Para los terroristas del Estado Islámico (EI) es un honor morir como mártires en la “Guerra Santa”, ya que según sus creencias y su particular interpretación del Corán, irán al paraíso en el que les esperan 72 vírgenes y les serán perdonados todos sus pecados. En sus lugares de origen, los combatientes que tienen una “muerte santa” son vistos como héroes dentro de su entorno, y en muchas ocasiones son el orgullo de su familia.
Pero esta vía directa al paraíso tiene una condición. Su muerte tiene que ser a manos de un hombre. Si son asesinados por una mujer, todo cambia, van directamente al infierno.
Aunque desde los años 90 las mujeres participan activamente en el ejército Kurdo, cada vez más mujeres se apuntan a la lucha armada con el ánimo de frenar el avance del Estado Islámico, que convierte a las mujeres en esclavas. Ellas son conscientes de que son las únicas que hacen temblar de miedo a los terroristas del Estado Islámico. "Las mujeres soldados dicen que están satisfechas por luchar contra el Estado Islámico, puesto que han detenido su avance y han matado a un buen número de yihadistas" dijo Ed Royce, director del Comité de Relaciones Internacionales al diario "The Telegraph".
Una de las heroínas de la resistencia yihadista, conocida por su nombre de guerra, Narín Afrin, es comandante de la YPG, y de ella aseguran sus compañeros que es una leona en la lucha. "No podrán entrar en ninguna parte de la ciudad sin tener que pasar antes sobre nuestros cadáveres", ha declarado Narín en relación al Estado Islámico.
Otra de las mujeres que se ha hecho famosa por su lucha es Mariam al Mansouri, la piloto que dirigió el escuadrón de la aviación que bombardeó posiciones del grupo Estado Islámico (ISIS) en Siria. Mariam fue la primera mujer en conducir un cazabombardero F-16 en su país, Emiratos Árabes.
El poder del Estado Islámico se ha extendido en los últimos meses, y hasta ahora nadie ha podido parar el violento avance de los terroristas que no temen a nada, excepto a las mujeres.
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