Indignación. Eso ha causado el mensaje que dejó  la organización ambiental Greenpeace sobre las pampas de Nasca. En la prensa y redes sociales, gente de todo el mundo ha reaccionado para mostrar su malestar. Lo comentarios van desde “esto es una falta de respeto al patrimonio nacional del Perú”, hasta tachar a la ONG de “criminales” por caminar sobre la herencia ancestral del país. Gentes henchidas de un repentino nacionalismo han pedido a gritos que se haga justicia y se sancione a los responsables. Pero ¿quiénes son los verdaderos responsables? ¿Qué ha dicho el Ministerio de Cultural al respecto? ¿Defienden realmente el patrimonio nacional? 

Todo empezó a inicios de esta semana cuando la mencionada asociación internacional decidió llamar la atención de las más de 190 autoridades reunidas estos días en torno a la vigésima Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP20) colocando un mensaje al costado de la figura de colibrí de las líneas de Nasca que dice: “Tiempo de cambio: el futuro es renovable”. Esta frase buscó exhortar a los participantes de la cumbre climática a usar las energías renovables en lugar de los combustibles fósiles contaminantes que están causando estragos en el mundo.

Luego le tomaron una foto y la difundieron en su Facebook oficial junto al siguiente mensaje (en inglés):  

“No debería permitirse a las compañías e individuos obtener ganancias a partir de la destrucción del clima y la puesta en peligro de comunidades como Filipinas. En 2015, los gobiernos, como parte de sus compromisos, deberían exigir que las ganancias de las principales empresas contaminantes sean usadas para hacer las inversiones necesarias que resuelvan este problema. ¿Usted qué piensa?”

Esta es la foto y el mensaje al pie: 

Los comentarios no prestaron la menor atención a la pregunta, sino a la fotografía de las líneas de Nasca que acompañan el mensaje. Una de las primeras en responder fue la Asociación María Reiche, organización que busca proteger este patrimonio nacional intangible. Ellos denunciaron el hecho de que Greenpeace haya entrado al área de noche sin la supervisión de un especialista y sin usar el calzado especial que se requiere para evitar dejar huellas imborrables sobre el área protegida.

¿Hubo daños reales al patrimonio? 

Un comunicado emitido este 9 de diciembre por el Ministerio de Cultura confirma que sí: “Luego de la ilegal, inconsulta y premeditada acción del grupo ambientalista Greenpeace, se ha producido una grave afectación del área”, dice el informe de prensa. 


Entonces ¿estuvo mal lo que hizo Greenpeace? Evidentemente sí, por el modo en que operó y los daños causados. Pero la verdad es que ¿quién no podría aprovechar la oportunidad de poner su cartel en esta zona que hace tiempo está abandonada y maltratada por cuanto carro le pasa encima? Sin mencionar que estas pampas supuestamente protegidas se encuentran rodeadas de mineras ilegales e invasiones. Por si fuera poco, hace dos años los automóviles del Rally de Dakar usaron esta zona intangible como parte del camino inca.  

invasiones en las pampas de nasca foto: asociación maria reiche


la izquierda muestra cómo estaban las líneas antes del dakar, la derecha es el resultado final. foto  asociación maría reiche


mineras ilegales en la zona de reserva colindante con las líneas de nasca: foto asociación maria reiche

Las preguntas que saltan a la vista son las siguientes: ¿era necesario que venga Greenpeace para que todos los peruanos nos indignemos por un hecho que viene ocurriendo diariamente frente a nuestras narices? ¿Era necesario que esto ocurra para que el Ministerio de Cultural, encargado de velar por la preservación del patrimonio cultural del país, muestre su máxima indignación? Veamos las palabras emitidas por esta instancia gubernamental a partir de los hechos ocurridos:

“El Ministerio de Cultura expresa de manera enfática su indignación por los hechos ocurridos en la zona colindante al Colibrí en las Líneas de Nasca. Esta zona, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad, es un área donde está estrictamente prohibido cualquier tipo de intervención, dada la fragilidad que rodea las figuras.”

El hecho es que los daños ocasionados a las líneas de Nasca (no solo por Greenpeace sino por todos los antecedentes mencionados) dejan algo claro: aunque una zona sea declarada Patrimonio Cultural, la etiqueta no garantiza su conservación. Lo que sí la garantizaría son las políticas efectivas de protección. ¿Existen? 

Según información del portal de Unesco, para que una zona arqueológica sea incluida en la lista de Patrimonio Mundial (World Heritage List) se deben cumplir ciertos requisitos y estándares exigentes. En Perú existen tan solo ocho zonas arqueológicas declaradas Patrimonio Mundial, entre ellas las líneas y geoglifos de Nasca y Pampas de Jumana.

Lo cierto es que también existe el riesgo de salir de esta lista que fomenta no solo el turismo, sino también la preservación del lugar. Sería suficiente que las líneas y geoglifos de Nasca pierdan las cualidades que los hacían excepcionales para que esto suceda. Las posibilidades de perder el patrimonio son mayores si el Estado no reacciona ante atentados para mitigar los efectos inmediatos y futuros.

El 18 de abril de 2013, el Ministerio había emitido un comunicado donde señalaba que zonas intangibles de Nasca habían sido dañadas: 

"Sobre la base de una información ofrecida por un vecino de la zona de Buenos Aires-Socos, en el último trimestre de 2012, personal de la oficina de Nasca de la Dirección Regional de Cultura Ica (DRC Ica) del Ministerio de Cultura se apersonó para comprobar que, efectivamente, cerca de las Líneas, se había asentado una planta de procesamiento de capa asfáltica, y se han constatado afectaciones en un trapezoide y una Línea localizada en la parte baja de una pequeña elevación rocosa."

Ha pasado más de un año y las autoridades siguen "apersonándose" para verificar los daños, pero no hay, a la fecha, un plan de acción que proteja y evite futuros daños. ¿Resultado? Minería informal, invasiones, carreteras improvisadas...y Greenpeace. 

Esta actitud negligente se corrobora una vez más cuando, el Ministerio decide ensañarse con un grupo antes que atacar las causas reales del problema. Así lo demuestra, cuando en su informe señalan lo siguiente: “Se exhorta a la población en general a colaborar con la identificación de las personas que han cometido este atentado contra el Patrimonio Cultural de todos los peruanos y de toda la humanidad”. La sanción debe hacerse, sin duda, pero, insistimos, ¿qué hay de las políticas de protección?

Es evidente que no bastará con sancionar a unos individuos por colocar sus carteles en una zona arqueológica abandonada y olvidada hace tiempo. Greenpeace cometió un atentado porque pudo hacerlo, porque no hubo ni vigilancia y porque tantos otros lo habían hecho antes. 

Ante esto, solo cabe preguntarse quiénes tienen la verdadera responsabilidad detrás de todo esto: ¿el ministerio, los peruanos que lo permitimos o Greenpeace? ¿Vamos a esperar que Nasca sea destruida para indignarnos nuevamente y, luego, olvidar? Ojalá que no. 


(foto de portada: Greenpeace)


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