Cinco son las imágenes que componen la serie que Hilda Mauro y Estrella Pezo, quienes conforman el colectivo Cracpack, han presentado en esta oportunidad en la muestra 'Incisión: del dolor a la nostalgia', la cual va hasta el 26 de noviembre en el Café Arábica (Recavarren 269, Miraflores).  

Las fotografías, de acuerdo a la dinámica puesta en práctica por sus integrantes, son resultado de un trabajo conjunto. Así, el concepto surge de una parte y su realización es llevada a cabo con la colaboración de la otra.

En 'Incisión...' el evidente protagonista es el corazón. No solo como la representación de las emociones y sensibilidad del individuo, sino también como el bloque de carne que es y que tiene una responsabilidad cardinal en el organismo.

La propuesta de Cracpack apunta a encontrar una dimensión intermedia entre el simbolismo y la funcionalidad del corazón. Y para conseguirlo, se desnuda la vinculación existente entre el lenguaje metafórico y el lenguaje figurado.

El corazón no es, sin embargo, el único elemento de la serie. Aparecen también cuatro fotografías a blanco y negro en tamaño carnet (las de un hombre, una mujer, un perro y un gato). ¿Qué papel juegan aquellas fotos? Hay que observarlas a partir de la circunstancia previamente señalada: hallar un punto de contacto entre el corazón como envase de los sentimientos y como el músculo más importante del cuerpo. 

Es decir, que aquellas pequeñas imágenes, antes que meros retratos, son piezas que no son más que una encarnación de los sentimientos así como de los recuerdos.

De modo que lo intangible se convierte en una figura definida y delimitada. Y esto es algo que ocurre tanto con el corazón, que se encarna en uno genuino, dejando su condición de ser solo símbolo; y con los recuerdos, que de estados mentales devienen en objetos útiles para la memoria, en este caso unas fotografías.

Ya es en este nivel en el que actúa la mirada creadora y registra el proceso descrito en el título de la muestra: del dolor a la nostalgia. Y se hace mas patente cuando los propios objetos son intervenidos (no sin rudeza): el corazón —imaginamos que perteneciente a una vaca o a un animal similar— es abierto por la mitad y las fotografías son rotas y divididas, quedando tan solo como dos trozos de papel.

Es así que con 'Incisiones...', Cracpack apuesta por el valor terapéutico de la fotografía, puesto que ésta tiene la capacidad de hacer palpables —a los ojos, a la conciencia— aquello que normalmente yace en la oscuridad de lo real pero invisible. Y el percatarnos de nuestro dolor es también una manera de superarlo.

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