Por desconocimiento, se ha pensado y extendido la idea de que Emilio Adolfo Westphalen, poeta de la vanguardia peruana, vinculado con el surrealismo, y José María Arguedas, uno de nuestros narradores más admirados, sobre todo por su acertada representación del mundo andino, representan extremos opuestos de aquello que ha sido dado en llamar literatura peruana.

Sin embargo, además de compartir el año de nacimiento (1911) o el hecho de haber estudiado en la facultad de Letras en San Marcos, entre Westphalen y Arguedas se tejió una sólida red que iba más allá de la amistad y simpatía. Y es que también compartieron la condición de excluidos en una ciudad tan compacta y elitista como era la Lima de los años treinta.

Pues si Arguedas se sentía distinto en medio de los citadinos, debido a su origen serrano; Westphalen, por su parte, no mantuvo vínculos estrechos con sus compañeros de clase, ya que al ser su familia de proveniencia extranjera (Alemania) no tenía con quiénes relacionarse. 

Ambos, cada uno desde sus respectivas orillas, ampliaron el panorama de la literatura y la cultura de nuestro país. Ambos mostraron que existían nuevos mundos que debían ser conquistados desde el idioma y la reinterpretación del pasado. 

A ellos se les debe agregar el caso de César Moro, otro extraordinario poeta peruano, que pagó caro el atrevimiento de enfrentarse a Lima y su círculo intelectual a partir de su homosexualidad y su deseo de escribir, en aquella época, poesía surrealista en francés. No debe extrañar que fuera él quien dijera de la ciudad capital su descripción más conocida y compartida: "Lima, la horrible".

A partir de estos tres casos, paradigmáticos todos, Alberto Escobar, uno de los mejores críticos literarios de nuestra tradición, puesto que su lucidez lo llevó a hurgar más allá de la literatura, publicó en 1989 un libro que hoy, gracias al Instituto de Estudios Peruanos, se encuentra disponible nuevamente: El imaginario nacional. Moro - Westphalen - Arguedas. Una formación literaria.

Escobar dice de los tres en la Introducción del libro: "había sido tocados —los tres— por la magia que atraviesa el paisaje y la fulgurante atracción de los espacios míticos en la geografía, el arte popular y la historia del arte prehispánico".

No se trata de una asociación casual, pues transcurrido el tiempo, Arguedas y Westphalen uno desde la célebre Peña Pancho Fierro, el otro desde la importante revista Las Moradas, se convirtieron en las columnas sobre las que se formó la trascendental generación del 50, que incluía, entre otros tantos, a artistas como Jorge Eduardo Eielson, Javier Sologuren, Blanca Varela, Fernando de Szyszlo y Sebastián Salazar Bondy.

Este es un libro, por lo tanto, que cualquiera que pretende comprender el proceso seguido por la cultura peruana durante la primera mitad del siglo XX debería leer.

notas relacionadas en lamula.pe

Westphalen sobre Arguedas

¿De dónde proviene la frase 'Lima la horrible'?