Devoción limeña hace más de medio siglo
Un video de 1948 muestra la rutina de los limeños cuando se iniciaba la temporada del Señor de los Milagros. Y algunas cosas más.
Si bien se trata de una filmación de poco menos de cuatro minutos, las escenas registradas en ella nos dejan ver que, en lo concerniente a la relación entre los limeños y la efigie del Señor de los Milagros, hay ciertos ritos —de los sagrados y de los profanos— que persisten hasta nuestros días.
Así pues, algunos de los personajes más notorios de la ciudad —que no es lo mismo que sus 'notables'— deben soportar, siquiera por unos instantes, el peso del anda mientras la pasean por las calles. Y este es un gesto que aún hoy se lleva a cabo. Sobre todo entre los políticos, que encuentran en la procesión morada una excelente oportunidad para tener un 'baño de popularidad' (recordemos a nuestros dos últimos jefes de estado, por ejemplo).
En la película es posible reconocer a Víctor Andrés Belaúnde cumpliendo con esa función. Aunque conociendo las posturas ideológicas del diplomático e intelectual conservador, probablemente se trataba de un genuino gesto motivado por su fe católica. Valga recordar que apenas unos años antes, entre 1946 y 1947, Belaúnde fue Rector Pro-tempore de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
Por otra parte, la presencia de los ambulantes —vendiendo velas y crucifijos— es todavía un cuadro común en estos tiempos. Hoy hay que agregarle, además, la procesión paralela de vendedores de comidas y juguetes, así como la de cómicos callejeros.
Pero, sin duda, lo que más debería llamar la atención del espectador actual es el discurso utilizado por el narrador para describir cada uno de los episodios en la filmación. Y es que establece, en apenas una frase, una división tajante y sutil de la sociedad limeña: "Todas las esferas sociales se dan cita en este día: humildes gentes de color, pobres y ricos, figuras destacadas de la sociedad. Todos poseídos de la misma devoción".
De un lado los "de color", del otro las "figuras destacadas". De un lado los pobres, del otro los ricos. ¿No se percibe acaso cierto tufillo discriminador?
Lo cual no deja de resultar paradójico. Ya que la devoción en muchas de sus manifestaciones suele ser un fenómeno integrador, y es tan solo por las palabras de este narrador, quien funge como representación de la institución realizadora —la Sección Central de Cine y Noticiarios Nacionales del Ministerio de Gobierno, el actual Ministerio del Interior—, que la discriminación toma cuerpo y surge para mantener, en un ejercicio tan simple como enumerar lo que se observa, las barreras sociales y de clase existentes entre los limeños de los años cuarenta.
Y esto último, que sea la posición oficial la que reafirme aquella diferencia, quiérase o no, también es algo que continúa entre nosotros.
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