En internet abundan los artículos que te repiten una y otra vez la necesidad de que duermas ocho horas, o siete, porque menos horas de sueño tienen un impacto negativo en tu salud. Amparados en la ciencia, casi parecen estar hechos para decirte que si haces lo contrario, los efectos son tu responsabilidad. Es decir, tu culpa.
Lo cierto es que con la abundancia de luz eléctrica y debido a ciertos tipos de labores, las responsabilidades familiares, los proyectos creativos, o por los mismos hábitos de ocio, uno puede dormir menos de siete horas con bastante naturalidad.
Esos artículos a los que nos referimos poco hacen frente a una realidad que está vinculada con varios tipos de problemas: de salud mental, de la calidad de trabajo a la que uno tiene oportunidad de acceder o de crearse a sí mismo, de la calidad de vida de un país, de la vida estudiantil, etc.
Si no puedes asegurarte un sueño de ocho horas diarios, ¿qué es lo que deberías sentir ante todos esos posts de recomendaciones saludables? ¿Algún afecto negativo hacia ti mismo por no practicar lo que es sano? Porque toda esta cultura de lo saludable no responde a decisiones de vida totalmente individualizadas, como se nos suele presentar, sino que surgen en relación a las amenazas de la vida en las urbes, y en general del contexto global actual -económico, ambiental, cultural, etc.-. Y esas amenazas nos llegan tan normales.
Así que si despiertas temprano para irte a tu centro de labores, y a partir de la tarde, luego de almorzar, empiezan tus estudios hasta muy de noche, lo más saludable ya no es tanto que consigas dormir las iluminadas ocho horas, que para muchas personas significan una eterna utopía, o un mito. No obstante, la divulgación en medios de estudios científicos parecen implicar que deberías repensar tu estilo de vida, al mostrarte los riesgos de muerte, diabetes, cáncer, pérdida de tejido cerebral, etc. Estar saludable, gran imperativo de nuestros tiempos.
Lo más saludable entonces sería que puedas descansar entre las horas del día. Que puedas practicar alguna técnica de Yoga, o de meditación que te permita descansar sin la necesidad de dormir, y si es posible, claro, dormir algo. Por otro lado, si acaso duermes menos de ochos horas diarias, digamos cinco o seis, o menos, el peligro está expuesto en la infografía, con base científica: es el conocimiento el que te habla de riesgo.
Con ello parece recaer en ti toda la responsabilidad por tu salud ahora que tienes dicho conocimiento, el cual no negamos. ¿Qué ocurre con los conductores de empresas de transporte interprovincial, formales e informales, que por no dormir y no regular su cansancio, ocasionan accidentes de tránsito? La necesidad de trabajar, de sustentar los réditos de una empresa y de asegurar el ingreso, estuvieron por encima de su salud, y la de los demás; a pesar de que ellos conocen 'estrategias' para manejar el sueño producido por su ritmo de trabajo. Aquí la vida de otros está en juego.
Es natural que una sociedad globalizada como ésta -sobre todo por cómo circula la información- dormir poco se haya vuelto un riesgo de tener infartos o de estar emocionalmente reactivo, o incluso, como dicen en The Huffington Post, de no estar con la mejor apariencia. Se ha vuelto natural que vivamos esos riesgos, de manera que no es natural estar saludable debido al estilo de vida que se nos da a elegir 'democráticamente'.
Si se puede descansar en medio del día, para algunos sería lo ideal. Y un conocimiento vinculado a ello podría hacer bastante bien a los que no llegan ni a las siete horas diarias de sueño. Es bastante fantasmal no poner en cuestión o en tela de juicio que si, por ejemplo, estás en total desacuerdo con lo expuesto aquí, porque dormir ocho horas depende exclusivamente de uno, y quien quiera llegar a ello tendría que proponérselo simplemente, ese individualismo habla de con qué juicios exhortativos nos adaptamos a nuestra experiencia en esta sociedad.
Internet y sus artículos sobre salud y de 'desarrollo personal' ya pueden considerarse parte del estrés diario, apelando a esa forma de individualismo mencionado. Por otra parte, la necesidad de dormir ocho horas es un 'imperativo' reciente. Estudios como At Day's Close: Night in Times Past (2001), del historiador Roger Ekirch, evidencian cómo el ciclo de sueño, los hábitos de dormir y los ciclos circadianos han variado a través de la historia, sobre todo con la llegada de la revolución industrial.
Asimismo, existe un estudio que ha probado que en ciertas condiciones controladas el humano regula su sueño con dos periodos de sueños, cada uno con una duración de cuatro horas (leer aquí al respecto), sistema de regulación de sueño registrado en periodos pre-industriales.
Sería quizá más imparcial si decimos que las ocho horas no son para todos los humanos, debido a las variadas condiciones de vida que existen en este planeta, que algunos eligen, y otros que no. Títulos como los 4 efectos de dormir poco, nos hablan artículos que, primero, no consideran las posibles causales de no poder dormir las horas ideales -depende del caso- y, segundo, no ofrecen alternativas de descanso y sueño aparte de las ocho horas corridas, que no es posible para todos.