Hay dos maneras de tratar el problema del cambio climático. Una reunión entre empresarios y gobernantes de carácter más discursivo y otra en la que organizaciones sociales señalan a las industrias extractivas como agravantes de la situación. La COP20, que se desarrollará en diciembre de este año en Perú, y la Cumbre de los Pueblos de Cajamarca son dos maneras distintas en la que se enfrenta el cambio climático, señala el sociólogo Francisco Durand en La República.
Por un lado, está la Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. A esta reunión asistirán, además de gobernantes y empresarios, aproximadamente 15 mil expertos ambientalistas de todo el mundo. El Perú, como sede, refleja las contradicciones entre el discurso y la acción. "En Lima, sede del poder del Estado peruano, allí donde se ha gestado hace poco sin consulta pública una rebaja de los estándares ambientales por iniciativa del propio gobierno y organizaciones como la Sociedad Peruana de Hidrocarburos, se organiza esta mega conferencia mundial", señala Durand.
El presidente peruano Ollanta Humala, aquel que como candidato prometió defender el agua frente al oro y respetar la voluntad de las comunidades locales en zonas extractivas, es un ejemplo de esta contradicción. "La ONU, en su estilo lento y diplomático, busca un acuerdo entre “gobiernos, empresas y personas” para frenar el acelerado y al parecer inevitable deterioro de la naturaleza. Allí presidentes como Humala echarán sus discursos queriendo defender en el papel lo que en la práctica no hacen", agrega el sociólogo.
Por otro lado, está la cumbre de los campesinos, pueblos indígenas y defensores del agua críticos con las industrias extractivas. El lugar de esta reunión es emblemático. "En Cajamarca, el departamento donde en la última elección se mantuvo en la presidencia regional a Gregorio Santos, principal opositor al proyecto Conga, que auspicia Humala y Minera Yanacocha, se organiza una reunión donde no están presentes ni el gobierno, ni las empresas ni las personas; solo organizaciones sociales. Su postura es distinta. Expresan una oposición radical a la eliminación de las fuentes naturales de agua", indica en referencia al proyecto minero cuya ejecución implicaría la destrucción de lagunas.
Frente a este contraste, Durand se pregunta: "¿Es posible un acuerdo elitista como el que plantea la ONU en Bonn que revierta la tendencia? ¿Es viable una propuesta como la de Cajamarca?". "No lo sé. Al 2014, ha desaparecido el 50% de las especies animales del planeta. Nos queda la mitad y cada día que pasa muere una planta o ser viviente. Una cosa es cierta: solo el tiempo lo dirá. Y cuando llegue ese momento, dado el ritmo al que avanza el calentamiento global y el deterioro de la vida, es posible que sea demasiado tarde", reflexiona Durand.
Estas dos maneras de enfrentar al cambio climático deberían reconciliarse. Pero, mientras los gobiernos y los empresarios no reconozcan que muchas de sus actividades tienen un impacto negativo en el medio ambiente, habrá otro frente que lo diga. En la Cumbre de los Pueblos, las comunidades campesinas y pueblos indígenas mostraron su preocupación por la ejecución de proyectos mineros, de hidrocarburos e hidroeléctricas en sus zonas. Esperemos que sus voces sean tomadas en cuenta. Si no lo han hecho ahora, lo harán en la Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático, del 8 al 11 de diciembre, paralelo a la COP20.
(Foto de portada: Dany Valdez / LaMula.pe)
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