Encontramos a Carlos Tovar, Carlín, en la vigilia realizada anoche en Miraflores por las víctimas del atentado a Charlie Hebdo y contra la violencia fundamentalista. Aprovechamos para conversar con él sobre lo sucedido, sus reacciones y su evaluación del papel que cumplen la sátira política y el humor gráfico, géneros en los cuales es un indiscutido maestro entre nosotros.
- Carlos, ¿cuál es tu reacción personal a lo sucedido?
- No sé cómo decirlo sin caer en clichés, pero me afecta terriblemente, de manera doble, como ciudadano y como colega de ellos. Una pena terrible, porque además soy admirador de Wolinsky desde hace muchos años, también del director de la revista… no soy un seguidor asiduo de Charlie Hebdo, pero sí cada vez que he pasado por París, lo primero que he hecho es ir al quiosco a comprar mi ejemplar. Además, Charlie Hebdo es una revista un poco contemporánea de Monos y Monadas, y en esa época del auge de las revistas de humor, para nosotros era una referencia importante.
- ¿Cuál crees tú que es la raíz de la violencia tan brutal contra una revista satírica y de humor gráfico?
Siento como que nosotros aquí en América Latina estamos un poco apartados de los escenarios de este conflicto, pero la verdad es que el conflicto va creciendo. Estamos frente a una gran amenaza, pero no se trata de una amenaza religiosa, no estoy hablando de eso. La amenaza es más bien un producto del sistema económico. De eso estoy convencido. La economía es una maquinaria excluyente. Muchos han venido diciendo, desde hace tiempo, y yo entre ellos, que esto iba a reventar un día. Está reventando por el lado del Oriente. Pero por razones muy explicables. El hervidero del fundamentalismo en el Medio Oriente está atizado por la abundancia de jóvenes sin trabajo, porque ahí no tener el trabajo significa no poder casarte. Y no poder casarte significa no poder hacer el amor, porque el amor no existe fuera del matrimonio. O sea, a la persona que no tiene trabajo se le cierran todas sus posibilidades de hacer algo en la vida. Entonces, la carencia de trabajo es algo mucho más violento. Y para mí el problema número uno en el mundo ahora es que la economía es una trituradora de empleos.
La raíz de esto, está ahí. Hace poco hubo un trabajo de Oswaldo de Rivero, el título no suena bien en estos momentos pero se llama “Sexo y yihad”, donde explica que la alternativa para los jóvenes que no tienen futuro es la yihad. Como acá en el Perú son las barras bravas, allá es la yihad. Claro, acá la cosa es bastante más inocua, pero es lo mismo.
- Este no es un problema que vaya a desaparecer, entonces…
- Este es el comienzo de una conflagración feroz. Estamos al borde del precipicio de una guerra más grande, lamentablemente.
- ¿Hay alguna solución?
- Todo esto se podría solucionar haciendo lo que se tiene que hacer para que la tecnología no siga suprimiendo empleos, y es una sola cosa, reducir la jornada de trabajo. Repartir el empleo para que todos tengan trabajo. Esto que estamos viviendo ahora solamente es el comienzo de unas décadas que vienen donde van a desaparecer empleos de una manera gigantesca gracias a la robotización y la tecnología.
- Pero entonces, para hacer de abogado del diablo, alguien te podría decir entonces que hacer el tipo de crítica que hace Charlie Hebdo es contraproducente, que no hay que atizar el fuego, que ese tipo de expresiones deberían contenerse.
Yo no lo haría, sinceramente. Atizar el fuego no tiene sentido. Es terrible que ellos hayan pedido la vida, y a nadie se le puede prohibir que se exprese. Sus críticas son válidas, pero desgraciadamente creo que… si tú en un país occidental criticas al poder, tienes la esperanza de que tus críticas vayan a tener éxito, que van a ser escuchadas. Pero si tú criticas a los fundamentalistas islámicos, el destinatario de tu crítica no va a sentir absolutamente ninguna afinidad. Es un poco el mismo efecto que podría producir en nosotros un caricaturista chileno criticando a Ollanta Humala. Es un mundo en el que esas críticas no llegan. No las van a hacer suyas jamás. Es una cosa penosa, pero creo que es la verdad.
- Pero, en realidad, esas críticas no están dirigidas a ese público…
Están dirigidas al público europeo, y está bien, puede ser muy gracioso y muy cierto. Pero al público europeo no necesitas convencerlo de eso. Entonces, si la intención es detener la amenaza, no va a tener efecto.
(fotos: Ana Cabrera)
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