año pasado por ejemplo, el Buba colocó €5 mil millones y los inversionistas (bancos, casas de bolsa, fondos, compañías de seguros y particulares) tomaron ´casi todo el lote’. Fueron €4,517 millones lo que el Buba pudo colocar. Un mes y pico más tard -como anotamos- el central germano intenta hacer lo mismo y lo ‘ningunean’. 

No, para los inversionistas no fue atractivo el lote alemán. ¿Por qué? Desconfianza.

Esto –lo dicho- tiene nombre propio: suspicacia de los inversionistas ante las señales de poco crecimiento en la zona del euro y riesgo sistémico provocado por temores políticos y otras variables no pronosticables que en la cumbre de Davos, por ejemplo, son la comidilla.

Y es que a estas alturas, los mensajes que envían los mercados a través de las cifras macroeconómicas son críticos de cara a otorgar solidez a los estimados de crecimiento de los gobiernos y en el camino, estabilidad a los inversionistas institucionales o personales.

China es otro caso donde la pinta sí interesa. El “enfriamiento” de esta economía alcanzó su punto más bajo en 24 años, cerrando un 2014 con un crecimiento del 7.4%. Claro, puede ser una cifra que enorgullezca a cualquier país, sobre todo si está en Europa o Latinoamérica (acá en Perú, rompíamos en llanto si alcanzábamos ese número). Pero, para las autoridades económicas chinas un indicador así no la pone feliz u orgullosa. 

Podría tratarse –como grafican los medios- del caso de un niño acostumbrado a obtener 18 de promedio escolar y luego, en el siguiente bimestre, consigna una media de 16 y emocionalmente el niño se estresa a punto de no saber qué hacer con “tan mala calificación”.

Sin embargo, lo de China va más allá pues –desde la perspectiva de la política económica del país- se debe enviar un mensaje no sólo al mercado externo, sino al interno: el de tranquilidad y garantía de que se crecerá a un ritmo capaz de solventar las necesidades sociales de una economía que representa un cuarto de la población mundial.

Entonces, lo importante es el simbolismo como refiere la BBC

“La razón de la preocupación parece más política que económica. Pues muchos creen que las autoridades chinas necesitan mantener el crecimiento a una escala formidable para garantizar la estabilidad social en la nación más poblada del mundo”.

Sí, es un hecho: en algunas economías la pinta no es lo de menos.

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(Foto de cabecera: adaderana.com)


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