Por Anita Kipp, Publicado originalmente en Cultura Peruana (Lima), XIX. Nro. 139-140, 1960.
Tilsa es un nombre hermoso y no está distante de la serena vida que esta artista produce en sus lienzos. Cuando acudimos a la clausura del año académico de 1959 en la Escuela Nacional de Bellas Artes, habíamos quedado sorprendidos por la espontanea simpatía con que los compañeros de Tilsa celebraron su obtención de la Gran Medalla de Honor, otorgada por primera vez en ese centro de estudios.
Y no era de extrañar el cariño que por ella sienten sus colegas. La admiración y el cariño siempre van unidos y pudimos comprobar que la confianza que todos tienen de la escuela en las proyecciones de esta joven artista en la pintura peruana, va pareja con el aprecio que despierta como persona. Casi tímida, posee, sin embargo una definida personalidad en la cual resaltan su extrema sencillez y moderación.
Tuvimos una ocasión de verla nuevamente con motivo de la inauguración de la muestra titulada Nuevos Pintores Peruanos en el IAC. Se comentaba elogiosamente sus cuadros y ella lo único que quería era pasar desapercibida. Esta es una virtud rara que abona a favor de Tilsa una condición más que la puede llevar lejos. Conversamos sobre el éxito y el interés despertado por la exposición y más tarde, al calor de una reunión agradabilísima, tuvimos esta charla:
-Tienes pena de dejar la escuela.
-¡Te imaginas! Ha sido una época maravillosa, es allí donde he encontrado personas con quienes compartir ideales; pero pienso regresar siempre a nuestra ahora hermosa escuela…
-Te sentirás muy satisfecha, has cumplido con éxito tus estudios.
-Sí. Siempre quise ser pintora. Desde chiquilla me encantaba pintar. Cuando era muy pequeña vi una bella reproducción de un Rembrandt y pregunte quien había hecho eso y me dijeron “Rembrandt”. Desde entonces yo decía como un estribillo: “Quiero ser Rembrandt”, es decir, yo quería pintar…
-¿No has hecho otra cosa en tu vida además de pintar?
-No. También he trabajado en otras cosas. Deje un tiempo la escuela, pero poco tiempo después me di cuenta de que allí estaba mi verdadero lugar de trabajo.
-¿Con quienes estudiaste?
-Estoy muy agradecida por las enseñanzas recibidas de Quízpez Asín, de Ricardo Grau y Sabino Springett. Y, aunque te parezca curioso, mucho he aprendido bajo la dirección del pintor peruano Manuel Zapata. Es un hombre muy inteligente y modesto. Yo lo admiro Mucho.
Sí, recordamos a Zapata. No tiene interés en exhibir. Solamente trabaja, lee y ayuda a quien puede. Es un hombre extraño.
-¿Qué te ofreció más dificultades en tus estudios?
-Ah! Adquirir la disciplina, el método de trabajo. Yo era un poco floja y hacia todo con un poco de descuido...
-¿Qué es la pintura para ti?
-Algo indispensable -nos responde sonriendo sorprendida.
-¿Qué sientes cuando pintas?
-Una gran responsabilidad conmigo misma, no me importa nada más. Trabajo comúnmente ocho horas y hasta doce en algunas oportunidades.
-¿Cómo crees reconocer el talento en un pintor?
-Es muy difícil. Yo creo que a veces hay artistas con talento que se sienten un poco perdidos y no podemos juzgar precipitadamente. Para mí es una demostración de talento, acercarse con humildad al arte que se practica.
-¿Qué piensas hacer ahora que has terminado tus estudios?
-No lo sé, fuera de seguir pintando... Es un problema común en mis compañeros.
-Sugerimos al director de la escuela que les ayude ante el Ministerio de Educación para que sean destacados en los colegios del Estado.
-Es muy difícil, casi imposible. Claro que deberíamos tomar parte en la Educación Artística que se imparte en los colegios, ya que estamos especialmente preparados para ello. Personalmente no estoy de acuerdo con la línea que ha seguido la aplicación de los planes de estudio en este aspecto. Los cursos de Educación Artística, Apreciación Plástica, etcétera, están en manos de verdaderos profanos en el asunto.
Es muy interesante hablar sobre este tema, nuestra experiencia en la enseñanza nos ha demostrado lo lastimosamente que, por lo general, se propicia el mal gusto de la Educación Artística y la Apreciación Plástica. Realmente que la sensibilidad de la juventud debe ser cultivada, educada, y no malograda como sucede ahora. ¿Por qué los alumnos egresados de Bellas Artes no encuentran ubicación de esta labor? Eso sí que es un asunto espinoso y por eso abandono el tema para continuar. Tilsa reinicia la conversación.
-Pasamos una época difícil en el mundo, todos la sufrimos y el arte refleja lo que vivimos...
-¿La pintura abstracta?
-No estoy de acuerdo con ella, es cierto, pero creo que es producto de la madurez. Es una tendencia muy limitada. Actualmente en Europa se está retornando a lo figurativo. Encuentro más interesante el cubismo...
Y como el momento es propicio, hablamos sobre la crítica.
-No creo en la crítica pero reconozco la influencia que el crítico tiene sobre el público lector, que casi siempre es profano. En nuestro medio no podemos tomar con seriedad la crítica. De vez en cuando escribe con claridad y verdad algún valiente y entonces lo admiro...
¡Vaya que tiene razón Tilsa! Y es mejor que esta nueva generación de gente joven hable así. Podrán trabajar más libremente. Se trata de una promoción de jóvenes inteligentes, artistas que -mal que les pese a algunos- ocuparán indefectiblemente a los lugares de nombres ya caducos. Es decir, se harán de “posiciones” en esta sui géneris trinchera artística limeña, que no podemos llamar peruana. Y cuando esto sea una realidad y en vez de trincheras exista fraternidad hacia los otros peruanos, cuando se reciba cálidamente a los muchachos que vienen de distintos puntos del Perú a mostrar el producto de su amoroso quehacer, en vez de propinarle un feroz puntapié crítico, se habrá comenzado realmente una época prometedora para la cultura nacional. Es triste que a nuestros artistas se les trate peor que a muchos mediocres extranjeros que vienen a nuestra patria hospitalaria a sorprender la buena voluntad de las gentes y, en resumen a colmarnos la paciencia.
Y volvamos a Tilsa. Enterémonos de sus planes:
-Quiero asistir a la Bienal de Quito. Mis compañeros y yo tenemos cifradas grandes esperanzas en presentarnos a este magnífico evento internacional. También me he propuesto ir a Europa, a Francia especialmente, a ver los museos. Tengo mucho que aprender y necesito hacerlo para sentirme más libre, para tener nuevas vivencias...
-Seguramente ya conoce el Perú- insinuamos...
-Bueno, ya fui a Cusco, por lo menos; he hecho muchos viajes, aunque no tan largos. Quedé muy impresionada por la pobreza que existe en el Cusco entre la gente del pueblo. Entonces me sentí hasta revolucionaria...
Y así, los transparentes panoramas, la belleza, quedaron en segundo plano ante el dolor humano:
-No pude pintar pero estoy segura que mis emociones han de encontrar su cauce en algún cuadro.
Y así terminamos esta conversación. Tilsa se marchó con sus amigos y colegas y nos dejó la agradable sensación de sinceridad y el recuerdo de una personalidad encantadora y dulce que ha encontrado su camino.
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