Génesis es el nombre del más reciente proyecto del gran fotógrafo brasilero Sebastião Salgado. Es el resultado de más de 30 viajes —que incluyeron expediciones épicas en avionetas, en canoas, y hasta en globos— alrededor del mundo durante ocho años con el fin de redescubrir, cámara en mano, las montañas, los desiertos, los océanos, los animales y los pueblos que hasta hoy se han mantenido al margen del impacto destructivo de la sociedad moderna. Se trata, en otras palabras, del más ambicioso testimonio artístico, hasta la fecha, de la deslumbrante belleza de un planeta que, en buena medida, se mantiene aún virgen a pesar de nuestros mejores intentos de acabar con él.  

el fotógrafo Sebastião Salgado revisando el voluminoso libro con sus más recientes fotos editado por taschen. Fuente: taschen.com

"Alrededor del 46% del planeta sigue siendo tal como era en el momento de la creación" le gusta repetir a Salgado. "Debemos preservar lo que existe." El fotógrafo no se toma estas palabras a la ligera: el proyecto Génesis, que incluye una gran exposición internacional itinerante —actualmente puede ser visitada en Barcelona— y un libro recientemente editado por el sello alemán Taschen, es en cierto modo una continuación de la importante labor de concientización y de preservación ecológica que el fotógrafo viene llevando a cabo al frente del Instituto Terra, que inauguró con su esposa Lélia hace unos años.

Veamos un video acerca del exitoso paso de la muestra por Madrid:

Salgado estudió economía antes de dedicarse a la fotografía. Inició su carrera profesional en París a principios de los años setenta, trabajando posteriormente con las famosas agencias Sygma, Gamma y Magnum Photos. Sus poderosas imágenes monocromáticas han aparecido en numerosos libros y exposiciones, entre las que destacan Américas (1986), Sahel, L'Homme en détresse (1986), Trabajadores (1993), Terra (1997), Migraciones (2000), Los niños (2000) y África (2007). 

Génesis, el logro que viene a coronar su carrera, nació de una intensa preocupación personal. A finales de 1990, su padre le dejó como herencia el rancho donde Salgado, que hoy tiene 69 años, había pasado su niñez. En conversación con The New York Times, el fotógrafo sostuvo que recuerda el lugar en aquellos días como "un paraíso total, cubierto en más del 50% por selva tropical". Sin embargo, después de décadas de deforestación, la propiedad se convirtió en un verdadero desastre ecológico: "No sólo mi granja, toda la región. Erosión, nada de agua, era una tierra muerta".

Salagado y su esposa en su rancho en Brasil

Ahora bien, en vez de darse por vencido y abandonar la propiedad a su suerte, Salgado se propuso reforestarla poco a poco. Hoy hay más de 2 millones de nuevos árboles allí, y son tantas las especies de animales que han vuelto a ocupar el terreno que el gobierno brasilero lo ha designado como una reserva natural. Esta experiencia le dio a Salgado una idea: ¿por qué no viajar a lugares remotos, aún no mancillados por la contaminación galopante, y fotografiarlos para que puedan servir como bancos de memoria ambiental? ¿Por qué no usar la fotografía para dejar un testimonio de la gloriosa belleza primordial del planeta que habitamos? La idea "no sería la de fotografiar lo que está destruido, sino lo que es todavía virgen, para mostrar lo que tenemos que mantener y proteger."

Las fotografía de Salgado muestran, en toda su gloria, la belleza impactante de las especies animales y los volcanes de las islas Galápagos; pingüinos, lobos marinos, cormoranes y ballenas del Atlántico Sur y la Antártida; Caimanes y jaguares en Brasil; Leones, leopardos y elefantes africanos; nómadas ganaderos Dinka en Sudán; nómadas Nenet y sus rebaños de renos en el Círculo Polar Ártico; comunidades de la selva en las islas Mentawai al oeste de Sumatra; los icebergs de la Antártida; los volcanes de África Central y la Península de Kamchatka; Desiertos saharianos; los ríos Negro y Juruá en la Amazonía; los barrancos del Gran Cañón; los glaciares de Alaska ... y más allá.

Veamos algunas de sus hermosas imágenes:

Las variaciones tonales y los contrastes de luz y oscuridad en las fotografías de Salgado nos recuerdan no solo el trabajo virtuoso de Ansel Adams, sino también el de viejos maestros de la pintura barroca como Rembrandt y Georges de La Tour. Ojalá esta potencia visual, puesta al servicio de una noble tarea como lo es la preservación del medio ambiente, sea no solo digna de ser admirada por su belleza plástica alrededor del mundo, sino que sirva también para que los visitantes de las galerías, los amantes de los libros de arte, y cada una de las personas alcanzadas por este gran proyecto global, caigan en cuenta de que existen aún innumerables tesoros y rincones paradisíacos en este mundo que vale la pena conservar. Se nos está acabando el tiempo.  


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