1.¿Podría usted definir sociológicamente el público que asiste a las exposiciones y, en especial, a las que han contado con su participación? Nos referimos a exposiciones realizadas en el Perú.
Tilsa Tsuchiya: En mi concepto, el público que asiste a las exposiciones de artes plásticas está constituido por espectadores que pertenecen a todos los niveles sociales y culturales: el grupo de los intelectuales (artistas, estudiantes, profesionales liberales), el grupo de la gente adinerada y un minoritario grupo perteneciente a la empleocracia y trabajadores manuales, que poseen o han cultivado la sensibilidad por las artes.
Por desgracia, la opinión de la gran masa del público que parece o pretende ignorar las exposiciones pictóricas tiene un punto de vista negativo de estas, deformado por el prisma de la publicidad que constituyen los actos de inauguración, creando la falsa impresión de que estos acontecimientos artísticos están destinados a la élite intelectual, y a un grupo de personas con poder económico adquisitivo.
2.¿Le interesaría tener un público más amplio y que fuera básicamente popular? En caso afirmativo, ¿ha hecho usted algo por conseguir ese nuevo público? ¿O es este un problema que excede a las posibilidades personales del artista?
TT: Este criterio de “amplio y popular” como lo entendemos en nuestro medio, correspondería a la clase humilde y a las capas inferiores de la clase media. Indudablemente, todo artista autentico no toma en cuenta la condición social del espectador, porque considera que su arte está destinado a los hombres, y que la belleza, como creación del hombre que busca en ella la verdad, es accesible e inherente a la naturaleza humana. Por lo tanto, acepto este confrontamiento de criterios porque, en su esencia, la acción del artista plantea constantemente con su labor creadora la necesidad urgente de que la cultura llegue a todos los niveles sociales, y obtener, así, que el hombre encuentre la belleza y la verdad, elementos fundamentales que son los pilares en que se sustentan las bases de la dignidad humana.
3.¿Cree usted que a un obrero peruano promedio le interesaría su obra?
TT: Juzgar que mi producción pictórica pudiera interesar al obrero peruano, sabiendo que su nivel cultural linda en un alto porcentaje con el analfabetismo, no haría otra cosa que entrar en complicidad con los grupos privilegiados y hacer creer que la clase humilde que diariamente vive la tragedia de su miseria, y de un porvenir sin esperanza, podría participar de las cosas elevadas del espíritu que con tanta prodigalidad conceden las Bellas Artes.
Solo combatiendo la ignorancia y la miseria, que casi siempre van de la mano, alcanzaríamos que lo descendientes de esta gente humilde logren mejores condiciones de vida que los dignifique, y tengan conciencia de la elevada misión del arte. No aceptamos que el hombre que padece necesidades elementales pueda tener preocupaciones de orden estético.
4.¿Hasta qué punto existe relación entre la naturaleza de la obra plástica - en especial en su forma- y el número de personas que se interesan por ella? ¿Es este un aspecto importante?
TT: No lo considero importante, porque la tendencia, la forma y el número de personas no determinan la calidad de una obra de arte. Puede ser autentica y transcendental y sin embargo no ser reconocida como tal, sino después de varios lustros.
5.¿Quiénes adquieren sus obras? Si fueran gente adinerada, ¿sería justo decir que su arte está al servicio de la clase privilegiada? ¿O es que el problema en estos términos está mal planteado? En ese caso, ¿cómo debería plantearse?
TT: Debo reconocer que gran parte de mi producción pictórica es adquirida por personas que se han interesado directa o indirectamente, que en su mayoría son, personas adineradas y en un menor porcentaje personas pertenecientes a la clase media.
Pienso que si un artista considera que su arte pertenece a una determinada clase social en la medida de la mayor demanda que ella hace de su producción pictórica, traicionaría los ideales de otro artista sincero (el humanismo, la búsqueda de la verdad en la belleza). El artista que cree que su arte es para el disfrute de la clase privilegiada olvida el verdadero sentido de la tragedia humana y es un signo de la pérdida de su fe en el hombre como ser espiritual. Por eso el artista debe ser fiel a su visión personal de la realidad.
6.En suma: ¿para quién crea usted?
TT: Es una pregunta que no tiene respuesta, porque el acto de la creación del hombre para el hombre, en su constante búsqueda de lo que estima legítimo, frustraría la verdadera misión del arte al servicio de la humanidad.
Anónimo (1970). “¿Un arte clandestino?” [Encuesta a especialistas]
Publicado originalmente en Cultura y Pueblo.
Lima, número 17/18, pp. 27-31.
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